Por Miguel Díaz Román
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“Ya estamos como un pueblo fantasma, un pueblo fantasma potencial…tenemos unas playas preciosas y un montón de cosas bonitas, pero lamentablemente se han olvidado de nosotros y de noche ni se diga. No se oye nada. Y ahora para colmo está el coronavirus”, se lamentó Tamara García, quien vive en Guánica y ha presenciado con horror la despoblación creciente de su pueblo tras el sismo de magnitud 6.4 que estremeció la tierra en el suroeste y en toda la isla, el pasado 7 de enero.
“El problema es que en Guánica la tierra no ha dejado de temblar. Mucha gente se fue después de los temblores, y no solo se han ido para Estados Unidos, sino a otros pueblos de la isla porque no aguantaron el empuje. Se fueron para Cabo Rojo, Mayagüez, San Germán; ¡es que Guánica no para de temblar! Llevamos siete meses con temblores. En estos días ha estado un poco más calmado”, explica García, quien opera un “food truck” conocido como Bocados Tamara, y que suele ubicar en la Carretera 116, muy cerca de la urbanización Valle Tania.
Fue precisamente en un solar baldío en los predios de la urbanización Vella Tania que el pueblo atemorizado y de manera espontánea, levantó refugios en carpas para evitar que los techos de sus casas se les desplomara encima, tras el sismo del 7 de enero.
García sostiene que el efecto devastador de los sismos no solo ha causado la masiva despoblación del pueblo, luego del derrumbe de cientos de residencias y edificios públicos y privados, sino que también destruyó la incipiente actividad económica que se experimentaba en Guánica a finales del 2019, dos años después del huracán María.
“Aquí había un montón de negocios y ahora ni supermercado tenemos. La mayoría de aquellos negocios han cerrado y ahora quedan unos pocos… ¡es que no hay gente!”, sostiene la emprendedora mujer con un dejo de angustia que demuestra la impotencia que sufre ante el éxodo inevitable de miles de residentes de Guánica.
La experiencia de este pueblo costero del suroeste no es muy distinta a la que experimentan otros pueblos de la región que sufrieron con virulencia el efecto de terremotos en los pasados siete meses y que amenazan con convertir a muchos de ellos en pueblos fantasmas, según concluyeron el demógrafo Raúl Figueroa Rodríguez y el economista, Luis Benítez.
“El suroeste es la región de la isla más afectada y es bien posible que veamos, sino pueblos, barrios y sectores de estos pueblos bastantes despoblados y eso va haciendo a esos municipios más inviables. Esos municipios ya venían arrastrando problemas, pero después de los temblores ese patrón de despoblación ha aumentado ciertamente. Sabemos que hay muchas casas vacías y esa es una mala señal”, dijo Figueroa Rodríguez.
El demógrafo sostuvo que el efecto de los temblores ha causado una estampida de residentes, la mayoría de los cuales es gente joven en edad productiva. “El problema es que la gente que se va son los jóvenes en edad productiva que quieren buscar más oportunidades y se quedan las personas envejecientes. Entonces vemos que hay una baja tasa de natalidad en Puerto Rico y una tendencia al envejecimiento de la población, que es una tendencia que también ocurre en los países desarrollados de Europa. Pero acá no tenemos el desarrollo de muchos países europeos, porque no podemos pagar nuestras deudas y el sistema de retiro quebró”, dijo Figueroa Rodríguez.
Agregó que la despoblación aumentará las dificultades económicas de los pueblos del suroeste y los convertirá en municipios inviables. Sostuvo que para poder sobrevivir como entidades de servicio a la comunidad deberán unirse. “Esa es una opción que los alcaldes no quieren, pero aquí habrá que tomar decisiones drásticas porque en la medida que siga bajando y envejeciendo la población, aumentarán los problemas de esos municipios porque la población vieja tiene unas necesidades de salud, de salud mental y de infraestructura que los municipios no tienen”, dijo el demógrafo.
Para el economista Benítez la despoblación de la isla y de los pueblos del suroeste es un fenómeno que ya se venía registrando desde la pasada década, a causa de la crisis económica que comenzó el 2006 y que se agravó en el 2009 con el estallido de la burbuja inmobiliaria, que afectó severamente la economía mundial.
“Ya se venía dando la despoblación, pero la aceleró la crisis económica, después vino la quiebra del gobierno, el huracán María en el 2017, los temblores y la pandemia. ¿Y que cuál es el resultado? Pues que los municipios más afectados no pueden pagar sus gastos…porque los municipios viven de lo que paga la gente en contribuciones por inmuebles, por el IVU. Los municipios viven de la economía de sus pueblos y si no hay gente no hay economía. Y si se va la gente joven en busca de un mejor futuro, se quedan los viejos, que no se pueden mover. ¿Y qué tenemos entonces? Pueblos fantasmas, donde no hay gente”, sentenció Benítez.
De acuerdo con la Oficina del Censo Federal, durante el periodo 2010 a 2019, Puerto Rico perdió más de 500,000 habitantes.
Entre los municipios que más población perdieron en esos nueve años figuran con prominencia los pueblos del suroeste de Guánica y Peñuelas, que perdieron el 21% de su población; Ponce y Yauco, que perdieron el 20 % de su población; y Guayanilla y Villalba perdieron 18% de su población. De hecho, del 2010 al 2019, los 12 municipios del suroeste perdieron 82,926 habitantes.
Otra estadística de la Oficina del Censo Federal realizada entre el 1 de julio del 2017 y el 1 de julio del 2018, que recoge los efectos en la población del huracán María, concluyó que los mismos 12 municipios del suroeste perdieron 18,951 habitantes.
Incluso, el comisionado electoral del Partido Popular Democrático, Lind Merle Feliciano, indicó que ya el PPD sabe que, en toda la isla, pero en el suroeste con marcado acento, se registrará una merma de electores, pero no pudo precisar la cantidad de esa merma. “Te puedo decir que en Guánica hay más de 1,000 personas menos después de los temblores porque los líderes de barrio nos lo dicen. Yo soy de Guánica y sé que hay muchas casas vacías”, dijo Merle Feliciano.
La realidad es que el efecto material y sicológico de los sismos acontecidos en la primera mitad del 2020, han sido más devastadores para la población del suroeste que los efectos del huracán María, por lo que debemos esperar hallazgos dramáticos en el censo que actualmente realizan las autoridades federales en Puerto Rico.
“El efecto de los sismos ha sido bien fuerte en esa región. Familiares míos que llevaron suministros al sur después de los temblores me contaron que un ministro de Yauco les dijo que se había quedado sin feligresía porque la mayoría de la gente que visitaba su iglesia de habían ido de Yauco”, dijo Benítez.
El economista señaló que otro efecto de la despoblación es la especulación con tierras y estructuras de parte de inversionistas que están al acecho para aprovechar oportunidades causadas por el efecto de las desgracias naturales.
“En esas transacciones se estará dando una planificación que no surge de las autoridades, porque los inversionistas comprarán a precio de pescao ‘abombao’ y construirán sus proyectos turísticos. Pero ¿dónde está la Junta de Planificación en todo esto? Los que trabajan allí están haciendo su trabajo, pero esos trabajos están engavetados porque a la Junta de Planificación la han dividido y sus directivos no saben qué hacer, qué dirección tomar”, dijo Benítez.
El economista sostuvo que actualmente, la pandemia ha paralizado esas transacciones, pero tan pronto termine el periodo de emergencia por el coronavirus, esos procesos continuarán con bríos y es muy posible que los terrenos y propiedades del suroeste serán muy atractivos para los inversionistas.
Benítez coincidió con Figueroa Rodríguez en que la única opción para los municipios inviables del suroeste será unirse en el concepto de condados para acceder en conjunto a fondos federales.
“El reto es ofrecer buenos servicios de salud y de educación y garantizar empleos para detener la despoblación. Yo creo que el reto será la actividad económica, traer fuentes de empleo a esta zona es el gran reto que tienen los municipios y el gobierno”, dijo Figueroa Rodríguez.
Benítez también mencionó que la gobernadora Wanda Vázquez Garced y su entorno han demostrado una incapacidad para entender los problemas que han causado los sismos en el suroeste, que se demuestra en la ausencia de estrategias y proyectos para enfrentar el grave deterioro que amenaza esa zona.