Guánica – Tamara Zoé García Ortiz siempre ha estado clara de que la cocina es su mayor pasión en la vida. Tras cursar estudios en el prestigioso Culinary Institute of America, en la ciudad de Nueva York, y trabajar como chef en prestigiosos restaurantes como Augusto’s Cuisine, el Hotel San Juan y el Ponce Hilton, la joven hizo realidad su gran sueño de tener su propio restaurante.
El éxito de Tamara era notable. Su restaurante Zoé en el Náutico, localizado en el Club Náutico de la Parguera, era uno de los más concurridos en la zona.
“Ese restaurante era un sueño hecho realidad. De verdad que me iba súper bien y me surgió la oportunidad de abrir un segundo restaurante en Parguera mismo, pero en el poblado. Este otro se llamaba Aguazul”, contó la empresaria.
Ambos restaurantes mantenían su clientela constante y la chef fue reconocida en Buenas Mesas, Certamen del Buen Comer y Paladar, entre otros. Además, fue seleccionada entre los mejores restaurantes y chefs de Puerto Rico. Pero el éxito de los negocios tuvo su fin.
Giro laboral
“Para el 2012 más o menos, empezaron a hacer unos arreglos en el área de la Parguera. Ahí cerraron varias calles, era difícil el acceso al área y para colmo no había estacionamiento. Eso fue un caos. La gente dejó de ir a Parguera y mi clientela empezó a bajar de forma drástica. Fue bien duro, pero me vi obligada a cerrar. Tuve que cerrar los dos restaurantes”, narró.
La vida laboral de la guaniqueña dió un giro. Tras el cierre de sus restaurantes, se dedicó a dar clases culinarias en un Instituto en Ponce. “Fue una experiencia bonita. Yo compartía todos mis conocimientos con mis estudiantes y tuve gente muy buena a mi lado que me ayudaron mucho en esta nueva faceta, pero la verdad es que me hacía falta la cocina. Como dicen por ahí, me picaba la vena”.
La chef relató que soñaba con tener su espacio para volver a cocinar. “Mi hermano me ayudó con un carretón y empezamos otra vez. El carretón era pequeño y poco a poco reunimos el dinero y logré comprar uno más grande”.
Afectados por terremotos
Tamara comenzó a elaborar sus platos y su alta cocina, pero esta vez desde un ‘food truck’. Los clientes comenzaron a llegar a Guánica en busca de sus famosas delicias culinarias. Pero cuando Tamara comenzó a ver el éxito de su nuevo proyecto, enfrentó un reto inesperado.
Los terremotos eran la nueva orden del día. El espacio donde ubica su carretón se convirtió en un refugio improvisado para casi 400 personas. El miedo se había apoderado de gran parte de su gente.
“Fue bien fuerte. Nosotros cerramos por unos días porque lo perdimos todo. La estructura de la casa no sufrió daños, pero por dentro se dañó casi todo. Pero tuve que abrir porque quería ayudar a mi pueblo. Lo que hicimos fue que cambiamos todo el menú. Empecé a hacer empanadillas, ‘nuggets’ y otras cositas para que todo el que fuera por allí tuviese al menos algo calientito que comer. No teníamos ninguna ganancia, al contrario, pero nos mantuvimos allí con nuestra gente”, relató.
Llega el COVID-19. A principios del mes de marzo, Tamara y su esposo José Manuel Muriel Negrón, comenzaron de nuevo con la variedad gastronómica de Bocados Tamara y algo más, pero a las dos semanas tuvieron que cerrar debido a la Orden Ejecutiva por el COVID 19.
“Wao, yo no lo podía creer, imagínate. Ahora enfrentábamos un nuevo reto, pero no había de otra. Cerramos otra vez y lo más fuerte es que no recibimos ninguna ayuda, nada. Tuvimos que usar lo que teníamos ahorrado para subsistir”, explicó.
Tras las enmiendas a la Orden Ejecutiva, abrió con las debidas precauciones, pero esta etapa duró solo unas semanas.
Tormenta Isaías
Tamara y su esposo José Manuel enfrentaron una nueva prueba. Los vientos traídos por la tormenta Isaías arrancaron el techo del ‘food truck’. “Ya me tengo que reír porque no hay de otra. La tormenta se llevó el techo, pero no nos quitamos. Lo vamos a arreglar y, durante la semana, esperamos abrir otra vez”, expresó.
Aunque Tamara Zoé ha recibido varias ofertas, tanto en el área metropolitana, como fuera de Puerto Rico, pero prefiere permanecer en Guánica con mucha fe.
“Ya nosotros aprendimos a gatear, a caminar y a correr. Ahora lo que nos queda es volar. Es momento de alzar el vuelo y echar pa’lante; ni nos rendimos ni nos quitamos. Todo lo que ha pasado ha sido necesario para recordar todo lo que hemos logrado y todo lo que nos falta por lograr”, dijo. Bocados Tamara y algo más es un ‘food truck’ que ofrece comidas criollas, caldos gallegos, risotto, mariscos frescos y carnes, entre las alternativas de su variado menú.