Por Sara R. Marrero Cabán
Recuerdos efímeros y hasta olvido. A adolescentes contemporáneos se les dificulta recordar o simplemente desconocen del ataque a las Torres Gemelas, en Nueva York, ocurrido el 11 de septiembre de 2001, o 9/11.
Para jóvenes nacidos luego del 2001 o que eran infantes cuando sucedió, la fecha es otra más en las miles de narraciones que tienen los libros de texto o incluidas en los exámenes escolares.
Los hijos de las víctimas, quienes al momento de las muertes de sus padres eran bebés, cuentan con memorias fugaces y dependen de narrativas de familiares para mantener vivos ese recuerdos.
El profesor y sociólogo Gary Gutiérrez palpó la desconexión del tema en sus estudiantes universitarios durante la pasada década.
“Hace como 10 años había dejado de usar las Torres Gemelas (en las clases de comunicación visual) porque las usaba como ejemplo que las cosas son símbolos. En aquella época, presentaba una imagen de los World Trade Center, en Nueva York, en Manhattan y la gente decía ‘el 9/11’ y demostraba como esa imagen se había convertido en el símbolo del ataque. Ya en los últimos 10 años, ya los muchachos no se acordaban”, señaló.
Más aún, atribuyó ese olvido al “proceso natural” de las generaciones, quienes viven realidades distintas a sus padres.
Explicó que las nuevas generaciones «no tienen conciencia» de lo que ocurrió en ese momento porque no lo vivieron. Recordó que igual pasó con la Guerra de Vietnam que mientras una generación lo recuerda porque creció en ese momento, pero cuando se le pregunta sobre ese conflicto a la generación de la década de 1980 y 1990, no lo recuerdan.
«Eso es parte del proceso. Eso es el proceso natural en una sociedad donde tenemos un bombardeo de información”, dijo.
Cambios sociales
La generación que lo vivió, y que recuerda las imágenes aterradoras del colapso de los edificios o que perdieron seres queridos a causa del evento, es la receptora de los múltiples cambios sociales que ese evento representó.
Gutiérrez explicó que este ataque despertó el temor en la nación americana y exacerbó ideas xenofóbicas hacia los extranjeros, lo que se tradujo en más opresión hacia personas de otras culturas, fortalecimiento de las fronteras, mayor armamento a los policías locales, clasismo y el “discurso de miedo”.
“El legado más terrible del 9/11 fue la cultura de miedo que llevó a los estadounidenses a aceptar la opresión y los llevó a pedir esos procesos de represión para sentirse más seguros”, analizó.
El ataque, además, dejó a los estadounidenses en un estado de vulnerabilidad nunca visto, el cual Gutiérrez comparó con la vulnerabilidad que por años experimentaban las minorías.
“Rompió con el mito del blanco estadounidense de que Estados Unidos es excepcional y se dio cuenta que podían ser vulnerables. Toda América sintió el miedo que, por décadas, habían sentido los negros en la sociedad”, acotó.
Gutiérrez especificó que ese mismo temor y clasismo se replicó en los puertorriqueños, quienes suelen adoptar ideas y prácticas estadounidenses.
“Gran parte del País (puertorriqueño), erróneamente, se identifica como blanco estadounidense. Aquí se (repite) la cultura de miedo y la necesidad de protección agravada desde el punto de vista del coloniaje, que es el colonizador quien nos debe proteger y salvar”, manifestó.
A diferencia de otros eventos históricos, el 11 de septiembre surgió justamente cuando las redes sociales comenzaron a utilizarse, por lo que dio paso a una conversación más amplia del tema y de la divulgación de ideas de conspiración.
“En realidad, independientemente que fuera un ataque interno disfrazado, o un ataque externo como es la versión oficial, la verdad es que el aparato de poder de los Estados Unidos lo utilizó como excusa para fortalecer su control social y su aparato opresivo social y estatal”, afirmó.
11 de septiembre de 2001: fatídico día
Cuatro ataques coordinados suscitaron la mañana del 11 de septiembre de 2001 en distintos puntos de los Estados Unidos.
Secuestradores en los aviones se camuflajearon entre los pasajeros para así tomar control de cuatro aviones y deliberadamente chocarlos.
A las 8:46 a.m., el vuelo 11 de la línea aérea American Airlines impactó la Torre Norte del World Trade Center en Manhattan. Dilató 102 minutos para que el edificio se desplomara en su totalidad.
Diecisiete minutos después del primer ataque, en los momentos en que el mundo se conectaba a transmisiones en vivo por televisión, el vuelo 175 de la línea aérea de United Airlines chocó contra la Torre Sur del World Trade Center, provocando el derrumbe de la estructura en 10 segundos.
Una hora después, el vuelo 77 de la línea aérea American Airlines impactó el Pentágono -ubicado en el estado de Virginia- cobrando la vida de unas 184 personas.
Un cuarto avión se accidentó en un campo cerca de Shanksville, Pennsylvania. Expertos aducen que los pasajeros posiblemente ayudaron a desviar el avión, por lo que los secuestradores no lograron llegar a su blanco propuesto y el avión cayó en un campo solitario.
Los eventos del 11 de septiembre de 2001 cobraron la vida de 2,977, de las cuales 1,647 se identificaron mediante pruebas de ADN. El 75% al 80% de los decesos correspondían a hombres. Entre los fallecidos, estaba la puertorriqueña Lourdes Jannette Galletti Díaz, quien tenía 33 años y era oriunda de Peñuelas.
Las edades de las víctimas fluctuaron entre los dos a los 85 años.
Tan reciente como el pasado 8 de septiembre, la oficina del médico forense de Nueva York identificó a otro hombre y otra mujer entre las víctimas del ataque en Nueva York.
Dos décadas bélicas
Al día siguiente del ataque, el entonces presidente estadounidense George Bush declaró guerra contra el grupo extremista al Qaeda.
Al Qaeda era protegido por los Talibanes, tenía base en Afganistán y declaró “guerra santa” contra todo aquel que estuviera en contra del Islam.
Ya para octubre de 2001, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y Gran Bretaña atacaron las bases tanto de al Qaeda como de los Talibanes.
No fue hasta diciembre de 2001, que el Gobierno de los Estados Unidos hizo público el primero de varios vídeos donde, presuntamente, el líder del grupo extremista al Qaeda, Osama bin Laden, asumió responsabilidad del ataque del 11 de septiembre.
El conflicto en Afganistán dio paso a la guerra en Irak, cuando los Estados Unidos descubrieron que el dictador iraquí, Saddam Hussein, poseía armas de destrucción masiva.
En el 2011, el expresidente Barak Obama anunció que las Fuerzas Armadas mataron a Bin Laden en un operativo militar.
A pesar de la muerte de Bin Laden y que en el 2001 los Talibanes perdieron el control de la capital de Afganistán, el conflicto no vio fin. La guerra continuó hasta el 2019, cuando el expresidente Donald Trump y los Talibanes firmaron un acuerdo para traer paz. El acuerdo especificaba que los Estados Unidos no reconocía al Emirato Islámico de Afganistán (quienes gobernaban Afganistán hasta el 2001) como estado, sino a los líderes de Afganistán como Talibanes.
Por su parte, el actual presidente Joe Biden anunció que retiraría a las tropas en Afganistán, al señalar que los ataques del 11 de septiembre no podían justificar las muertes de soldados americanos en la “guerra más larga de la nación”.
Antes de que las tropas pudieran salir del país, un ataque del Talibán en agosto del año en curso cobró la vida de más de una decena de soldados americanos y cerca de 60 ciudadanos afganos.
Fue así que colapsó el gobierno afgano y el Talibán volvió a implementar el Emirato Islámico de Afganistán después de 20 años.