Por Sandra Caquías Cruz
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En Puerto Rico no hay un estudio epidemiológico que revele la prevalencia de pacientes con hepatitis C, una de las principales razones para el trasplante de hígado, pero los pocos estudios realizados apuntan a que podrían estar hablando de entre un dos a un seis por ciento de la población.
En grupos especiales, como ejemplo el de personas que han estado en penitenciaría, la prevalencia puede ser tan alta como un 40 a 50% de esa población. Eso se debe al uso de sustancias intravenosas.
Así lo reveló el gastroenterólogo Francisco Cebollero, especialista en enfermedades del hígado. “Puerto Rico es la jurisdicción de Estados Unidos que tiene la prevalencia más alta de hepatitis C”, dijo.
Antes de 1992, cuando iniciaron lo que hoy se conoce como ‘precauciones universales’ en el manejo de los pacientes, según explicó, no monitoreaban las transfusiones ni los productos de sangre como el plasma, las plaquetas y otros, de manera que muchas personas, previo a esa fecha, se infectaron con productos de sangre.
“El virus de la hepatitis C se transmitía a través de equipo médico que no estaba adecuadamente desinfectado, de manera que las personas que se infectaron en aquella época pudieron contagiarse en esa situación y no por el uso de drogas intravenosas”, aclaró el galeno.
La hepatitis C es causada por un virus que se descubrió en el 1989 y que afecta principalmente al hígado. En los Estados Unidos fue la causa más común para que una persona recibiera un trasplante de hígado.
Personas en riesgo que se deben hacer la prueba:
– Nacidos entre 1945 y 1965
– Haber estado en prisión
– Usuarios de drogas intravenosa
– Tienen tatuajes
– Han tenido como pareja usuario de drogas intravenosas
– Recibieron productos de sangre previo al 1992.
– Usuarios de cocaína que comparten artículo (sorbeto) para inhalar.
– Han tenido relaciones sexuales y que la pareja tenga el virus.
Fuente: Dr. Francisco Cebollero
Es una enfermedad donde el virus prevalece en el cuerpo del paciente de forma crónica, pero hoy día hay cura para este virus. Existen tratamientos modernos que curan a un 98% de los pacientes infectados. Son tratamientos sencillos y consisten en tomar un medicamento en pastillas por varias semanas.
No obstante, una tercera parte de las personas que se infectan y no siguen un tratamiento les va a dar cirrosis y fallo hepático. Más aún, los pacientes que no reciben tratamiento ponen en riesgo su vida.
“Las consecuencias de no hacerse la prueba y no tratarse el virus es que tienen un 30% de probabilidad desarrollar cirrosis y fallo hepático, lo que aumenta el riesgo de que la persona requiera un trasplante de hígado o pierda la vida prematuramente. Además, la hepatitis está asociado al alto riesgo de cáncer de hígado”, destacó el gastroenterólogo.
El tratamiento a tiempo representa una economía sustancial de dinero porque evita un trasplante de hígado de pudiera rondar en un cuarto de millón de dólares. “En Puerto Rico se estima que hay entre 30,000 a 50,000 personas que necesitan tratamiento”, indicó.
El gobierno no tiene un plan ni una campaña para que las personas que han estado en riesgo se realicen los laboratorios para conocer sus enzimas hepáticas y descartar o confirmar complicaciones. “En Puerto Rico no habido un programa de detección masiva de hepatitis C”, indicó.
Sin embargo, desde que una persona se infecta a que aparecen los primeros síntomas hay un lapso de 20 años en los que podría recibir tratamiento y curar la enfermedad.
“Tenemos una ventana de 20 años para detectar a ese paciente infectado y cuidarlo antes de que tenga problemas con el hígado”, indicó.
La prueba está recomendada para todos lo que nacieron entre 1945 y 1965, los llamados baby boomers. Esta recomendación responde a que vivieron una época donde hubo factores de riesgos (falta de las llamadas medidas de higiene universales) que los expuso a la probabilidad de infectarse.
“Tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos hay una prevalencia más alta en ese sector de los baby boomers”, indicó el gastroenterólogo.
Otros factores de riesgo son los tatuajes, esto por las pobres medidas de salubridad del lugar donde se lo realizan. Igual ocurre con los ‘piercing’ si se hacen bajo condiciones que no toman las ‘precauciones universales’, entre ellas, usar agujas nuevas con sus pacientes.
También están en riesgo los hombres que tienen sexo con otros hombres, en especial si uno de ellos tiene el HIV, éstos podrían trasmitir el virus por relaciones sexuales. En el caso de las parejas heterosexuales hay riesgo cuando uno de los dos está infectado. Asimismo, las mujeres que son parejas de hombres que son usuarios de drogas intravenosas también están en riesgo de adquirir el virus.
Cebollero explicó que el fin debe ser “concienciar a las personas que tienen factores de riesgo, a que se hagan las pruebas, porque si las personas que están infectadas tienen el virus, esperamos que exijan que les den el tratamiento, porque la cura ya está disponible”.
“La mayoría de las personas que tiene el virus no lo saben porque no se han examinado”, insistió.
Subrayó que “no debe darse miedo a conocer el diagnóstico porque hoy día la hepatitis C se cura. El tratamiento es curativo. Una vez se trata el virus se va y no vuelve, a menos que la persona vuelva a infectarse de alguna forma. De manera, que ese estigma de que la gente no se curaba eso se acabó. Los tratamientos curan un 99% de los pacientes”.