PONCE – Andrea Montero Vélez, en medio de la dificultad económica que atravesaba su familia y con la esperanza de ayudar en los gastos del hogar, decidió, a sus 18 años, desarrollar su empresa con la fusión del límber y el gelato italiano: Limber Gelato.
“Recuerdo que cuando le hablaba a la familia de lo que pensaba hacer, no se mostraban muy convencidos. Mi mamá y yo aprovechamos un cumpleaños de mi papá y preparamos muestras de diferentes sabores para que los invitados probaran. Todos quedaron encantados y eso me motivó mucho más”, relató la joven ponceña.
La abuela de Andrea le regaló un freezer usado que sirvió para dar comienzo al negocio.
“Al principio fue bien difícil porque no tenía capital para invertir. Así es que ese freezer que me regaló mi abuelita fue clave para poder arrancar”, dijo.
La joven, estudiante de Finanzas de la Universidad Interamericana de Ponce, vendía su producto en la universidad, pero la llegada de la pandemia causó un estancamiento en el negocio.
“Al principio no sabía cómo lidiar con la situación, pero después utilicé ese tiempo para prepararme y aprender más sobre cómo mercadear. Fue un buen tiempo porque me sirvió de aprendizaje y gracias a eso hoy día tengo un negocio próspero”, resaltó la empresaria.
El primer reto que tenía Andrea era cómo trasmitir a otros las particularidades de su producto.
“El gelato es un helado italiano que se prepara a una temperatura diferente, su sabor es bien intenso y se caracteriza por su textura cremosa. Básicamente este es el concepto que tienen mis límbers. Mi producto siempre viene con una cuchara en el medio, ya eso es parte de nuestro trade mark. Lo primero que hay que explicar es que estos limbers no son a base de agua. Eso, junto a nuestros ingredientes secretos, da la textura y el sabor del gelato”, explicó Andrea.
Hoy, Limbers Gelato es el sustento principal de la familia. El papá de la joven empresaria tiene limitaciones que le impiden trabajar y sobreviviente de cáncer; su mamá está desempleada.
“Mi negocio se ha convertido en una empresa familiar y eso me hace sentir bien feliz”, expresó Andrea, quien también tiene una hermana de 6 años.
La joven ponceña y su mamá Frances Vélez Maldonado han creado más de 50 sabores y sus clientes llegan hasta su negocio, desde diferentes puntos de la Isla, para degustar los ya famosos límbers.
“Al principio yo sentía miedo, más que nada era miedo al fracaso, pero que bueno que me atreví. Mi familia siempre ha estado ahí conmigo, mano a mano; eso me ha motivado. Ellos son mi mayor inspiración: mis papás, mi abuelita y mi hermana”, indicó. “No es fácil. Tengo 20 años y en ocasiones quisiera salir y divertirme como cualquier joven, pero tengo responsabilidades que atender.