Por Sandra Caquías Cruz
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SALINAS – El sol castigaba con fuerza este costero pueblo mientras las calles del centro urbano se paralizaban para ver pasar la comitiva fúnebre con los restos de uno de sus hijos más queridos: Santos Alomar Conde.
El pelotero de Grandes Ligas y padre de dos grandes glorias del beisbol, Roberto y Sandy Alomar, murió el pasado lunes. Lo sorprendió la muerte en el estacionamiento de un centro comercial. Faltaba una semana para cumpliera sus 82 años.
Las honras fúnebres comenzaron el jueves cuando los restos fueron llevados al Teatro de la centenaria escuela Luis Muñoz Rivera, en el centro urbano salinense, en cuyo escenario fue colocada una enorme pancarta con la foto del pelotero y líder de bases robadas durante seis campañas.
Tres arreglos florales blancos flanqueaban el féretro, ubicado justo frente al escenario. Los restos estaban en el ataúd azul oscuro. En uno de los extremos estaba una pintura del rostro de Alomar Conde, con su uniforme del equipo California Angels.
Cientos de personas llegaron al recinto. Adultos y niños, peloteros, políticos, amigos y familiares buscan espacio. El Padre Pedro viajó de Caguas porque quería ir al sepelio de su héroe. Realizó el responso y acompañó a la familia al camposanto.
Padre Pedro narró que tenía unos 12 años cuando su hermano mayor lo llevaba de Barranquitas a Ponce a ver jugar a Los Leones, equipo en el que Alomar Conde jugó en la segunda base. Dijo que más que admirar su desempeño como jugador, admiraba la humildad Alomar.
“A mí no me impresionaba; a mí me apasionaba ver a un ser humano con tanta dignidad… La dignidad lo acompañaba siempre, dentro y fuera del terreno de juego”, describió. “Gracias a Dios por este gran hombre”, expresó.
El reloj marcaba las 12:00 del mediodía cuando el cortejo fúnebre salió rumbo al Cementerio Municipal de Salinas. Con un sonoro aplauso sacaban el féretro para el camposanto.
Una guagua de sonido con música de despedida encabezaba la comitiva. El coche fúnebre llevaba una treintena de arreglos florales.
Detrás iba el coche con los restos del jugador. La familia Alomar Conde, la viuda María Velázquez, con quien estuvo casado más de medio siglo, sus hijos Roberto, Sandy y Sandia, los nietos, un total de ocho. También tenía un biznieto.
Los restos de Alomar Conde fueron recibidos en el cementerio con el aplauso de cientos de personas que se congregaron para despedirlo. La entrada al cementerio fue el aposento para la despedida de pueblo.
El primero que se dirigió a los presentes fue su hijo Santos, quien apenas pudo hablar y en varias ocasiones la emoción lo traicionó. También habló su hijo Roberto y el Padre Pedro.
“Gracias por venir a celebrar la vida de papá”, dijo Santito. “Esto es un hasta luego”, dijo Roberto en la despedida a su padre y agradecimiento a los presentes.
Mientras, la viuda mantenía sus manos sobre el ataúd, donde no faltó que su hijo Roberto le mantuviera las manos en sus hombros. Ella no habló, al parecer trataba de internalizar lo que estaba viviendo.
La familia Alomar Conde insistió en su agradecimiento a aquellas cientos de personas que llegaron a despedir al patriarca de esa familia: Santos Alomar Conde.
¡Descanse en paz!
