La mayoría de los adultos omiten revisar su audición pensando que se trata de un problema lejano, que no les afectará.
Al llegar esta época del año, muchos solemos repasar “qué hemos hecho y qué nos falta por hacer”. Entre estas reflexiones debería estar lo más importante: nuestra salud y qué podemos hacer para concluir el año y recibir el próximo en bienestar.
Es por eso, que en la agenda para lo que resta del año o, para principios del 2024, sin demora, debe estar el realizarnos un cernimiento del sistema auditivo.
Aunque muchos pudieran pensar que la pérdida de audición (mínima o severa) es algo con lo que se puede vivir normalmente, sin dudas esta condición afecta directamente la comunicación entre las personas de nuestro entorno y puede contribuir a la pérdida de calidad de vida en muchos aspectos.
El sistema auditivo puede enfrentarse a diversos cambios que alteren la forma en que usted escucha.
Algunos de los factores que pueden contribuir son: la edad, la genética, los traumas o enfermedades crónicas. Por ejemplo, la hipoacusia, sordera o deficiencia auditiva, es un trastorno sensorial que consiste en la incapacidad para escuchar sonidos y que dificulta el desarrollo del habla, el lenguaje y la comunicación.
Aunque es cierto que la mayoría de los casos de hipoacusia se dan en personas mayores, no quiere decir que a temprana edad se esté exento de sufrir sordera.
También existe una condición llamada Tinnitus (una afección que provoca que se escuchen sonidos persistentes sin que provengan de una fuente externa) y que se desarrollan por la exposición a ruidos fuertes, infecciones del oído, lesiones en cabeza o cuello (traumas), problemas de circulación sanguínea, desregulación de la azúcar, efectos secundarios de medicamentos y trastornos psicológicos (estrés, ansiedad), entre otros.
Igualmente, existen muchas otras razones que podrían llevarnos a sufrir una pérdida de audición como el consumo de ciertos medicamentos, aparte de causas congénitas, es decir, aquellas con las que el paciente nace y en donde la genética cobra un papel principal.
Esto solo deja claro una cosa: cualquier persona, independientemente de la edad, puede ser susceptible de sufrir algún tipo de problema relacionado con la audición, aunque no se percate de inmediato.
Dicho esto, es muy común pasar por alto los problemas en nuestra salud auditiva y, más aún, si los síntomas que experimentamos no generan una alerta de peligro.
La mayoría de los adultos omiten revisar su audición periódicamente, pensando que se trata de un problema lejano, que no les afectará.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, las condiciones auditivas pueden ir aumentando.
Entonces, es muy importante tomar acción y, de la misma manera que nos realizamos reconocimientos médicos generales, debemos someternos a pruebas auditivas anuales para evitar problemas irreversibles.
De paso, contar con una buena salud auditiva fomenta una mejor calidad de vida y evita el deterioro cognitivo, la depresión, la decadencia de la vida social y la dificultad para comunicarse, en general.
En el caso de los niños, a medida que van creciendo y desarrollándose, suelen exponerse a pruebas auditivas de forma regular. Pero, es esencial asegurarnos que los menores sean revisados todos los años, ya que esto minimiza el riesgo de complicaciones y, más importante aún, así le ayudamos a que sus experiencias de aprendizaje y socialización sean saludables y efectivas.
Tras todo lo anterior, le recomendamos que comience el año con su salud al día.
Por Precision Health Centers