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Pareja de Ponce: amor a través del servicio en la Cruz Roja

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Por Sara R. Marrero Cabán

redaccion@esnoticiapr.com

 

PONCE – El amor entre los esposos Jesús Acosta y Letty Ramos transciende su lazo matrimonial y destella en la labor que brindan como integrantes de la Cruz Roja Americana, capítulo de Puerto Rico.

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“Hay que tener un corazón dispuesto”, aseguró Ramos a Es Noticia. “Y humanitario”, agregó su esposo.

La dedicación de la pareja -residentes en la Ciudad Señorial- ha servido como un bálsamo a más de 1,000 familias sobrevivientes de desastres y fenómenos atmosféricos.

“Nosotros somos héroes anónimos, héroes sin capas. Simplemente la gente ve la Cruz Roja, no nos ve a nosotros, pero esa ayuda, ese momento es gratificante. La gente nos reconoce, nos dan las gracias. Fuera del vestido de la Cruz Roja, es gratificante, porque la gente sabe que estamos aquí, les damos un ‘support’ tanto espiritual como material y la gente nos ve como si fuéramos unos ángeles que vamos a dar la mano en momentos de crisis”, comentó Acosta, oriundo de Ponce y miembro del colectivo desde el 1992.

Acosta y Ramos unieron sus vidas en el 2015. Entrambos, comparten una hija de 16 años y un hijo de 23 años de edad.

Por las venas de Acosta corre el deseo y la disposición por servir, ya que su progenitor prestó 40 años de su vida al servicio de la organización.

Por su parte, no fue hasta que los huracanes Irma y María destrozaran a Puerto Rico que Ramos también se sumó al colectivo. Sin embargo, ya Ramos contaba con años de experiencia en el servicio humanitario al ayudar a deambulantes regalándoles artículos de primera necesidad, ropa y comida.

La también enfermera se dedicó a servir a la comunidad por su propia cuenta, ya que un accidente vehicular la inhabilitó de continuar su carrera en el campo de la medicina.

“Seguí mi labor, porque me gusta ayudar al prójimo”, indicó Ramos, quien es natural de Aguas Buenas.

Ambos están las 24 horas del día alertos para atender situaciones de emergencia de su comunidad.

Tras ser alertados sobre alguna emergencia, verifican las residencias y determinan cuán afectada está la estructura. Además, conversan con las personas para determinar qué tipo de asistencia requieren, ya sea ayuda monetaria, espiritual o psicológica.

“La ayuda no puede esperar. Si pasa algún fuego en la noche, si estamos en un culto religioso en la iglesia y nos llaman para un fuego el pastor sabe que nos paramos y nos vamos. Esto es 24/7”, subrayó Acosta.

Durante el transcurso de los años, no se han limitado al trabajo de la Cruz Roja. En adición a sus responsabilidades, también prestan consejos espirituales y apoyo emocional.

Así fue cuando intervinieron con una mujer quien se refugiaba en un supermercado abandonado luego del sismo de magnitud 6.4 que se registró en enero de 2020. El temblor sucumbió su hogar, dejándola a merced de la calle.

Por ende, la mujer-paciente de cáncer y quien sufría de depresión-pernoctaba en un edificio en desuso, el cual estaba abarrotado de insectos y ratones.

“Dentro de todo, somos personas cristianas y tuvimos que entrar en esa etapa, soltar lo que es Cruz Roja, entrar a lo que es prójimo y tratar de confrontarla espiritualmente”, recordó Ramos, quien también es sobreviviente de cáncer.

Gracias a la ayuda, la mujer fue reubicada a una residencia bajo el programa de Sección 8.

“Eso nos sirvió como experiencia como pareja para darnos el ‘support’ mutuamente, porque estamos ayudando en mucha crisis, en este tipo de desastre y (hay) mucha crisis que nos va a afectar mutuamente. Nos afecta mentalmente y, ahí como pareja, nos ayudamos. Entonces, esa ayuda mutuamente como pareja, pues ahí es que nos hizo bien sólido la ayuda humanitaria. Me toca. (Pero) como pareja, nos pudimos ayudar”, dijo Acosta con la voz entrecortada.