Por Sandra Caquías Cruz
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PONCE – El huracán María, hace casi seis años, desvistió la pobreza y carencia en que vivían cientos de residentes de cuatro comunidades costeras de la región sur. El Censo del 2020 llevó a números esa realidad que a simple vista se puede confirmar que perdura.
La falta de atención médica, agravada por la pandemia del coronavirus, huracanes y terremotos es uno de los problemas detectados en cuatro comunidades de escasos recursos en pueblos del sur del país.
A las condiciones crónicas de muchas personas, en su mayoría adultos mayores con problemas cardiacos, de glucosas en sangre y otras alteraciones producto de la desatención médica, se sumaron las crisis emocionales provocadas por el torbellino de desastres naturales.
El huracán Fiona, en septiembre pasado, fue el detonante de que había que hacer algo y establecer algún programa para que los residentes en esas comunidades no siguieran acrecentando sus problemas de atención médica, explicó Allan Cintrón Salichs, director de Med Centro.
Y manos a la obra, Med Centro se alió con otras entidades, entre ellas Direct Relief y La Fondita de Jesús, para desarrollar un plan de servicios en el que seleccionaron las comunidades Playita Cortada en Santa Isabel; Playa en Guayanilla; Capitanejo en Ponce y La Playa en Salinas, para visitarlas una vez al mes, evaluar a los residentes y darle atención médica y otras ayudas que estaban necesitando.
La intención es que esos residentes, en su mayoría adultos mayores, conozcan como está su salud y de necesitar tratamiento lo inicien y mantengan, explicó Cintrón Salichs.
Recordó que se han encontrado con casos en los que han tenido que llamar al 9-1-1 para un servicio de emergencia. También se han topado con personas que llevan 10 años con un diagnóstico sin tratar correctamente, encamados con necesidades apremiantes de cuidados. “Hemos visto de todo”, dijo.
El programa se extenderá por seis meses para luego ser evaluado. Los pacientes son referidos a los centros de diagnósticos y tratamiento que tiene Med Centro. También pueden acudir a otros médicos o instituciones.
Los servicios conllevan una organización con varios días de anticipación para informar a los residentes cuándo estarán en la comunidad. También identifican casos de encamados que necesitan que el médico llegue a sus casas y se organizan de acuerdo con el horario.
“Esperamos que el “Health Tour” se convierta en una guía para futuros esfuerzos que tengan como misión promover la equidad y accesibilidad en lo que a servicios médicos se refiere”, expresó Ivonne Rodríguez-Wiewall, asesora ejecutiva de Direct Relief en Puerto Rico, quien destacó que se trata de comunidades que “se han visto rezagadas por determinantes socio económicos y los azotes de recientes desastres naturales”.
Olvidados: Buyones y Tiburones
Dos de las comunidades que reciben ese servicio son Buyones y Tiburones, sector del barrio Capitanejo, en Ponce, donde abundan los adultos mayores, familias en extrema pobreza, con muy pocas personas que han completado estudios universitarios y el valor de la mayoría de las viviendas fue estimado en menos de $50,000.
A pocos pasos de esas comunidades hay años de historia. Están las ruinas de la antigua central azucarera Fortuna, un lugar casi inaccesible por la gran cantidad de maleza que creció en lo que una vez fue cañaveral. Una enorme chimenea se ve a lo lejos. Y al igual que la chimenea están estas dos comunidades: retiradas de la carretera principal; en el olvido.
La calle para llegar a Buyones está en muy mal estado, es solitaria, extensa y sin alumbrado. No falta quien la use para depositar escombros. Las casas están al final de esa vía, muchas de ellas en madera, algunas en concreto y otras a la espera, desde el paso del huracán María, a ser demolida. Algunas están cobijadas por toldos. Ambas comunidades arrastran un grave problema: son inundables.
“Aquí se necesita de todo”, afirmó Norma, una de las residentes de Buyones y quien pidió no revelar su apellido. “Necesitamos atención”, dijo la mujer de 71 años.
“Desde arreglar el ‘community center’, hasta las calles. Necesitamos luces en las calles, recogido de escombros, que arreglen unos cuantos postes que están viraos. Aquí hay mucha necesidad”, expresó sentada en el balcón.
Explicó que muchas personas no han podido arreglar los daños de sus casas porque supuestamente no son elegibles para ayudas, otros porque el dinero que le dieron no fue suficiente y algunos no las habitaban “cuando María se las esbarató”, describió.
El vecino de Norma, Elison Martínez Torres, dijo que “la poquita limpieza que se ve son los mismos vecinos (residentes) que lo hacen”. Señaló que el camino se veía recortado -esa mañana- porque era tanta la maleza que cuatro residentes tuvieron que salir, machete en mano, a cortar la yerba que cubría la calle y principal acceso a la comunidad Buyones.
¿Qué servicios le brinda el Gobierno? “Cuando anuncian un huracán, que nos vienen a sacar, y apuraos”, respondió. “Ahora mismo bregaron allá afuera (remoción de tierra aledaña a la pista del aeropuerto Mercedita), pero pa’ acá na’. Ahora, esa agua, coge para acá”, señaló mientras unos cerdos corrían entre los patios.
El hombre dijo que la mayoría de sus vecinos son adultos mayores que no trabajan, dependen de Programa de Asistencia Nutricional y del Seguro Social.
Explicó que la mayoría de los residentes se la pasan viajando a los Estados Unidos, donde tienen otros familiares, y luego regresan, por lo que muchas casas aparentan estar desocupadas, pero tienen dueño que las viven un tiempo y luego emigran.
El Censo de 2020, así como la Encuesta de la Comunidad de 2021, incluyen a Buyones y Tiburones como parte del barrio Capitanejo, el cual también incluye otras áreas como La Cuarta.
Una revisión de la data de la comunidad Capitanejo confirma las necesidades de esos residentes, un 80% de ellos están identificados que viven en niveles de pobreza; el 20% tiene 65 años o más y un 22% eran personas identificadas como discapacitadas. Solo un 12% de los residentes estudió un bachillerato. El valor del 32.4% de las viviendas era menor a $50,000.
Tiburones lucha contra la usurpación
La vecina comunidad Tiburones tiene la carretera principal en mejores condiciones que Buyones y cuenta con cancha de baloncesto, explicó Carmen Maritza Rodríguez Droz, la líder de la comunidad y quien se ha dado a la tarea de gestionar ayudas para sus vecinos.
En la comunidad Tiburones, con más de 100 años de historia, se estima viven unas 55 familias de escasos recursos económicos y en su mayoría adultos mayores.
Los residentes libran una batalla con personas desconocidas. La estructura de una antigua escuela, donde muchos de ellos estudiaron, fue invadida por una persona que llegó de afuera, explicó la líder comunitaria.
El predio y los accesos que tenían a las ruinas de la Central fueron cerrados. Las múltiples gestiones para que abandonen el lugar no ha rendido fruto. Solo una carta del municipio que le advierte que está usurpando esa propiedad, que debió ser, junto a la Central, de la Autoridad de Tierras, explicó la líder comunitaria.
Otra invasión en el lugar es la de una empresa que cercó un predio y lo convirtió en estación de equipo pesado. “Nos tiran esos camiones encima”, describió la líder comunitaria. “A veces se quieren llevar a uno enreda’o”, escribió.
Rodríguez Droz también señaló que busca resolver el problema de viviendas que necesitan reparación por los daños sufridos por huracanes y terremotos. Dijo que el proyecto Tu Hogar Renace reparó varias estructuras, pero con maderas de mala calidad y planchas de zinc que tienen moho.
“Todavía falta por reparar algunas partes de las viviendas… estos son casos desde María”, dijo.
Señaló el techo de una casa y dijo que aún tiene toldo porque una parte del techo “no es seguro”. Indicó que las calles también tienen problemas con el alumbrado y que las querellas no han sido atendidas.
La líder de la comunidad Tiburones, donde Med Centro recién ofreció servicio, informó que allí viven muchos adultos mayores, hay varias personas con Alzheimer y personas en sillón de ruedas que necesitan atención.