Por Sara R. Marrero Cabán
GUÁNICA – Los acontecimientos del pasado año resultaron ser una verdadera prueba de fe y paciencia para las hermanas Dominicas de nuestra Señora del Rosario de Fátima.
Más aún, mostraron el brío que tienen por su misión al adaptarse a las incomodidades atípicas.
En primer lugar, cinco edificios del convento fueron seriamente afectadas por los sismos, inhibiendo el acceso indefinidamente.
Por lo tanto, 37 monjas -de edad avanzada o con enfermedades- fueron trasladadas a la Casa Santos Jacinto y Francisco Marta en la urbanización Constancia, en Ponce, inaugurada el 20 de febrero de 2020.
En el convento guaniqueño permanecieron nueve religiosas, quienes luchan por bendecir las vidas de la comunidad diariamente. Asimismo, buscan recaudar fondos para reconstruir la Casa Madre histórica y otras estructuras que están en peligro de derribar.
Por otra parte, la pandemia del COVID-19 afectó la manera que imparten los servicios religiosos.
“Tuvimos que tener un corazón ‘sismo resistente’. Nosotras no hemos parado. Hemos estado reinventando, reestructurando nuestra misión y, entonces-cuando ya no se podía venir a visitar por lo de la pandemia-, nosotros ahí tuvimos que hacer como todos, hacer uso de los medios de comunicación, entrar en el Facebook, el internet y todo y, también, grabar las misas”, aseguró la priora general Sor Margarita Mangual Colón.
“Hemos seguido activas, pero nos hemos tenido que reinventar la forma de brindar el servicio y, con los debidos cuidados, con las mascarillas, el distanciamiento, pero siempre haciendo la caridad”, agregó.
La Casa Madre, donde habitó la fundadora de la congregación Madre Dominga Guzmán Florit, tiene más de 250 años de construcción. Por lo tanto, el Instituto de Cultura Puertorriqueño (ICP) prohibió su demolición y exige que se rehabilite manteniendo el diseño arquitectónico original. La suma total oscila entre los millones, anticipó Mangual Colón.
Mientras, las hermanas que aún residen en el convento se mudaron a una casa en los predios y movieron sus operaciones a vagones, los cuales fueron donados por benefactores a la causa.
Mangual Colón resaltó que, a pesar de los óbices, las monjas disfrutan de salud y vigor para servir a los demás.
“(A veces) uno se desanimaba, algunas veces (decía) ‘Dios mío, qué mucho’. A veces yo camino por aquí y digo ‘ay, Señor, qué mucho nos falta’ y yo quisiera que las cosas fueron más rápidas, pero son lentas. Pero, todo lo dejamos en las manos de Dios, nos ponemos en sus manos, confiamos plenamente en Él y, nuevamente, sacamos fuerzas para seguir adelante. Pero, sabemos que Él es el que nos sostiene. Nos vimos cogiendo sereno, lluvia, viviendo de manera incómoda, pero-hasta el momento-, no nos hemos enfermado. Así que, Dios ha estado con nosotras y también la Virgen nos ha protegido y cuidado”, comentó la hermana quien es natural de Juana Díaz y ha dedicado 30 años al servicio.
“La gente también ha pasado lo mismo. Se desanima, pero saca la fuerza. Tenemos esa resiliencia, esa fuerza interior que nos ayuda a seguir adelante. Hay unos días que uno se deprime y se desanima, pero ya vemos que Dios va conduciendo todo y nos va guiando. Y, sobre todo, van llegando las ayudas para seguir adelante”, afirmó.
Para aportar a la reconstrucción, puede enviar donativos monetarios por correo tradicional a:
- Hermanas Dominica de Fátima
PO Box 62 Yauco 00698-062
También reciben donativos por medio de la aplicación ATH Móvil al (787)458-2411.