Inicio PORTADA Primeros mártires de la revolución nacionalista de 1950 cayeron en Peñuelas

Primeros mártires de la revolución nacionalista de 1950 cayeron en Peñuelas

201
0

Por Nydia Bauzá
redaccion@esnoticiapr.com

 

PEÑUELAS – La pistola calibre 22 que Blanca Canales Torresola blandió durante la Insurrección Nacionalista para interrumpir las comunicaciones del gobierno en Jayuya, izar por primera vez la monoestrellada y proclamar la segunda República de Puerto Rico, se conserva en la Casa Museo Canales, del histórico barrio Coabey, en el pueblo de Los Tres Picachos.

En el barrio Macaná de Peñuelas, a la vera de la carretera 127, sigue erguida la palma, donde la madrugada del 30 de octubre de 1950 cayeron los primeros mártires del levantamiento en armas que buscaba denunciar el coloniaje en Puerto Rico, bajo el gobierno de Estados Unidos.

Al resguardo de la simbólica palma, yace una tarja con los nombres de los nacionalistas caidos aquella madrugada en el primer enfrentamiento con la Policía: Arturo Ortiz Torres, José A. Ramos y Guillermo González Ubides, pero una mezcla de maleza, basura y moho opacan el monumento.

“Aquí comenzó la revolución nacionalista bajo el liderato del maestro Pedro Albizu Campos”, dice la placa sobre una pequeña base en concreto al pie de la palma, donde aún se aprecian algunos huecos de las balas de esa madrugada, hace 75 años. Antes de la tarja, los nombres de los combatientes nacionalistas figuraban escritos a mano en un rústico pedazo de madera y en el lugar, que se conoce como “La Palmita de los nacionalistas” había siempre izada una bandera de Puerto Rico.

El grupo sublevado en Peñuelas lo lideraba Melitón Muñiz, quien dirigía la Junta Nacionalista de Ponce y cuya familia residía en el barrio Macaná.

En un reportaje de época de 1993, la hermana de Melitón, María Antonia Muñiz (doña Toña) , relató que su hermano era miembro de los Cadetes de la República del Partido Nacionalista y que militó en la colectividad hasta su muerte, a principios de 1980.

“Yo sabía que mi hermano era el dirigente porque daba las órdenes al grupo de hombres que se reunió desde el anochecer en la casa de Papá (en el sector La Vega, en Macaná)”, contó doña Toña, quien entonces tenía 71 años. La peñolana, que falleció años después, narró que esa noche se pasó en vela sin saber que en la casa de sus padres se guardaban muchas de las armas de la insurrección.

En la madrugada cuando los nacionalistas se disponían a salir hacia Utuado y Jayuya, fueron sorprendidos por policías. Al amanecer fueron todos arrestados, incluyendo a doña Toña, quien fue liberada, pero no su hermano, Melitón, quien estuvo más de veinte años en prisión. Doña Toña no era militante del Partido Nacionalista y aunque dijo que no compartía los ideales libertarios de su hermano, siempre lo admiró.

“Mi hermano Melitón era panadero y agricultor. Era una persona tranquila, humilde y siempre decía que había que amar la patria”, describió en el reportaje publicado en 1993, en ocasión del 43 aniversario de la Insurrección Nacionalista.

El licenciado José Enrique Ayoroa Santaliz, un estudioso de la historia del Partido Nacionalista, esbozó en una conferencia el 26 de enero de 2001 en el Museo de la Masacre de Ponce, que los planes del levantamiento llegaron a oidos del régimen y dos días antes de la gesta, el 28 de octubre de 1950, la Policía había allanado la residencia de Melitón Muñiz en Ponce, ocupando armas.

Esa misma noche, dice Ayoroa Santaliz que Muñiz salió de Ponce acompañado por ocho a 12 hombres hacia una finca que tenían sus padres en Peñuelas para resguardar el resto de las armas y mientras se preparaban para el levantamiento, el gobierno se preparaba para allanar la residencia en Macaná. La orden de allanamiento se había expedido a las 3:00 de la madrugada del mismo 30 de octubre, dice Ayoroa Santaliz.

“Se desata un tiroteo en el que resultaron heridos seis policías y murieron los nacionalistas Ortiz Torres, Ramos y González Ubides”, dice el abogado en el escrito en el que también destaca que Miguel Rivera Texidor, entonces corresponsal en Ponce del periódico El Mundo, presenció el enfrentamiento desde un muro.

“Varias veces me narró Miguel esa gesta de valor sublime, sobre todo de Guillermo Rafael González Ubides. Todas las veces que me lo narró, tenía sus ojos humedecidos por el llanto, a pesar de que Miguel era militante del Partido Popular Democrático y admirador a ultranza de don Luis Muñoz Marín. Me relató que Guillermo Rafael caminó por el medio de la carretera, de frente a la Policía que estaba protegida, parapetada, recibiendo él impacto de bala en su cuerpo, y disparando repetidamente, sin cesar, hasta caer muerto”, sostuvo Ayoroa Santaliz.

“Melitón era chistoso, un hombre noble y bien comprometido. Era de los hombres que lo daban todo por la patria. González Ubides era muy valiente”, recordó por su parte don Heriberto Marín Torres, quien también estuvo nueve años en prisión por su participación en la Insurrección Nacionalista, en Jayuya.

“Yo conocí a todos los de Peñuelas. Ellos se preparaban para salir para Utuado donde era la reunión a las 12:00 del medio día. A las 12 del mediodía del día 30, todas las fuerzas nacionalistas se iban a concentrar en Utuado y no se logró. Utuado es el pueblo mártir porque fue donde más gente asesinó la Policía)”, expresó con ojos húmedos, Marín Torres, de 96 años, autor de varios libros, entre ellos, ‘Coabey, el valle heroico’. En Utuado, cuatro nacionalistas fueron fusilados en una calle del pueblo y también fue abatido el comandante del grupo, cuyo cuerpo inerte sus compañeros envolvieron con la enseña nacional que iban a izar, antes de ser fusilados.

“La revolución fue vendida… en el grupo pequeño había un agente”, aseguró Marín Torres, quien confirmó que la gesta se planificaba para 1952, pero la filtración de los planes y otras circunstancias, como una amenaza de muerte contra Albizu Campos obligaron a las filas nacionalistas a adelantar el levantamiento en armas. Marín Torres, quien era cadete del Partido Nacionalista y tenía cerca de 21 años, dijo que buscaban atraer la atención en momentos en que se veía el caso colonial de Puerto Rico en las Naciones Unidos y se adoptaba la Ley 600, que dio paso al Estado Libre Asociado (ELA), además, de la ola de persecución y de arrestos contra militantes nacionalistas que desató la Ley de la Mordaza de 1948.

Sostuvo que en algunos lugares la insurrección se dio de forma espontánea por el poco acceso a transportación y a sistemas de comunicación de la época.

Subrayó que Blanca Canales, quien fue acusada de asesinato y estuvo 17 años en prisión “no disparó contra nadie”. Marín Torres dijo que la trabajadora social, quien asumió el liderato de la gesta en Jayuya, desenfundó el revólver que se guarda en la Casa Museo Canales contra la estación del telégrafo en un intento por evitar que hubiera comunicación con la oficialidad policíaca. Canales, fue condenada a cadena perpetua y en 1967, el gobernador Roberto Sánchez Vilella, la indultó.

Durante el levantamiento el gobierno activó la Guardia Nacional contra los insurgentes. También hubo enfrentamientos en San Juan, Arecibo, Mayagüez, Ponce y Naranjito. Frente a La Fortaleza murieron cinco nacionalistas.

La insurrección dejó un total de 29 muertos (18 nacionalistas, dos transeúntes, 7 policías, un guardia nacional y un bombero, así como, 51 heridos (21 policías, 11guardias nacionales, un bombero, 11 nacionalistas y 7 transeúntes).

“La primera afirmación de la nacionalidad puertorriqueña fue en el Grito de Lares, Jayuya fue la reafirmación sobre la nacionalidad puertorriqueña, en no permitir que nos siguieran humillando, la bandera de Puerto Rico se sacó del ostracismo en que la tenían y se dio a conocer al mundo entero que Puerto Rico era una colonia de Estados Unidos”, afirmó don Heriberto Marín, quien dice que entre los jóvenes de la generación actual “hay un despertar muy hermoso” sobre la nacionalidad puertorriqueña.

Publicidad