Por Sandra Caquías Cruz
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PONCE – La depresión que Ponce vivía antes del 2017 se acrecentó con los huracanes y terremotos y lo que una vez se llamó la ‘Capital Alterna’ podría caer, más cerca que tarde, en el síndrome de Río Piedras y eso representa que podría tardar alrededor de medio siglo, o dos generaciones, en recuperar.
Esa no debe ser la suerte que corra la histórica Ciudad, pero la agenda no está trazada, concluyó un grupo de profesionales, en su mayoría arquitectos, que participaron del foro: “El Patrimonio y la Reconstrucción en el Sur: ¿dónde estamos?”, organizado por el Centro de Conservación y Restauración de Puerto Rico (CENCOR).
A casi cinco años de los huracanes Irma y María y más de dos años de los terremotos que sacudieron en el suroeste de Puerto Rico, el patrimonio cultural continúa desamparado ante un lento proceso de reconstrucción.
“Estamos en un momento donde la recuperación se hace particularmente difícil, porque sencillamente Ponce no es el Ponce que fue, y no es la prioridad en Puerto Rico… que era, que fue”, expresó el decano de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, el arquitecto Luis Badillo Lozano.
Recordó que el exgobernador Roberto Sánchez Vilella expresó que Ponce era “la Segunda Capital de Puerto Rico, la Capital del Sur” cuando en ese momento Ponce tenía la mitad de la población que tenía San Juan, que es la Capital de Puerto Rico. Actualmente el área metropolitana de San Juan es 10 veces más grande -en población- que Ponce.
El Arquitecto planteó que, para efecto gubernamentales, vivimos en una isla “macrocefálica” donde todo se concentra en San Juan mientras Ponce sigue perdiendo su gente.
“Si Ponce vuelve a recuperar parte de su protagonismo dentro de la vida y cotidianidad de Puerto Rico, debiera repercutir positivamente en el regreso (de esa población) a la Ciudad. Sin gente no hay recuperación”, planteó Badillo Lozano, quien título su ponencia: ‘Perdiendo a Ponce’.
Mencionó dos grandes retos que enfrenta Ponce. Uno es traer gente a una Ciudad destruida por fenómenos naturales. El otro reto es atraer gente a una región deprimida económicamente.
Badillo Lozano pidió que se reflexionara sobre las respuestas a tres preguntas: ¿Cuánto un pueblo puede perder sin desfigurarse? ¿Cuánto nos podemos desfigurar y aun reconocernos? ¿Cuánto más pérdidas podemos asimilar antes de que ya no seamos Ponce o el Ponce que reconocíamos?
Con esas tres preguntas expuso tres estrategias que, a su entender, ayudarán a conseguir que Ponce recupere ser la llamada Capital Alterna. Antes, subrayó que “la suma de desaciertos ha provocado falta de confianza en nosotros mismos”.
La primera de esas estrategias es hacer “de inmediato” todo lo que se pueda, pero hay que empezar y no esperar. “Mi mayor preocupación es que muchos de esos edificios deteriorados, los dueños privados empiecen a cuestionarse si vale la pena recuperarlo”, dijo. “Es urgente activar un plan”, advirtió.
En Ponce se destruyeron 130 propiedades privadas y 10 edificaciones públicas y fuera del casco antiguo se perdieron varios condominios, así como edificaciones de todo tipo de uso. Estructura que, tristemente, según pasa el tiempo, habrán de convertirse en imanes para el vandalismo, así como actividades de comportamiento antisocial, con implicaciones serias y duraderas, explicó.
La arquitecta Magda Bardina mostró fotos de varias estructuras que tiene andamios, para evitar que colapse, pero la destrucción es evidente. “Te estamos aguntando, pero no sabemos hasta cuando”, expresó en un paralelismo con la Ciudad.
Reforestar, iluminar, limpiar
Lo primero que aconsejó fue reforestar, iluminar y limpiar la Ciudad. Destacó que tras la destrucción de los árboles con el huracán solo se reforestó el casco urbano con un árbol. También hay que iluminar y limpiar la Ciudad. “Hay que limpiar el Centro Histórico. Hay que hacer la Ciudad agradable nuevamente, arbolada es lo primero”, insistió.
“Todo esto debe dar la sensación de seguridad, de que puedes caminar libremente. Cuando tú la haces atractiva, ahí es que el inversionista invierte, pero si la Ciudad está sucia, la gente no vuelve. Los próximos meses y años serán determinante para evitar que el centro histórico de Ponce caiga en una actividad de decadencia similar al observado en Río Piedras”, señaló antes de recordar cómo se desvaneció la economía en el Paseo de Diego.
“Se necesita una estrategia para rescatar el interés en la Ciudad. Y tenemos que evitar la actitud de renunciar a la misma. Cuando la ciudadanía renuncia es bien difícil cambiar esa actitud”, advirtió.
Explicó que hay estudios que confirman que cuando la gente renuncia a la Ciudad tardan dos o tres generaciones, alrededor de 40 a 50 años, en volver a recuperar esa confianza.
“En Río Piedras la gente renunció porque cayó en una espiral de decadencia. El día que la gente empiece a hablar mal del pueblo y empiecen a decir, para allá no vayas que no es seguro, que no hay nada que hacer, que el ambiente es indeseable, ese día se acabó”, dijo.
“Hay que hacer un esfuerzo para mejorar la experiencia de la Ciudad de inmediato. En un año, no en dos años, porque en dos años puede que el síndrome de Río Piedras nos haya capturado”, insistió.
‘Agenda de País’
La segunda estrategia que recomendó fue trabajar para que Ponce y la región la integren a una agenda de país. “La inmensa reconstrucción que tenemos por delante no la podemos enfrentar solos”, dijo antes de mencionar que la costumbre gubernamental es que todo el mundo se acople a las determinaciones que desarrollan para San Juan.
Explicó que se debe construir un mensaje nuevo, donde destaquemos a Ponce como lo que una vez fue, ‘Capital Alterna de Puerto Rico’ y así integrar las carencias al primer plano de la discusión nacional.
“Convertir nuestra agenda (la de Ponce) en agenda de país y lograr mayor empatía y atención”, dijo.
La respuesta que buscarían es que el sur, en especial Ponce, sea considerada como el ‘Plan B’ para la respuesta gubernamental ante una emergencia. Indicó que la mayor dificultad que enfrentó Puerto Rico ante los huracanes fue la capacidad para organizar respuestas con agencias cuyos planes estaban centralizados en San Juan.
“Concentramos los servicios en el área metropolitana de San Juan, pero cuando San Juan resulta impactado, (como País) perdemos la capacidad de respuesta. Puerto Rico carece de un ‘Plan B’. Tenemos que llevar el mensaje de que Ponce sea convertido en un ‘Plan B’”. Dijo que, como pueblo, durante los eventos naturales, “no demostramos capacidad de anticipación, ni de respuesta”, lo que provocó una destrucción mayor con la implicación de que salir de ese daño tomará más tiempo.
“La región sur posee el potencial de convertirse en ese ‘Plan B’. El Aeropuerto Mercedita, así como el Puerto de Ponce, pueden acondicionarse, no necesariamente para la búsqueda del desarrollo económico de la región, es por un asunto de seguridad nacional. Ponce goza de una localización estratégica, con fácil acceso tanto al norte como al oeste. Así como a la región de la montaña”, señaló.
Insistió en la necesidad de posicionar a Ponce como un polo alternativo, facilitar el trasladar los protocolos de respuesta para en caso de que San Juan se vea impactado o imposibilitado de reaccionar con efectividad el Sur y Ponce tengan listos ese ‘Plan B’.
“Debemos llevar el mensaje a todo Puerto Rico, a todos los niveles, de que Ponce debe ser reforzado y dotado de una nueva visión. Una de carácter estratégico. No tan sólo porque es bueno para Ponce y para la región, sino porque es esencial. Porque es pivotar para la capacidad de respuesta y recuperación de todo el país. La verdadera resiliencia de Puerto Rico requiere, por simple principio de planificación y seguridad nacional, de un Sur existente”, subrayó.
Desencanto echa raíces
La tercera de las estrategias que recomendó fue “convencer y convencernos de las virtudes de la Ciudad” y de que es el lugar “más perfecto” que el hombre ha desarrollado para vivir. “Retomar la Ciudad”, resumió.
Explicó que el mensaje debe propiciar “el retorno al centro urbano”, pero hay que hacerlo atractivo y procurar que “supere de una vez ese asunto folclórico cultural” con el que lo asociamos. “Tenemos que superar eso”, subrayó.
El Decano de la Escuela Arquitectura expuso que el desarrollo de la Ciudad necesita una “agenda robusta de organización, coherente y planificada”.
No planificar ese desarrollo, según explicó, lleva al desparramamiento y ubica a muchos en lugares no adecuados, diluye los limitados recursos “resultando en una infraestructura de menor calibre, más extensa, más expuesta y débil”.
Propuso acercar la población, ubicarse en asentamientos seguros, procurar instalaciones menos extendidas y de mayor calidad de vida.
“Ante el destrozo de nuestro entorno, el sentimiento de impotencia y la falta de capacidad para reponer lo perdido, rodeado de un creciente deterioro, el mayor de los riesgos es que eche raíces el desencanto, la pérdida de orgullo, de dignidad y el amor por lo nuestro”, expresó.
En el foro también participó como deponentes: el empresario Jaime Yordán-Frau y el arquitecto restaurador Pablo Ojeda O’Neill, presidente de CENCOR.