Por CyberNews
Un grupo de salubristas, científicos y médicos cuestionó este martes lo que catalogaron como falta de acción del Departamento de Salud ante los altos contagios por COVID-19 en Puerto Rico y ofreció recomendaciones puntuales para mejorar la respuesta de salud pública en este punto de la pandemia.
“Puerto Rico ha tenido un alto número de casos de COVID-19 por casi dos meses. Sin embargo, contrario a otras ocasiones en las que hemos visto alzas sostenidas en la positividad, el Departamento de Salud de Puerto Rico (DSPR) no ha tomado acciones contundentes para mitigar la cantidad de infecciones. En cambio, esta vez el énfasis ha sido en la responsabilidad individual y no en proteger la salud pública”, señaló Edmy Ayala Rosado, gerente de proyectos comunitarios para CienciaPR y coordinadora de su proyecto salubrista, educativo y comunitario Aquí Nos Cuidamos www.aquinoscuidamos.org.
Ante esta realidad, la organización convocó al panel de expertos y expertas compuesto por la epidemióloga doctora Fabiola Cruz López, la neumóloga pediátrica doctora Brenda Mariola Rivera Reyes, el médico primario y epidemiólogo doctor Alberto Rosario, y el experto en enfermedades infecciosas doctor Marcos Ramos Benítez.
Los señalamientos y recomendaciones del grupo se enfocaron en la necesidad de implementar medidas de prevención de contagios (como el requisito de usar mascarillas en espacios cerrados) y de educar sobre temas como la COVID persistente, tratamientos antivirales, y la vacunación con refuerzos, entre otros.
“En estos momentos, estamos en medio de un cambio de estrategia salubrista realizado de forma brusca, apresurada y, al igual que en la mayor parte de la pandemia, sin ninguna explicación del por qué de las decisiones; como tampoco lo que cada cambio podría significar [para la salud de las personas]”, expuso la doctora Brenda Mariola Rivera Reyes, quien es neumóloga pediátrica y una de las voces líderes expertas en COVID persistente en Puerto Rico.
“Creo que ya entendimos que COVID-19 no parece que vaya a desaparecer en el futuro cercano, y, como coloquialmente decimos “tenemos que aprender a vivir con él”; así como vivimos con otras enfermedades. Pero la diferencia es que siempre hacemos todo lo posible para no enfermarnos. La pregunta es, ahora mismo, ¿estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo?”, increpó el investigador y experto en enfermedades infecciosas doctor Marcos Ramos Benítez.
“Ciertamente, no estamos sugiriendo que es necesario volver a los encierros, ni las restricciones de hace dos años. Sin embargo, dados los niveles de transmisión de COVID-19 actuales, que son casi tan altos como durante los peores momentos de la pandemia, nos parecen necesarias las acciones preventivas contundentes y consistentes, como volver a requerir las mascarillas en todos los espacios cerrados (tal como se hizo entonces) para evitar contagios. Sin contagios no aumentan los casos, no surgen nuevas variantes, ni complicaciones, ni COVID persistente. Tampoco aumentan las hospitalizaciones y muertes”, dijo la doctora Mónica Feliú Mójer, directora de comunicaciones para CienciaPR.
“Hace un año nuestra mejor y casi única herramienta de evitar hospitalizaciones y muertes por COVID-19 era evitar la infección. Hoy, tenemos otras herramientas que protegen a la mayor parte de la población. Pero es un poco peligrosa la creencia de que no tenemos que hacer nada para evitar la infección, porque para todo escenario hay excepciones”, explicó el doctor Ramos Benítez, fundador y presidente del proyecto educativo Ciencia en tus Manos.
“Tenemos dos años de práctica en establecer el uso de mascarilla en lugares públicos, fomentar que las cosas se hagan afuera o al aire libre y no estar en lugares cerrados. Tenemos dos años de práctica en tratar de mantener distancia en estos lugares y, de repente, queremos olvidar todo lo que aprendimos, porque pensamos que las nuevas herramientas pueden sustituir la herramienta por excelencia, que es evitar la infección. Así que, en este contexto, evitar la infección es nuestra mejor herramienta”, añadió el científico.
Apuntaron a la necesidad de mayor agilidad de datos y en la educación en salud pública.
“Uno de los pilares en la salud pública es el análisis continuo de datos para luego informar, educar y empoderar las comunidades. Lamentablemente, la respuesta se ha enfocado en tratamientos y vacunas, ignorando la importancia de prevenir infecciones o reinfecciones, las cuales sabemos que tienen un impacto dañino a largo plazo para nuestra calidad de vida. No basta con decir que ya conocemos el COVID-19, proveer números y recitar que ‘el cuidado es individual’”, denunció Cruz López.
“El país necesita que el Departamento de Salud provea educación continua y activa sobre el perfil de los casos en el archipiélago, cuáles son los síntomas principales acorde a las variantes en circulación, sobre cambios en la efectividad de las vacunas con datos de Puerto Rico, los empleos con mayor riesgo de exposición, los municipios con mayor incidencia, la prevalencia de las secuelas de la infección, entre muchos otros datos que no se reportan y son sumamente necesarios. Así mismo, es esencial que Salud establezca alianzas con comunidades y organizaciones educativas para llevar educación activa fuera de las redes sociales y adaptada utilizando los datos de aquí”, aseveró la también fundadora de lo que fue el Sistema Municipal de Investigación de Casos y Rastreo de Contactos (SMICRC).
Asimismo, hablaron sobre los retos en el tratamiento de pacientes con COVID-19 y COVID persistente.
“El problema del aumento de los contagios no es tanto lo agudo, que es lo que podemos ver ahora, sino las secuelas o complicaciones que sufren estas personas, como lo puede ser el tan ignorado COVID persistente”, señaló preocupado el doctor Rosario, quien también es especialista en epidemiología.
La COVID persistente es un síndrome que desarrollan pacientes que se han contagiado con el virus de COVID-19 y/o que padecieron la enfermedad ya sea de forma pasajera, muy grave o asintomática. Las personas pueden presentar una serie de síntomas o problemas de salud, o desarrollarlos semanas o meses después de la infección. Los síntomas comunes son: fatiga, dolor de cabeza, mareos, dolor generalizado, pérdida de memoria, del gusto y del olfato, déficit de atención, niebla mental, hipersomnia (quedarse dormido o dormida durante el día o en situaciones no comunes), taquicardia, dolor de espalda y en el centro del pecho, caída del pelo y la disnea (dificultad para respirar), entre otros.
“Esta es una población clínica [con COVID persistente] que poco a poco va creciendo. Ya esa crisis se está dando poco a poco. En los hospitales les están dando de alta para que médicos primarios, como yo, les enviemos a los y las especialistas de salud, que generalmente son neumólogos y cardiólogos. Cuando el o la paciente llama para cita, no se las dan antes de cuatro meses. Y todo cae en los hombros de médicos primarios que tenemos que hacer malabares para estabilizar al paciente en lo que es visto por especialistas”, enfatizó el doctor Rosario.
“Ya que la crisis de los y las especialistas no se va a resolver ahora, más fácil es educar en la prevención”, indicó el médico quien también formó parte del SMICRC.
Recomendaciones puntuales
El grupo de expertos ofreció varias recomendaciones puntuales al Departamento de Salud:
- Volver a requerir el uso de mascarillas en espacios públicos y cerrados hasta que la positividad esté cerca del objetivo de control de contagios (3%).
- Priorizar la educación en salud pública sobre:
- COVID persistente (qué es, cómo recibir ayuda y tratamientos);
- elegibilidad y acceso a tratamientos para la COVID-19;
- la importancia de la medicina preventiva;
- la importancia de recibir el refuerzo para tener la vacunación al día; y
- la importancia de la prevención de COVID-19 y los riesgos de no tomar medidas de prevención (infección, enfermedad grave, COVID persistente, discapacidad, hospitalización, muerte) en especial para poblaciones de alto riesgo (personas con enfermedades crónicas, mayores de 65 años).
- Retomar la publicación de informes de diferentes indicadores relevantes a la pandemia y que estos se utilicen para educar de manera contextualizada y actualizada y para facilitar la fiscalización y el mejoramiento de la respuesta de salud pública.
- Colaborar con proyectos educativos, organizaciones de base comunitaria y otras entidades para una educación amplia y accesible a diferentes segmentos de la población, y que la educación vaya más allá de las redes sociales.