Por Sandra Caquías Cruz
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PONCE – Hay mujeres luchadoras, que no ven obstáculos, que si quieren lograr algo lo luchan hasta que lo alcanzan. También son mujeres sencillas que no se refugia en lo que sabe o lo que ha realizado para darse halagos.
Y si a esas características le suman los golpes que le ha dado la vida y la fuerza que ha tenido que utilizar para levantarse y seguir el camino, ella se llama Tamara Yantín Ayala.
La única mujer con una librería vibrante y en la que más allá de vender un libro, presentarlo, ha abierto las puertas de su negocio para ofrecer charlas sobre temas sociales, controversiales, temas como el depósito de cenizas en suelo puertorriqueño y la privatización de servicios básicos, como la energía eléctrica.
Tamara, como la conocen, se crió en la espesura y verdor del Bosque Toro Negro, en el monte Villalba, donde su padre era guardabosque. Perdió a su mamá, quien fue maestra, cuando apenas había cumplido 14 años. Su casa se quemó y tuvieron que salir del lugar. Y en el 2020 murió su compañero Ángel ‘Güiso’ Pérez, con quien convivió durante 15 años.
Estudió en escuela pública. Llegó a Ponce a estudiar un grado asociado en ciencias sociales. Luego se mudó a Manatí, donde estudió sociología. Más tarde siguió estudios y completó un bachillerato en justicia criminal. Las hermanas querían que se fuera a vivir con ellas a Alaska, pero Tamara prefirió el calor boricua.
Siguió estudiando y consiguió trabajo en varias oficinas de abogado, incluyendo una agencia de cobro. También trabajó como secretaria en el Tribunal de Manatí y en Ponce trabajó en la oficina del doctor Luis F. Salas, fundador de la Escuela de Medicina de Ponce.
Laboró un tiempo antes de mudarse a Guavate para proseguir su maestría en administración pública. Allí era la vecina del cantante Danny Rivera, a quien le une una gran amistad.
Tamara, presidenta de Mariana Editores, fue durante 15 años la secretaria y mano derecha del abogado Pedro Malavet Vega, a quien llegó con una admiración grandísima porque trabajó con un abogado que utilizaba los libros de Malavet Vega como referente en la consulta de casos y procesos.
La primera entrevista de empleo que tuvo con Malavet Vega fue poco usual. Eran 27 las mujeres que deseaban ese puesto y estaban deseosas de ser contratadas. Diez pasaron aquel primer cedazo, entre ellas, Tamara. Hubo una segunda entrevista y seleccionaron tres. Tamara también fue seleccionada, pero nunca recibido una llamada para ser contratada.
Ante la situación y el deseo de trabajar, decidió escribirle a Malavet Vega para agradecerle que en las dos ocasiones la seleccionara. Él no tardó en tenerle una respuesta. La secretaria seleccionada no podía seguir trabajando por lo que acudió a un abogado de Ponce para que lo ayudara a contactar a Tamara. Así fue como llegó a trabajar durante 15 años con uno de los abogados más prestigiosos que ha tenido Ponce. Malavet Vega murió en junio de 2022.
Tamara hacía un tiempo no trabajaba para él, pero seguían muy unidos. Malavet Vega, el autor de una treintena de libro de leyes y música, entre ellos ‘La Vellonera está directa’, la visitaba con mucha frecuencia.
Tamara, quien le coordinaba el encuentro de coleccionistas, estuvo detrás de mucho de los libros que Malavet Vega publicó, en las tareas de conseguir documentos hasta ilustrar, pero el desarrollo del libro que más recuerda es ‘El Día que Murió Churumba’. Los días eran interminables porque tenían que sacarlo en tiempo récord. Además, tenían mucho material para desarrollar la crónica.
Explicó que en los pasados años han muerto dos exgobernadores ponceños y ninguno volcó ni sacó tanto sentimientos en la Ciudad como la muerte de Rafael Cordero Santiago. Miles de personas llegaron a Ponce a darle su último adiós a Churumba, recordó Tamara, quien junto a Malavet Vega se internó en aquellos actos para luego desarrollar la obra.
Don Pedro, como muchos lo llamaban, decidió fijarse en detalles y ubicar el deceso y los actos fúnebres en el Puerto Rico de ese momento. Transcurrió el tiempo. “Fui su última secretaria”, recordó Tamara. Don Pedro cerró su oficina.
Tamara, quien vive en Salinas y comparte sus días con Carlos Santiago Moreno, deseó tener un negocio. Un día caminó por la calle Unión, en el centro urbano de Ponce, y se topó con un local. Se lo comentó a Luz Nereida Pérez con quien tenían una estrecha amistad porque había trabajado con varios de sus libros, no dudo en aliarse y ayudarla a emprender. Danny Rivera fue el otro que se enteró del deseo y en un mensaje de texto, le sugirió que le llamara el Candil, con C o con K, como deseara porque candil representaba luz.
Desde el 31 de enero de 2014 la luz de El Candil está encendida.