Por Sandra Caquías Cruz
redaccion@esnoticiapr.com
Nota: Cuarta de varias notas sobre oficios en extinción.
PONCE – Antonio Cedeño Irizarry es la tercera generación de una familia que se ha dedicado a amolar una gama de objetos cortantes, desde cuchillos hasta serruchos.
En la familia Cedeño esa tradición comenzó hace más de medio siglo. El abuelo de Antonio, don Elogio Cedeño, era zapatero, pero también se dedicaba al oficio de amolar instrumentos cortantes, un trabajo que pasó a su hijo Moisés, y éste a su nieto Antonio, estudiante de psicología industrial.
“Mi abuelo le enseñó a mí papá, y mi papá me enseñó a mí”, dijo un orgulloso Antonio.
Los instrumentos se los han pasado entre generaciones, así como el local que ocupan en la Plaza Juan Ponce de León, también llamada la ‘Plaza de los Perros’, en el centro urbano de Ponce.
Antonio no solo le saca filo a las tijeras, también a los cuchillos, a las piezas de corte preciso que se utilizan en imprentas y hasta instrumentos de jardinería, aunque en los últimos años ha tomado auge el realizar recortes a las mascotas y nos son pocos los que le entregan esos instrumentos para que los afile.
Explicó que muchos de los instrumentos, como los cuchillos utilizados por los ‘chef’, son de acero inoxidable y los compran apenas sin filo por lo que requieren de su servicio para mantenerlos cortantes.
Amolar una tijera pudiera costar unos $10 y adquirir unas nuevas podría superar los $100 por lo que resaltó que, aunque hay personas que prefieren dejar de utilizar la tijera que perdió el filo, es costo efectivo llevarla a un amolador y devolverle meses de vida útil.
Destacó que hay muchas personas que trabajan este tipo de herramienta y prefieren descartarla ante la escases y falta de amoladores. Según dijo, en Puerto Rico solo conoce uno que se promociona en las redes sociales y en su mayoría amuela cuchillos y no otros instrumentos o herramientas. “En la mayor parte de las barberías, botan las tijeras”, dijo.
Antonio tiene como instrumento de trabajo una piedra de esmeril que comprar en los Estados Unidos y que tiene conectada a un motor rústico que mantiene una revolución constante para dar uniformidad al filo.
Sus clientes le llegan por referencia de otras personas y algunos ya lo visitan o lo llaman para llevarle una cantidad de instrumentos. En otros casos sale y distribuye hojas sueltas para darse a conocer, en especial a barberías y restaurantes de la zona sur.
En ocasiones le llegan jardineros cuyas tijeras de podar arbustos pierden el filo o adquieren un machete y estos no traen filo.
También lo llaman de imprentas porque las cuchillas de alguna máquina apenas cortan. Los objetos de acero inoxidable los venden sin filo, recalcó. Las personas pudieran utilizar una lima y afilarlos en sus casas, pero es trabajoso y poco preciso.
Así que antes de echar a la basura su utensilio o tijera, ocupe a un amolador para le devuelva varios meses de vida útil y se economice un dinerito. “Vale la pena amolarlas”, aseguró ‘El Amolador de Ponce’.
“Mientras, yo sigo con esto, aunque sea a tiempo parcial”, comentó al tiempo que el motor de su principal herramienta de trabajo seguía girando la piedra de esmeril.
