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Organizadores visuales en la terapia

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Por Anette Quiñones

Terapeuta Ocupacional y Presidenta CPTOPR

 

En el campo de la terapia ocupacional, uno de los principales objetivos es promover la independencia funcional de las personas en sus entornos cotidianos. Para lograrlo, se emplean diversas estrategias que apoyan la planificación, la atención, la memoria y el manejo del tiempo.

Los organizadores visuales se han convertido en una herramienta clave para facilitar la participación en las actividades diarias.

En terapia ocupacional, los organizadores visuales son representaciones gráficas que ayudan a estructurar, clasificar y visualizar la información de manera clara y concisa.

Desde simples diagramas hasta complejos mapas conceptuales, estos tipos de organizadores ayudan a comprender mejor, recordar más fácilmente y comunicar de manera efectiva. Pueden presentarse en forma de calendarios, listas con imágenes, esquemas, horarios visuales o tableros con pictogramas. Estos apoyos permiten que la información abstracta o verbal se convierta en algo tangible, accesible y más fácil de procesar.

Desde la terapia ocupacional, se utilizan organizadores visuales con personas de todas las edades, pero resultan especialmente efectivos para:

  • Niños y niñas con trastornos del neurodesarrollo, como el autismo o el TDAH.
  • Personas con dificultades de aprendizaje.
  • Personas con condiciones neurológicas (demencia, daño cerebral adquirido, etc.).
  • Personas mayores que necesitan apoyo con la memoria y la secuencia de tareas.
  • Cualquier persona que se beneficie de tener estructuras visuales claras en su día a día.

Estos apoyos visuales ofrecen varios beneficios que ayudan a las personas a manejar mejor su día a día y participar con mayor autonomía en sus actividades. Algunos de sus beneficios son:

Fomentan la independencia: Ayudan a las personas a seguir rutinas sin depender constantemente de otras personas para recordar qué hacer.

Reducen la ansiedad: Al visualizar lo que se espera o lo que viene después, se genera una mayor sensación de control.

Mejoran la atención y la memoria de trabajo: Al tener información accesible a la vista, se reduce la sobrecarga cognitiva.

Favorecen la autorregulación emocional y conductual: Los horarios visuales pueden incluir pausas, momentos de transición o señales para anticipar cambios.

Promueven la participación significativa en actividades del hogar, la escuela o el trabajo.

¿Cómo preparar un organizador visual funcional? Un terapeuta ocupacional puede diseñar organizadores visuales personalizados para establecer una rutina matutina en casa (como levantarse, vestirse y desayunar), organizar los pasos necesarios para completar una tarea compleja (por ejemplo, preparar una merienda), facilitar la transición entre actividades en un salón de clases, apoyar el cumplimiento de un horario de medicamentos o citas, y estimular el uso funcional del tiempo libre.

A continuación se recomienda seguir estos pasos para diseñar un organizador visual que sea efectivo y significativo:

1. Define el propósito – Pegúntate:

  • ¿Qué actividad, rutina o conducta deseas apoyar?
  • ¿Cuál es la meta? (Ej. fomentar la independencia en la rutina de la mañana, facilitar la transición entre clases, ayudar a recordar pasos de una tarea específica).

2. Conoce a la persona que lo usará

  • Edad y nivel de comprensión.
  • Capacidades de lectura: ¿lee palabras, reconoce imágenes o necesita pictogramas
  • Preferencias visuales (colores, íconos, personajes).
  • Sensibilidad sensorial (evita sobrecargar de estímulos visuales si hay hipersensibilidad).

3. Selecciona el tipo de organizador visual. Según la necesidad, puedes usar:

  • Horarios secuenciales (por horas o por pasos).
  • Tablas de tareas (checklist).
  • Carteles paso a paso (por ejemplo, para lavarse las manos).
  • Tableros de elección (para decidir entre actividades o meriendas).

4. Escoge el formato adecuado

  • Impreso y laminado (más duradero).
  • Magnético o de velcro (para modificar el orden de los pasos).
  • Digital (apps o fotos en el celular/tableta si la persona está familiarizada con tecnología).
  • En cartulina, pizarra blanca o fólder (accesible y económico).

5. Usa apoyos visuales claros y consistentes

  • Imágenes reales, pictogramas o dibujos, según la persona.
  • Texto corto y sencillo (si lee).
  • Uso de colores para identificar categorías o momentos del día.

6. Colócalo en un lugar visible

  • Debe estar a la altura de los ojos de la persona, en un lugar clave: la nevera, la puerta del cuarto, el escritorio o el salón de clases.

7. Enséñalo y úsalo de forma constante:

  • Preséntalo de manera positiva, explicando para qué sirve.
  • Acompaña su uso al principio hasta que la persona lo integre a su rutina.
  • Refuerza con elogios o recompensas el uso autónomo.

El diseño del organizador visual debe adaptarse a la edad, intereses, capacidades cognitivas y preferencias sensoriales de cada persona. Debe ser claro, atractivo, y estar ubicado en un lugar visible y accesible. Se recomienda involucrar a la persona en la creación del organizador visual, para fomentar sentido de pertenencia y uso consistente.

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