Por Héctor Luis Coca Soto – Psicólogo
Especial para Es Noticia
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Uno de los especialistas más reconocidos en el tema de crisis, Karl Slaikeu, la define como un estado temporal de trastorno y desorganización caracterizado por la incapacidad del individuo para manejar ciertas situaciones con los métodos acostumbrados.
Eso quiere decir, que surge la crisis cuando nos enfrentamos a una situación más grande que los recursos que tenemos para manejarla.
Cualquier situación, por absurda que sea, nos puede provocar una crisis emocional, física, social, o existencialmente sentirla como algo mayor a lo que podemos manejar.
¿Nunca han visto una persona quitarse la ropa en el medio de la calle por pensar que un lagartijo se le coló por el pantalón? Ese es un ejemplo de una crisis emocional.
El problema es que la crisis es necesaria para que un nuevo orden llegue. Ocurre cuando algo no aguantó más y dejó de funcionar.
Las crisis las vemos en el empleo o la casa (crisis social), así como en problemas de salud como el corazón, colesterol, presión alta, o azúcar descontrolada (crisis física).
De hecho, muchas de estas crisis físicas en parte han sucedido por un problema de salud mental no tratado que se reflejó de esta manera, un ejemplo es la adicción a la comida.
Son más comunes los casos de personas que, por lo bajo y sin que nadie se dé cuenta, se desatienden con la esperanza que una complicación física termine con su vida.
Según los trabajos en gerontología y suicidio, del doctor José Rodríguez, catedrático de la Universidad Carlos Albizu, en Puerto Rico son muchos más -de lo que pensamos- los ancianos que se suicidan por una crisis.
La crisis es natural pero si no se atiende, uno de los problemas que nos puede traer es la depresión.
El teórico más reconocido en el tema de la depresión, Aaron Beck, encontró -por medio de la investigación científica- que existen tres formas básicas de esquema de pensamiento que se deterioran antes de comenzar a sentir síntomas de depresión:
- la visión que se tiene de uno mismo.
- la visión que se tiene de los demás.
- la visión del futuro.
Esta última es particularmente importante durante una crisis social como la que estamos enfrentando con el COVID 19 porque continúas anticipando que van a ocurrir cosas terribles, lo que aumenta la ansiedad y lleva a más pensamientos de este tipo.
De continuar en este patrón podemos terminar en ataques de pánico, tensión excesiva en la casa y entre familiares, reacciones físicas, depresión, alcohol y/o drogas, y los más vulnerables inclusive, suicidio.
En el 1935 un hombre llamado Bill W., corredor de la bolsa de valores junto con un médico cirujano, fundaron Alcohólicos Anónimos, en Ohio. Ambos sufrían de la misma condición: estaban cansados de que la bebida mandara en sus vidas.
Surge en ese momento otra evidencia clara de que las situaciones complicadas se trabajan mejor en maquinarias de humanos.
Otra cosa que se descubre es que estas proyecciones rígidas a largo plazo no tienden a ser efectivas cuando la crisis tiene un nivel alto de complejidad.
Todos los grupos de apoyo que existen enfatizan en un principio básico que surge de Alcohólicos Anónimos y es que lo que es complicado se lleva 24 a 24 horas.
Puedes tener un plan básico futuro pero lo más importante es estar bien y tranquilo/a aquí, ahora:
- ¿Logras reducir tus síntomas?
- ¿Logras estar tranquilo/a?
- Logras sentirte feliz.
Lograr la manera de estabilidad, tranquilidad, al momento, es el primer paso antes de proceder a tomar decisiones sobre lo complicado. No se ve la vida igual con los lentes de la ansiedad y tristeza o descontrol, que con los lentes de la serenidad.
Cualquier método es bienvenido. La actividad que lleva a la serenidad a unos no será la que sirva para otros. Lo más importante es que lo que utilices para lograrla no te haga más daño luego (ejemplo: alcohol o drogas). Requiere de un ensayo diario hasta lograr el hábito.
El encierro puede ser una gran oportunidad para comenzar. Recuerda: tu decides tu estado de ánimo.