Por Nydia Bauzá
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PONCE – La figura fascista, de bigote blanco, de Blanton Winship, surca el pensamiento del patriota Heriberto Marín Torres.
En las remembranzas del líder nacionalista de 96 años también vive el llanto de Blanca Canales, de Griselio Torresola y de otros nacionalistas de su natal, Coabey, en Jayuya, aquella tarde del 21 de marzo de 1937, cuando por la radio llegaban las noticias de la Masacre de Ponce.
Luego de la misa del Domingo de Ramos, la policía por órdenes de Winship – entonces gobernador militar de Puerto Rico- disolvió a tiros una manifestación pacífica de los Cadetes de la República y del Cuerpo de Enfermeras del Partido Nacionalista, quiénes desfilaban por la calle Marina, esquina Aurora en protesta por el encarcelamiento de su líder, Pedro Albizu Campos.
El entonces alcalde de la Ciudad Señorial, José Tormos Diego había autorizado la marcha, pero el general Winship revocó el permiso y a las 3:15 de la tarde, la manifestación fue emboscada por decenas de policías acuartelados en los cuatro costados, armados con rifles, carabinas, subametralladoras y gases lacrimógenos. En la matanza, diecinueve personas fueron asesinadas y más de 200 resultaron heridas. Según comprobaron las investigaciones los manifestantes estaban desarmados. Entre los muertos, figuraron transeúntes y dos policías, a consecuencia del fuego cruzado entre los propios oficiales.
Al conmemorarse este viernes el 88 aniversario de la Masacre de Ponce, don Heriberto Marín evocó aquel inolvidable Domingo de Ramos. Él tenía ocho años.

“Eso nunca se ha borrado de mi mente. Mamá, trabajaba en la casa de Blanca Canales, de cuando en cuando iba allá a cocinar, yo niño veo a la gente llorando pregunto y me dijeron: asesinaron a un grupo de personas que salía de la iglesia el Domingo de Ramos. Me eché a llorar también, como niño al fin”, relató con ojos llorosos a Es Noticia desde su apartamento en el Viejo San Juan, una pequeña casa museo, repleta de recuerdos de la figura de don Pedro Albizu Campos.
Marín Torres recordó cómo la triste noticia se difundió lentamente en su barrio, pues en 1937 en muy pocas casas en los campos había radio. “Eran dos o tres personas nada más, la gente de dinero, la que tenía radio y aquello me impactó”, aseveró. Al año siguiente, cuando tenía nueve años, vio a Winship.
Contó que en 1938 la maestra, Ana Luz Marchand, residente de Río Piedras, fue trasladada a la escuela elemental de Coabey y la educadora llevó a los estudiantes de gira a la ciudad capital.
“Aquel grupo de muchachos desarrapados, descalzos, fuimos en un viaje en un camión a San Juan. Primero tuvimos que ir a la casa de ella porque aquello fue un desastre, ninguno de nosotros habíamos estado (en un carro) a menos que fuera una carreta de bueyes y el movimiento del camión hizo que todos vomitáramos. Cuando llegamos a Río Piedras a la casa de la maestra, según íbamos bajando del camión nos iban echando agua con una manguera para quitarnos toda la peste y toda esa cosa de encima”, rememoró Marín Torres.
Como parte del paseo visitaron la Universidad de Puerto Rico, el Parque Luis Muñoz Rivera en Puerta de Tierra y La Fortaleza.
“Nunca he podido olvidar la figura de Winship, aquel tirano que ordenó la masacre de Ponce, donde asesinaron a 19 inocentes, entre ellos niños, niñas. Llegamos a los jardines de la Fortaleza, ella (la maestra) lo que quería era que viéramos los jardines y de pronto, salió Whinship. Nunca se ha borrado de mi mente aquella figura, que salió por una puerta y se metió para dentro, con un bigote blanco. Yo tenía entonces nueve años”, compartió don Heriberto.
Dijo que la Masacre de Ponce y el régimen de Winship fueron creando en él un sentimiento de rechazo. “Primero, no me gustaba que las clases fueran en inglés y segundo, que aquellos que habían asesinado, eran gente inocente. A mí me contaba Rafaelito Cancel (el ex prisionero nacionalista) que su mamá fue a Ponce vestida de blanco porque era de las Enfermeras de la República y regresó (a Mayagüez) toda de rojo, de sangre, porque ella había tratado de ayudar (a los muertos y heridos) y se llenó de sangre”, evocó compungido.
La Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos responsabilizó a Winship por la masacre y en medio de presiones del Congreso, en marzo de 1939, el entonces presidente Franklin D. Roosevelt lo destituyó de la gobernación, pero ni él ni ninguno de sus subordinados fue nunca procesado o reprendido por la matanza de civiles desarmados. Incluso, el mismo año que Winship fue destituido recibió un doctorado honoris causa en la graduación de la Universidad de Puerto Rico.
“La Masacre de Ponce fue algo tan horrible, tan bárbaro dentro de la historia nuestra y de cualquier país del mundo”, apuntaló.
Narró que en la biblioteca de la escuela del pueblo de Jayuya se convirtió en un voraz lector. “Empecé a leer a Simón Bolívar. Ya yo conocía quien era (el poeta y escritor francés) Víctor Hugo. Un tío de Blanca Canales que iba a leer a casa todas las noches. Fui creando conciencia y a los 14 años ya era Cadete de la República”, explicó.
Detalló que a través de Griselio y Elio Torresola y de Carlos Irizarry, miembros del Partido Nacionalista en Jayuya, se enlistó en el brazo militar de la colectividad. “Yo había visto en la casa de Blanca Canales una foto ovalada del papá de ella, don Rosario Canales, de su hermano, Nemesio R. Canales, de la mamá de Blanca, doña Consuelo y había también una foto ovalada de una persona negra. Esa foto era de don Pedro. Yo no sabía quién era, empezaba mi adolescencia, pero a los ocho o nueve años, yo sabía quién era aquel que estaba allí, que se llamaba Pedro Albizu Campos. Me habían dicho cuándo pregunté qué estaba preso junto con otro grupo por defender la independencia de Puerto Rico”, contó Marín Torres.
Su primera experiencia como Cadete de la República, a la edad de 16 años, fue una marcha desde el Capitolio hasta el Cementerio Santa María Magdalena de Pazzis, en el Viejo San Juan, para conmemorar el natalicio del prócer José de Diego. Para comprar el uniforme dijo que tuvo que trabajar en la agricultura. “Era camisa negra, pantalón blanco, zapatos, correa y boina negra”, detalló. La camisa y la boina llevaban bordada una Cruz de Malta, agregó.

Otro suceso que marcó la trayectoria política de don Heriberto fue el asesinato del joven nacionalista Angel Esteban Antongiorgi, el 25 de julio de 1938 cuando Winship conmemoraba desde Ponce el 40 aniversario de la la invasión de las tropas estadounidenses a la isla. “Como para reírse de nosotros, Winship la celebró desde Ponce, dónde cometió la masacre. Apareció un muchacho, Antongiorgi, y le disparó a Winship con tan mala suerte que a quien cogió fue al coronel Luis Irizarry, quien murió.
Antongiorgi fue asesinado por la Policía en la Plaza Las Delicias de Ponce y su cadáver nunca apareció”, consignó.
Relató que en 1948, cuando Albizu Campos llegó de la prisión de Atlanta ofreció un discurso en Ponce y recordó la Masacre de Ponce, el asesinato de Antogiorgi y la desaparición del cadáver. “Don Pedro decía que eran antropófagos”, sostuvo.
Recordó además, que cuando Albizu Campos fue a vivir un tiempo a Coabey fue a conocer un matrimonio de Yauco que se mudó al barrio. “Don Pedro les habló de aquel héroe nacionalista que había muerto en el ataque a Winship y ella le dijo: ‘ese era mi primo’, la mujer fue al cuarto y sacó del baúl un retratito pequeño de Antongiorgi vestido de cadete. Don Pedro no sabía quién era él en el aspecto físico y cuando vio aquel retratito, se le saltaron las lágrimas”, detalló.
Don Heriberto conoció a Albizu Campos en 1948 después que el líder nacionalista, salió de prisión, con un indulto condicionado. “Una noche fue a mi casa en Coabey, Griselio Torresola, yo vivía al otro lado de la quebrada de la casa de Blanca Canales y me dice: ‘llegó una persona que a ti te gustaría conocer’. Cuando llegué a la sala, quien estaba era Don Pedro. Yo fui a darle la mano y no me la dio, me dio un abrazo y me dijo: ‘hijo cómo está ese corazón’. Eso bastó para que después fuera como un hijo para él. Yo iba para los 20 años”, remembró don Heriberto Marín Torres, quien estuvo nueve años en prisión por su participación en la Revolución Nacionalista de 1950.