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Recomiendan nombrar un comisionado para la reconstrucción

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Por Miguel Díaz Román

redaccion@esnoticiapr.com

 

La designación de un comisionado para el suroeste con amplios poderes y con los recursos necesarios para encaminar por la ruta de los resultados la tarea de construir y rehabilitar estructuras que sean resistentes a los terremotos, así como encaminar recursos para provocar el florecimiento de la actividad económica en el suroeste de la isla, fue avalado por el doctor José Martínez Cruzado, profesor del Departamento de Ingeniería Civil y director del Programa de Movimiento Fuerte en el Recinto Universitario de Mayagüez.

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Martínez Cruzado sostuvo que la figura del comisionado podría ser una posible manera de atender el problema causado por los sismos acontecidos en el suroeste desde el 29 de diciembre del 2019 y que han continuado sin pausa a lo largo de lo que va del año 2020, con efectos letales para miles de estructuras y para la economía de la región y especialmente en los cinco pueblos más afectados, que son Ponce, Peñuelas, Yauco, Guánica y Guayanilla.

“Pienso que lo importante es que los encargados de la tarea tengan la actitud apropiada de hacer un trabajo bien hecho y lo antes posible, ¡en ese orden!, y poniendo al pueblo como prioridad en toda la gestión y que se les dé los recursos necesarios para llevar a cabo la labor”, indicó Cruzado, quien ha promovido fortalecer para resistir sismos a la vivienda típica construida en la zonas rurales del país, las cuales están sentadas en columnas que resultan endebles a los temblores.

El profesor también favoreció que la persona que se designe como Comisionado del Suroeste se le otorgue mano libre para ejecutar y tomar decisiones. Pero también señaló que ese amplio poder de acción implica que esos funcionarios deben estar obligados a presentar reportes periódicos, en los que rinda cuentas sobre sus logros, escollos o sobre los fracasos de su gestión, y que tales informes se deban presentar hasta que finalice el nombramiento.

Martínez Cruzado indicó que “hay muchísimo trabajo que hacer” y advirtió que ante la magnitud de los trabajos de reconstrucción y rehabilitación que tendría a cargo un comisionado para el suroeste, “la gestión pudiera tomar unos años”.

No obstante, Martínez Cruzado enfatizó en varios aspectos de la tarea que es necesario comenzar a realizar en el suroeste, independientemente de que las lleve a cabo un comisionado o un “task force”, y que van dirigidas a atender primordialmente las residencias de los ciudadanos afectados por los sismos.

El profesor, quien es especialista en ingeniería estructural, sostuvo que es imprescindible comenzar a demoler toda aquella estructura que requiera ser demolida, incluyendo las viviendas que colapsaron totalmente y aquellas afectadas parcialmente, pero que su reparación resultaría más costosa que los trabajos para demolerla y construir una nueva unidad.

Martínez Cruzado también destacó que la reconstrucción de viviendas debe tomar en consideración la salud emocional de sus propietarios, debido a que la situación traumática sufrida por esas personas durante el sismo que afectó sus casas, podría impedir que ellos pudieran retornar a su residencia, aunque los trabajos de reconstrucción se hayan realizado de manera satisfactoria.

“Todo eso hay que tomarlo en consideración”, indicó Martínez Cruzado al comentar que no siempre es una alternativa la reconstrucción de las viviendas afectadas y señaló que tal determinación requiere entrevistar a los dueños de la propiedad para tomar en consideración su perfil sicológico luego de los sismos.

Otro elemento importante es poner al día el Mapa de Peligrosidad Sísmica de Puerto Rico que es parte del Código de Construcción. “Aunque los códigos se revisan aproximadamente cada tres años, los aspectos del Mapa de Peligrosidad Sísmica de Puerto Rico no se revisa desde el 2006. Hoy día se sabe que hay múltiples fallas sísmicas activas dentro de la Isla que no se consideran porque no están incluidas en el código y por ende los Ingenieros no se sienten en la obligación de considerarlos”, explicó el ingeniero.

Las fallas identificadas pero que no figuran en el Mapa de Peligrosidad Sísmica de Puerto Rico es la extensión de la Falla Montalva hacia la Bahía de Guánica; la Falla del Cañón de Guayanilla; otras posibles fallas sísmicas en Peñuelas y Yauco y la Gran Zona de Fallas del Sur de Puerto Rico.

Sobre esta última falla Martínez Cruzado comentó “que se creía inactiva y resulta que no, que está activa, y esa falla viene por lo menos desde Salinas hasta Añasco con una posible extensión por Aguada, cortando la isla diagonalmente y que pudiera generar terremotos de magnitud 7.5 en el patio de nuestras casas. Esta falla se redescubrió para el 2012”, indicó.

Sostuvo que para garantizar la seguridad de las nuevas estructuras que se diseñen y se construyan en la isla es necesaria la revisión de Mapa de Peligrosidad Sísmica. Un elemento importante es que siempre habrá que ayudar a la ciudadanía a reparar su residencia averiada, pero estableció la diferencia entre reparar y rehabilitar.

“Reparar se refiere a arreglar algo que se dañó, mientras que rehabilitar se refiere a aumentar la capacidad de resistir cargas sísmicas de la residencia. Esto requiere que los trabajos de rehabilitación se realicen según exige el Código de Construcción, en su versión más moderna, incluyendo un nuevo Mapa de Peligrosidad Sísmica”, dijo Martínez Cruzado.

Sobre la construcción de nuevas estructuras el ingeniero estructural hizo varias recomendaciones como amarrar todas las fundaciones periféricas de la estructura; que se construya un mínimo de paredes de hormigón armado, en cada una de las dos direcciones principales de las estructuras, “cuya sumatoria de área seccional sea por lo menos el 0.5% del área en planta del piso en cada dirección”.

También recomendó que se diseñe la estructura para que se mantenga en “el rango elástico” o la cualidad flexible de la estructura y así minimizar el número de estructuras que en un futuro haya que demoler y reconstruir cuando ocurra un terremoto.

“El incremento en costo que esto conlleva es ínfimo comparado con el costo de demoler la estructura averiada, disponer de los escombros, construir una nueva. Y si a eso le sumamos los sinsabores que pasa la familia en lo que todo eso ocurre, es evidente que se cae de la mata que eso es mucho más barato”, concluyó Martínez Cruzado.