Por Redcción Es Noticia
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Un alto porcentaje de niños con autismo enfrenta problemas de alimentación.
El problema es común en esta población ya que se estima que un 70% de ellos presentan alguna dificultad de alimentación, desde leve hasta severa, la cual causa un rompimiento en la armonía del hogar al momento de comer y es de preocupación constante de los padres, informó la patóloga del habla y lenguaje Lic. Nellie Torres de Carella, experta en el tratamiento de la condición.
Con el objetivo de reconocer el 2 abril, cuando de conmemora el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, Torres de Carella sostuvo que algunos niños con autismo apenas comen y limitan su dieta a cierto tipo de alimentos con cierto sabor y textura, rechazando todo lo que sea diferente.
“Otros comen sin saciarse y se llevan grandes bocados a la boca. Sin embargo, son los padres de niños con dietas restringidas los que viven constantemente preocupados por la nutrición de sus niños. Un niño que solo come papas fritas únicamente de determinado restaurante de comida rápida, todos los días, para almuerzo y comida, no está recibiendo todos los nutrientes que necesita para crecer y, además, está ingiriendo un alimento no saludable que le podría causar eventualmente problemas de salud” dijo la directora clínica del Instituto Fonemi de Puerto Rico.
Agregó que los niños con autismo presentan suma dificultad con las transiciones o cambios, de ahí el inusual apego a las rutinas y las conductas inadecuadas cuando tienen que pasar de una actividad a otra. La neofobia o temor irracional a lo nuevo o desconocido se identifica como una de las causales de la resistencia a probar alimentos nuevos en niños con autismo. El desarrollo de las destrezas de alimentación es uno gradual que va desde alimentos líquidos a espesos y luego a sólidos, además de mezclas de texturas, olores, características visuales (colores y formas) sabores y temperaturas que para un niño con dificultad para tolerar transiciones y cosas nuevas, es un reto muy grande; máxime cuando son cosas que no se mantienen fuera de él, sino que va a introducirse dentro de él a través de la boca.
Las conductas obsesivas o fijaciones son comunes en niños con autismo. Algunos se obsesionan con cierto personaje, juguete, color, película o canción. Lo mismo puede ocurrir con los alimentos al desarrollar una obsesión con alguno de ellos y solo aceptar el mismo, presentado de cierta forma, como por ejemplo, solo comer trozos de pollo procesado y empanado («nuggets»), pero los que tienen forma alargada (no redonda o de alguna otra forma), o solo aceptar alimentos rojos o de otro color.
Según Torres de Carella, los niños con autismo tienen, como parte de su diagnóstico, dificultades para procesar adecuadamente la información sensorial que les llega por los sentidos. Desde esa perspectiva, si la sensación oral es muy alta, estos van a evitar alimentos de textura dura, sabores o temperaturas extremas. Por lo contrario, si la sensación oral es muy baja, preferirán los anteriores y rechazarán aquellos que apenas sienten en la boca.
“Los niños con autismo generalmente tienen un tono muscular bajo lo esperado, por lo cual masticar alimentos duros les cuesta y la hora de comer se hace interminable, así que evitan alimentos de textura dura y prefieren los blandos porque los pueden manejar mejor. Las dificultades señaladas son suficientes como para afectar la ingesta de alimentos y no se resuelven con castigos ni obligando al niño a comer. No obstante, ignorar el problema y aceptar la dieta restringida del niño para que ‘al menos coma algo’, tampoco es una alternativa”, apuntó.
“Trabajar con el problema de alimentación en los niños con autismo no solo los ayuda a tener una mejor salud, sino también a disminuir conductas socialmente inadecuadas, así como también a remover un obstáculo para la paz durante la actividad social que constituye el momento de sentarse como familia a comer. La ganancia es claramente para toda la familia”, concluyó.