Inicio Deportes Jorge Brown y su pasión por el deporte

Jorge Brown y su pasión por el deporte

214
0

Por Sandra Caquías Cruz

redaccion@esnoticiapr.com

 

PONCE – Más allá de los timbales que resuena con su orquesta, la cual lleva su nombre, al ponceño Jorge Brown muchos lo conocen por haber fundado una escuela para enseñar a los pequeños a jugar béisbol.

Publicidad

La Escuela Jorge Brown celebra sus 30 años de fundación. Nació ante la necesidad de transformar un terreno, en la urbanización Starlight, en Ponce, en un campo de juego para que los niños y jóvenes de la Ciudad pudieran acudir y aprender a jugar béisbol, relató Jorge Enrique Brown Morales, mejor conocido como ‘Jorge Brown’, nacido en la comunidad Bélgica, en Ponce.

Los pupilos de la Escuela Jorge Brown son pequeños que les gusta el deporte del béisbol, pero sus destrezas no están desarrolladas y necesitan a alguien que los guie y le enseñe porque no tienen la experiencia ni la formación que le requieren para estar en una liga.

“Nadie quiere trabajar con los nenes que les gusta y que no saben jugar”, lamentó Brown. Precisamente, esa es una de las críticas que, al igual que el baloncesto, se les hacen a las diversas ligas que aceptan al niño solo cuando alguien ya le ha enseñado a jugar y están listos para ocupar una posición en un equipo, destacó Brown, quien resaltó que entre sus alumnos ha tenido niños con autismo e inquietud por aprender béisbol. Esos niños, algunos de pueblos distantes, han logrado salir airosos.

Brown narró que la Escuela Jorge Brown comenzó cuando llegó un día a un área que tenía la urbanización y vio a un grupo de niños jugando en un terreno pedregoso y que los exponía a un accidente. Entonces convocó a los padres de los niños a que llegaran el sábado con herramientas para limpiar y acondicionar el terreno, y así ocurrió.

Tocaron muchas puertas. La ayuda comenzó a llegar. Comenzaron a organizar equipos y formalizar torneos.

Los pequeños se fueron contagiando con el juego de pelota y resurgió el llenar los parques comunitarios de niños y padres interesados en el deporte. Los sábados se llenaban los parques de pelota de los barrios y las urbanizaciones. Realizaban torneos y jugaban unos contra otros.

Empero, llegó el huracán María, más tarde los terremotos, la pandemia y hace unos meses el huracán Fiona, y con ellos los parques volvieron al abandono, denunció Brown.

“Las facilidades recreativas están abandonadas”, lamentó antes de destacar que en Ponce las facilidades están en olvido, llenas de maleza y necesitan ser remozadas para enamorar a los niños por el deporte y sacarlos de la tecnología y el celular.

Brown nació en el populoso barrio Bélgica, en Ponce. En un sector de mucha pobreza en la calle Cruz y cuyas familias fueron desplazadas para darle paso a lo que se conoce como urbanización El Bosque. Las familias fueron reubicadas en viviendas públicas y así fue como Jorge Brown -en 1954- llegó a vivir al residencial Manuel de la Pila. Su mamá era ama de casa y su padre mecánico. Tiene 10 hermanos.

En la década de 1950, Brown se inclinó por la música. Acostumbraba a visitar el parque Charles H. Terry y participar en actividades culturales, así desarrolló su amor por la música, en especial los timbales. Le gusta la música de salsa.

“Yo me hice en la pelota y en la música, en el Charles H. Terry”, expresó orgulloso. A muy corta edad se integró a la agrupación Los Armónicos. También tocó en una banda de acero. Participó en varias presentaciones. Llegó a grabar dos interpretaciones, la más escuchada fue la salsa: Filosofía.

Empero, fue el deporte su otra gran pasión. Sin lugar a dudas aficionado a los Yanques, por lo que no lo encontrará con otra gorra que no sea de las Yanques.

Como siempre se mantuvo entre la pelota y el deporte, en el 1969 fue escogido para jugar con los Polluelos de Aibonito. También perteneció a los Goya de Río Piedras y representó a Puerto Rico en Santo Domingo, Nueva York, en una Serie Mundial en Cuba, en la que conoció a Fidel Castro; en Juegos Panamericanos celebrados en Colombia, entre muchas otras competencias en las que puso la bandera de Puerto Rico en alto.

En 1975 regresó a jugar con los Polluelos de Aibonito. También jugó con Los Maratonista de Coamo y en 1981 era parte del equipo Los Cachorros de Ponce, donde se retiró.

Brown fundó la Escuela de Béisbol, de manera voluntaria, una vez se retira de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, donde trabajó por 30 años.

Está casado hace 44 años con la yaucana Amanda Torres Barreto. Tienen cinco hijos y 12 nietos: cinco varones y siete niñas. “Nunca he bebido, nunca he fumado. No he tenido ninguna clase de vicio”, expresó orgulloso al tiempo que sonaba su celular, cuyo timbre es la canción: ‘Y después que le pongan salsa’.