Por Nellie Torres de Carella
Patóloga del habla y lenguaje
Estudios recientes indican que muchos niños que nacieron durante la pandemia tendrán problemas cuando entren a la escuela, mayormente en desarrollar la destreza de lectura, porque no tendrán un desarrollo adecuado del lenguaje durante su infancia.
Los estudios concluyen que los padres se sentían tan abrumados durante ese periodo que apenas le hablaban a los infantes.
Otras investigaciones reportan que las conversaciones que generan turnos, esa interacción de escuchar y expresar, afectan positivamente al cerebro ayudando en el desarrollo del vocabulario y el lenguaje en general. Cuanto más se converse con los niños que están en formación del lenguaje, más preparados estarán para la escuela y para la vida misma. Sin embargo, los padres y madres estaban tan agobiados durante la pandemia que estas conversaciones, tan esenciales para los niños, eran mínimas.
Pero no todo es culpa de la pandemia. Sin quitarle méritos a tales estudios, los cuales presentan unos hallazgos preocupantes, la tendencia de un aumento de niños con problemas de lenguaje y eventualmente de lectura, comenzó mucho antes de la pandemia.
Desde que la tecnología irrumpió en los hogares, se ha convertido en la niñera de los niños, desde que son bebés. Los teléfonos inteligentes, las tabletas y el televisor, con tantas plataformas de transmisión o streaming, además de los juegos electrónicos, han afectado las conversaciones en el hogar entre los adultos, pero aún más con los niños.
Solo hay que ir a un restaurante y ver a una familia en la que cada cual tiene un dispositivo electrónico y apenas se dirigen la palabra ni hacen contacto visual. Cada cual busca su propia forma de entretenerse, a solas. De igual forma, se pueden ver con horror fotos de bebés en las redes sociales mirando vídeos o infantes muy diestros en localizar sus vídeos preferidos.
La tecnología no provee para la interacción que provee una buena conversación, así que en nada ayuda, más bien desayuda, al desarrollo del lenguaje. Tampoco ayuda en lo absoluto para el desarrollo del cerebro y la atención. Algunos padres utilizan la excusa de que los vídeos que le presentan a sus niños pequeños, que aún no hablan o hablan poco, son educativos.
Otros indican que les dan el teléfono, pero con una aplicación que supuestamente estimula el lenguaje. No hay vídeo ni juego educativo ni aplicación que sustituya la atención de papá y mamá, una conversación o un juego con ellos, o que le lean un libro para niños.
Durante los primeros cinco años los niños están desarrollando el lenguaje y otras destrezas importantes para la ejecución escolar y el resto de sus vidas. La exposición a la tecnología debe ser mínima durante ese período, pero en o antes de los 2 años los niños no deben ser expuestos a la misma.
Cada vez hay más niños que necesitan terapia del habla. Es la regla, no la excepción. Cada vez más entran a la escuela sin estar preparados porque presentan un pobre desarrollo del lenguaje; cada vez hay más niños con problemas de lectura y más niños que, aunque leen, no les gusta leer.
¿Cuáles son otros efectos de la exposición constante a la tecnología desde temprana edad?
Además de una pobre atención y concentración, podrían observarse dificultades en las siguientes áreas:
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- Sensorial: por falta de exploración del ambiente.
- Procesamiento visual: por sobre exposición temprana a la visión de cerca.
- Procesamiento auditivo (comprensión del lenguaje): por exceso de estimulación visual.
- Desarrollo motor: por estar mayormente quietos, sedentarios.
- Social: las destrezas sociales se desarrollan compartiendo con personas.
- Sueño: exceso de uso de tecnología afecta la calidad del sueño.
- Salud: obesidad secundaria a poco movimiento corporal.
- Salud mental: la adicción a la tecnología es real, la obsesión por la misma y los problemas de conducta cuando se retira pueden ser similares a la adicción por substancias controladas.
Los problemas de lenguaje, y eventualmente escolares, pueden haberse agravado por la pandemia causada por el COVID 19, pero el problema viene desde antes y no se acabará cuando se haya controlado la pandemia. El acceso temprano y desmedido a la tecnología es un virus que se metió en los hogares para matarle la niñez a nuestros niños, para dañarles su futuro y marcarlos adversamente para siempre.
La solución es solo una: hablemos con nuestros niños, conversemos con ellos diariamente. Saquemos de las manos de nuestros niños pequeños la tecnología y coloquemos en las mismas un buen libro para hojear, mientras papá o mamá lo leen y conversan sobre el mismo. Papá y mamá tienen en sus manos la cura para ese virus.
La autora es patóloga del habla y lenguaje y directora del Instituto Fonemi de Puerto Rico y su Academia Fonemi.