Por Sara R. Marrero Cabán
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YAUCO – Para Haydee Santos González, poco ha cambiado desde el 7 de enero de 2020. Aún reside en una casa improvisada, con paredes y por techo un toldo azul. El piso es de madera.
A pesar de recibir una asignación módica del municipio y la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés), moverse a otro lugar se le dificulta, por cuanto tendría que separarse de sus nietos y su biznieto Jacob, quien tan solo tiene dos años.
“(Del Departamento de la) Vivienda vinieron, pero con lo que yo recibo (monetariamente) yo no cualifico. Me dijeron de las casas de envejecientes, pero no me permiten (llevar a) mis nietos. Yo no quiero estar bajo un techo (y ellos no)”, dijo a Es Noticia mientras observaba a Jacob divertirse con la gravilla esparcida en el patio.
Tres de sus hijos, quienes residen en los Estados Unidos, la han invitado a que abandone el lugar.
Sin embargo, Santos González reitera que no dejará a su familia extendida atrás. Por ende, continúa su vida cotidiana bajo la sombra tenue de los toldos, esperando sufragar la construcción o mudanza a un hogar seguro.
“Yo tengo tres hijos más allá fuera, pero como ellos (nietos y biznieto) están aquí (me quedo)”, redundó.
La casa de toldo la levantó frente a lo que era su hogar, la cual está a punto de colapsar luego que el terremoto afectó las columnas. La residencia, ahora abandonada, aún alberga algunos artículos, como un juego de sala, cojines y electrodomésticos.
De la casa afectada, su familia recuperó algunos muebles y los colocaron dentro de la casa improvisada, la cual está dividida en cinco espacios. En la entrada principal, cerrada al exterior por una puerta improvisada con cortinas, está la sala. Aledaño, hay tres dormitorios y un espacio donde guarda los juguetes del Día de Reyes de 2020.
Detrás de la casa hay tres módulos que recibió mediante donativos, los cuales son usados para la cocina, un cuarto y un baño.
Además de los camiones rumbo al vertedero cercano y las patrullas policiacas que frecuentan la calle, un silencio estático arropa el lugar.
“Temo a que vuelva a repetirse otra vez. Tengo miedo de que llegue el día 7 (de enero)”, comentó con Jacob en sus brazos.