Por Sara R. Marrero Cabán
PATILLAS – Cada vez que llueve, los residentes de la urbanización Valles de Patillas enfrentan un problema crítico: la inundación de la calle con aguas negras.
Materia fecal, papel sanitario y un hedor recio arropa la comunidad con el desborde de la alcantarilla que ubica en la calle principal.
Esta es la realidad continua que viven los cerca de 380 residentes por los pasados 15 años, perjudicando la salud de las familias, que incluyen núcleos con adultos mayores y menores de edad.
“Yo padezco de asma, padezco de depresión. Me tengo que meter a un cuarto, porque esto me pone mala. Mi mamá está aquí-tengo una persona mayor-que también tiene sus condiciones”, señaló la residente Edna Ramos Morales.
Asimismo, Ramos Morales recordó una ocasión en el cual el alcantarillado se desbordó de tal manera que las heces fecales sumergieron el patio de su hogar. Por otro lado, las lluvias torrenciales previo al paso del huracán Irma -en 2017- anegaron la comunidad a nivel que las aguas negras llegaban a las rodillas de los residentes. En el intento de mitigar la situación, uno de los residentes contrajo una bacteria por su exposición.
Cada vez que comienza el agua a salirse del alcantarillado, los residentes buscan maneras para destaparlo temporalmente utilizando sogas y, en ocasiones, la presión del agua de mangueras.
“Todo baja acumulándose en este alcantarillado, lo que entonces produce que eso se tape y los vecinos se vean obligados a levantar con la soga el alcantarillado para entonces poder limpiarlo y que pueda fluir el agua. Desconocemos a dónde terminan estas aguas”, detalló Brenda Campos, secretaria de la junta directiva de Residentes Valles de Patillas Unidos.
Ausente el responsable
La Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) aseguró a Es Noticia que la estación de bomba le pertenece al desarrollador Carlos Barén, a quién también le pertenece la urbanización.
Según personal de la agencia, la AAA no puede intervenir en el problema, ya que Barén no ha completado obras de mantenimiento en la estación requeridas por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, en inglés) y tampoco ha entregado la urbanización al municipio.
Los residentes-ajenos a estas especificaciones-se querellan ante la AAA. Con cada querella, personal de la AAA se comunica con Barén, quien envía personal de una compañía privada para limpiar el área y destapar el alcantarillado. No obstante, no se implementan obras permanentes.
“Residentes llaman a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados y, dependiendo el ánimo de cada quien coja la llamada, logramos entonces que se dirijan aquí. En otras ocasiones, nos han indicado que esta es una propiedad privada y que el desarrollador no entregó este lugar (al municipio) y que, por ende, ellos no son responsables de venir a limpiarnos las alcantarillas”, narró Campos.
En la urbanización, además, erige un edificio abandonado con letreros de la AAA. En las rejas que rodean el edificio, un letrero provee un número telefónico que conecta a la planta de filtración de Guayama. La AAA indicó a este medio que ese edificio no le pertenece.
En las áreas verdes detrás de este edificio, una gran cantidad de agua sucia y verdosa está posada.
“Para la poca lluvia que hemos tenido no debe haber ningún agua ni en el río hay tanta agua como lo hay ahí completamente verde, lo que representa una cría de mosquitos y, en realidad, pone en riesgo la vida de todos nosotros, porque eso está completamente lleno de aguas verdes. Es una cosa inhumana, asquerosa”, denunció Campos.
La AAA, por su parte, provee el servicio de tratamiento de agua. Esto es lo que residentes pagan.
Barén se rehusó a responder preguntas de este medio. Por lo contrario, refirió a Es Noticia al abogado Allan Charlotten. Al cierre de esta edición, Charlotten no respondió a la solicitud de información.
