Por Ana Delma Ramírez
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El rescate de los cuatro niños indígenas colombianos extraviados en la selva de la Amazonia colombiana, luego de una búsqueda de 40 días, es catalogado por muchos como un milagro.
Una noticia ha dado la vuelta al mundo y despertando todo tipo de reacciones y sentimientos de alegría.
Los menores de 13, 9, 4 años y uno de apenas meses de nacido, iban a bordo de una avioneta con su madre, un adulto y el piloto, cuando la nave sufrió desperfectos y se estrelló en la zona. Era el 1 de mayo.
Desde el día uno del accidente, autoridades colombianas, así como indígenas que residen en esa zona selvática, se dieron a la tarea de rescate.
El padre de las criaturas, Manuel Ranoque, entrevistado por la prensa, siempre albergó la esperanza de que fueran encontrados con vida, pues argumentó que los niños estaban entrenados para vivir en la selva, un lugar donde siempre han residido.
De hecho, el bebé cumplió su año en medio de su cautiverio involuntario y otro de los niños también.
Gracias a la suficiencia de sus hermanos mayores, los pequeños sobrevivieron.
Construyeron una choza con vegetación, conocían que podían ingerir y que no, así como moverse en la densa vegetación de la zona.
Precisamente los equipos de rescate tuvieron dificultad en su pronta ubicación por lo denso de hábitat, un lugar donde llueve casi 14 horas al día.
Una combinación del Ejercito indígena y el Ejército colombiano despacharon unas 120 personas para recorrer la zona y dar con el paradero del grupo.
El padre de los niños, el indígena Ranoque, aseguró estar amenazado por el Frente Carolina Ramírez, de las disidencias de la FARC, de hacerles daño a su familia.
Eso hizo que decidiera trasladarse de Caquetá y sacar a su esposa Magdalena Mucutuy con sus hijos. Ella murió cuatro días después del accidente a causa de los golpes, pero con tiempo para dar instrucciones a los niños de que se internaran en la selva y cómo debían proceder.
Los niños tomaron alimentos que su madre llevaba, un cereal denominado fariña, comieron unas “pepas” y harina de yuca.
El rescatista Nicolas Ordoñez Gómez habló del momento en que los encontraron.
La hija mayor, Lesly, quien tenía al bebé en sus brazos, manifestó tener hambre.
Cadena Radio Caracol informó que otro de los niños estaba acostado, se levantó y dijo que su mamá estaba muerta. Luego pidió pan con salchicha.
Todos los niños sufrieron los rigores de la selva, demacrados y con picaduras de mosquitos.
El pasado 15 de mayo descubrieron la avioneta y en ella el cadáver de Magdalena.
Los menores son miembros del grupo indígena Huitoto por lo que el conocimiento de las frutas y semillas de la selva los ayudó a sobrevivir.