Por Redacción Es Noticia
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Ariel Torres Meléndez, presidente de la Corporación para la Defensa del Poseedor de Licencias de Armas de Puerto Rico (CODEPOLA), denunció que hoy al eliminar el “factor sorpresa”, el proyecto de colocar pasadores en las 32,000 puertas de salones de clases y oficinas identificadas a través los 856 planteles del Departamento de Educación no es alternativa viable para evitar una desgracia ante un evento de tirador activo.
“Usted es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice. Vamos a pensar un momento como delincuente, como tirador activo. Dirían: ¡gracias! por dejarnos saber cómo yo, delincuente y tirador activo, voy a actuar porque ya sé con lo que me voy a enfrentar en una escuela”, advirtió Torres Meléndez.
El presidente de CODEPOLA insistió en que al mejor cazador se le va la liebre, al cuestionar “¿a quién se le ocurrió hacer una cosa como esta, luego de una inversión millonaria? Al parecer, desconocen cómo accionan los delincuentes, cuando echaron por la borda el factor sorpresa”.
A través de los medios de prensa, el DE informó además que cuenta con personal armado en su equipo de primera respuesta. Aunque Torres Meléndez está de acuerdo con que las personas se defiendan y apoya la tenencia de armas por parte de los maestros y personal docente, según Carta Circular del DE del año 2014 bajo la administración de Alejandro García Padilla, cuestionó si “¿ahora los gremios están de acuerdo? porque cuando lo traje al ruedo público en el 2022 crearon un “issue innecesario”.
Aunque en Puerto Rico no ha enfrentado un evento desgarrador como los ocurridos en los Estados Unidos, Torres Meléndez recordó que las investigaciones realizadas en la nación determinaron que el tirador activo “estudiaba a sus víctimas, evaluando cómo iba a ejecutar su plan, cómo iba a atacar. Tenía que romperse la cabeza, buscaba, buscaba y le daba vueltas hasta que determinaba que hoy era el día. Entonces, Puerto Rico lo hace mejor proveyendo la información”.
El presidente de CODEPOLA dijo que, basado en varios textos y estudios escritos después de eventos de disparos activos como Virginia Tech, Columbine, Parkland, Sandy Hook y otros, un tema es consistentemente cierto: “proporcionar a los maestros una forma rápida y efectiva de cerrar la puerta de un aula desde el interior salvará vidas. Esta única medida defensiva básica debería ser fácil de implementar. Desafortunadamente, no es tan sencillo”.
La pregunta válida aquí es “cómo los “responders” van a ganar acceso al salón o la oficina que sea, una vez el pestillo está puesto y el que lo puso fue un menor dentro de ese salón, aterrorizado por un tirador activo u otra razón.
Por otro lado, si el intruso utiliza el mecanismo para atrincherarse y la policía no tiene cómo desactivar el mecanismo de forma inmediata, desconociendo si hay alguna salida o ventana por dónde pueda escapar luego de cometer su fechoría.
También atrapar a la gente en el pasillo puede ser una mala idea. Los profesores o personal de la institución siempre deben mantener el control sobre las puertas. “Si un niño la cierra y hay otros que quieren entrar, pero está tan asustado que no les abre, ¿qué pasa entonces?”
En la masacre de la escuela secundaria Columbine, diez de los doce estudiantes muertos estaban en la biblioteca de la escuela. Veintiún personas más resultaron heridas por disparos.
También hay que tomar en consideración que el pestillo es tan útil si la puerta puede resistir. “Si la puerta y el marco no son para resistir impactos, no tiene sentido tener un sistema tan costoso. Una cerradura normal sería suficiente”, advirtió. El DE habló de una asignación de $1.5 millones para la adquisición e instalación de unos 120,000 pasadores, aunque admitió que sólo requerían un total de 64,000 (dos por puerta) para cubrir todas las escuelas públicas. “¿Cabe la pregunta de qué ocurrirá con los 56,000 pasadores restantes?.
El presidente de CODEPOLA recalcó que “jamás se debe publicar ningún protocolo de seguridad. También cada escuela debería preparar su plan de emergencia de acuerdo a la estructura de la escuela, las salidas disponibles, oficinas y baños. Al final del día, no hay ningún mecanismo que supere los adiestramientos, la práctica y los simulacros”.
Torres Meléndez aseguró que, una vez suenen los tiros, “si no hay memoria muscular adquirida por adiestramiento y práctica, lo que van es a entrar en el modo de supervivencia y sálvese el que pueda. Por lo menos, así reaccionarán los estudiantes”.
Una preocupación genuina del presidente de CODEPOLA es que, tomando como ejemplo la Escuela Rafael López Landrón de Guayama, del cual fue egresado en el 1989, fue remodelada como escuela del Siglo 21 con puertas de aluminio y ventanas de cristal que no es de seguridad. Esto quedó demostrado en un escalamiento, cuando los vándalos rompieron el cristal y lograron acceso a los salones.
Tampoco el DE tomó en consideración las tres normas de cómo tratar un incidente de tirador activo: Correr, ocultarse y luchar, sólo están analizando la segunda de las respuestas.
Concluyó que, para que cualquier protocolo funcione “deben establecer unos requisitos a nivel nacional para que todas las escuelas tengan que pasar por evaluaciones realizadas por expertos en seguridad, no batatas. Basta ya de prestarse para engañar al pueblo con soluciones a medias”.