PEÑUELAS – Mientras Stephanie Morales Quiñones cursaba su grado universitario, trabajó como asistente de cocina en un restaurante y preparaba sándwiches en una panadería; experiencias que, además de ayudarle económicamente, le permitieron descubrir su amor por las artes culinarias.
Tras culminar sus estudios en Ingeniería Electrónica, la joven decidió tener su propio negocio y con la ayuda y el apoyo de su esposo compraron un food truck.
“Terminé la universidad, pero la verdad es que me entusiasmé con la idea de tener mi negocio, que no tenía nada que ver con lo que estudié. Mi esposo y yo comenzamos a buscar información porque no conocíamos nada. Lo primero que estábamos buscando era un vagón. Cuando lo conseguimos, tardamos casi 1 año en prepararlo y ponerlo en condiciones”, indicó la peñolana.
Stephanie y su esposo Manuel Rodríguez Colón lograron con mucho esfuerzo inaugurar su food truck, pero la falta de experiencia y desconocimiento les hizo vivir momentos de frustración y de llanto en sus primeros días.
“En una ocasión me acosté súper tarde preparando todo y cuando iba bien temprano en el food truck, con el movimiento, se me abrió la nevera y se perdió todo. Fue horrible”, contó la joven de 25 años.
La rutina de Stephanie comienza a las 5 de la mañana y ya a las 6:00 va de camino para que sus clientes puedan tomarse un café o comerse un sándwich antes de ir a trabajar.
“Atendemos público hasta la 1:00 de la tarde y cuando salgo regreso a casa y lo primero que hago es limpiar todo. Después comienzo a surtir el negocio y me pongo a adobar las carnes. Los primeros días estaba hasta la noche preparando todo, pero poco a poco he aprendido a maximizar y organizar mejor el tiempo”, explicó la empresaria, madre de una niña de 3 años.
A solo varios meses de la inauguración de La Caleta Food Truck, Stephanie agradece a sus clientes y al pueblo peñolano por todo el apoyo que le han brindado.
“Ha sido una experiencia grandiosa y es bien bonito ver el apoyo de la gente”, indicó.
La Caleta Food Truck vende café, sándwiches, quesadillas y hamburgers y es el ingreso económico de la joven para aportar en su hogar.
“Agradezco mucho a mi esposo, a mis papás y a mis suegros por todo el apoyo. Mi suegra, en especial, ha sido un apoyo bien grande con el cuidado de mi nena para que yo pueda trabajar”, dijo.
Stephanie aspira, a largo plazo, a tener un restaurante con un menú más variado y varios empleados que la ayuden.
“Todo el que tenga el sueño de un negocio propio debe saber que se puede lograr, todos los sueños son posibles, pero conlleva esfuerzo, trabajo y consistencia”, recalcó la joven empresaria.