Por Marvin Argüello Angarita, MD MPH
Cirujano Plástico y Reconstructivo
Cada año, miles de mujeres enfrentan el diagnóstico de cáncer de seno. La cirugía, ya sea lumpectomía o mastectomía, suele ser un paso necesario en el camino hacia la curación.
Sin embargo, con demasiada frecuencia se olvida que la lucha contra el cáncer no termina cuando se extirpa el tumor: continúa en la recuperación física, emocional y psicológica de la paciente.
La reconstrucción mamaria es una herramienta fundamental en este proceso. No se trata de un procedimiento “estético” en el sentido superficial del término, sino de una cirugía reconstructiva que restaura la integridad corporal, la autoestima y la calidad de vida.
Numerosos estudios han demostrado que las pacientes que acceden a la reconstrucción presentan mejor adaptación psicológica, mayor confianza en sí mismas y, en muchos casos, una recuperación más integral.
Aun así, en pleno siglo XXI, el acceso a la reconstrucción sigue siendo desigual. Factores económicos, geográficos y hasta culturales limitan la posibilidad de que muchas mujeres reciban esta opción, obligándolas a enfrentar las secuelas de la mastectomía sin alternativas.
Como sociedad y como profesionales de la salud, no podemos permitir que la reconstrucción mamaria sea vista como un lujo. Es un componente esencial del tratamiento del cáncer de seno.
Como cirujano plástico certificado y salubrista, he visto de cerca como cambia la vida de una paciente cuando se le ofrece la posibilidad de recuperar lo que la enfermedad le arrebató. Esa transformación trasciende lo físico: es una victoria emocional, un paso hacia la plenitud después de la tormenta.
Por eso, hago un llamado claro: toda mujer diagnosticada con cáncer de seno debe recibir, desde el inicio de su tratamiento, información clara y acceso real a la reconstrucción mamaria.
Los sistemas de salud, públicos y privados, tienen la responsabilidad de garantizarlo. La reconstrucción no debe depender de la suerte, del lugar de residencia o de la capacidad de pago, sino reconocerse como lo que es: un derecho humano vinculado a la dignidad, a la equidad y a la justicia en salud.
La lucha contra el cáncer de seno no termina en el quirófano. La verdadera victoria está en ofrecer a cada paciente la oportunidad de sanar en cuerpo y alma. Y para lograrlo, la reconstrucción mamaria debe estar al alcance de todas.
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