Por Floridalia Cortés Arroyo
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PEÑUELAS – Cuando Sonieel Rivera Torres expresó su interés por hacer un negocio, el apoyo de sus padres no se hizo esperar. El niño de 9 años y quien tiene talento para el dibujo y la pintura, pidió unas canvas a sus papás con la intensión de crear y vender sus obras.
“Yo compartí fotos de esos primeros cuadros y casi de inmediato los vendimos, fue una compra de Estados Unidos”, contó Dianette Torres, la madre del artista. Ya con algunas ganancias, Sonieel tenía para seguir invirtiendo y comprar más canvas y materiales.
“Su tía le regaló unas gorras blancas y él de inmediato las pintó y las vendió, vendió todas las gorras. Fue bien emocionante porque ahí él empezó a ver el fruto de su trabajo”, dijo la peñolana.
Luego de varias semanas, el niño decidió ofrecer otros productos para que su negocio se moviera más y poder aumentar sus ventas y ganancias.
“El me expresó la idea de, además de vender sus pinturas y dibujos, vender dulces y refrescos. Verificamos cuánto dinero tenía para invertir en su negocio y poco a poco fue comprando dulces, papitas, bizcochos, refrescos y otras cosas más para vender”, relató Dianette.
Tanto la madre de Sonieel quien trabaja como cajera en un supermercado y su padre, Sonny Rivera Nieves, barbero de profesión y trabajador en una feretería, expresaron el gran orgullo que sienten por su hijo.
“El es buen estudiante, practica tae kwon do, es buen hermano, buen hijo. De verdad que estamos muy orgullosos de él”, dijo Sonny refiriéndose a su hijo.
Según Dianette, esta pequeña empresa ha tenido un impacto positivo en la vida de Sonieel.
“El está aprendiendo lo que es el valor del trabajo, él mismo hace sus cuadres, lleva su Petty, trabaja con un presupuesto y administra sus finanzas. La tiendita abre solo los fines de semana porque la semana es para estudiar y hacer su deporte. Cuando llegan los sábados, él mismo salta de la cama, se arregla y se prepara para su día de trabajo en La Curvita DulZona”, indicó la joven.
Los domingos Sonieel recibe la paga por las ganancias de su negocio y además de ahorrar, utiliza una parte para comprar algún juguete.
“Ahora él socializa más y se expresa mejor. Otra cosa es que esto lo ha despegado un poco de los juegos de video”, dijo la madre del pequeño comerciante.
El niño expresó que cuando crezca quiere ser un empresario y recientemente comenzó a hacer videos en vivo, los cuales han ayudado a expandir su clientela tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos.
“Tengo cheetos, gomitas, galletas, bizcochitos, mantecaditos. Se hacen entregas en el pueblo de Peñuelas con la compra de 5 dólares o más y se envía a Estados Unidos, pero ustedes pagan el correo”, decía Sonieel en uno de los videos transmitidos, mientras tímidamente buscaba apoyo estirando la parte inferior de su camisa.
“Tengo que decir que una de las cosas más bonitas de este proceso es que Sonieel siempre compra y lleva algunas meriendas extras para la escuela por si alguno de sus compañeros no pudo llevar. Yo creo que ese es el gesto que más lo describe”, dijo la madre.
En una pequeña tiendita improvisada y frente a su humilde residencia en el Barrio Tallaboa Alta, Sonieel es visitado por clientes que, motivados por la creatividad y la perseverancia del niño, deciden conocerlo y saludarlo personalmente.