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“Esto es a puro pulmón… no hay otra manera”

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Por Sara R. Marrero Cabán

redaccion@esnoticaipr.com

 

GUÁNICA – A casi un año del temblor de magnitud 6.4 que estremeció la región suroeste en enero, la devastación en el municipio de Guánica aún es palpable. Y, a pesar de la aproximación de los días festivos de Navidad, el silencio e inactividad del casco urbano perpetúa.

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Bajo circunstancias donde muchos han abandonado la zona en búsqueda de un lugar con mayor actividad económica, existe un puñado de comerciantes que se mantiene fieles a sus negocios, pero con la interrogativa: ¿qué los ata?

¿Por qué perseveran? Para Elizabeth Mercado Martínez, quien perdió la estructura de su negocio la Ferretería Elimermar, se trata de herencia.

“Esto es herencia. Yo no tengo hijos, (por cuanto se lo dejaré) a mis hermanos”, dijo.

Mercado Martínez heredó esa ferretería de su hermano. Era la década de 1990. Tras el sismo, a principios de este año, el edificio -antiguo y de ladrillo- colapsó en su totalidad.

Sin depender del Gobierno, limpió los predios “gracias a la gente de la calle” y pudo salvar parte de su mercancía.

Hoy día, acondiciona el área donde una vez ubicaba el comercio y vende artículos misceláneos que mantiene en un vagón.

“(Voy a) seguir como voy. Compré tubería para poder levantar y poner techo de madera”, adelantó Mercado Martínez, oriunda de Yauco.

El comerciante José Carlo Vega, presidente de JCV Distributors LLC, no solo se quedó en su pueblo, sino también emprendió con el nuevo negocio Variedades, en el casco urbano.

“Yo, pues, tengo fe en el pueblo. Hay que ser un bravo para hacer un negocio después de los terremotos”, aseguró.

Por las restricciones de las órdenes ejecutivas firmadas por la gobernadora Wanda Vázquez Garced para frenar la propagación del COVID-19, el negocio comenzó a vender productos de primera necesidad, como mascarillas, alcohol y productos de cabello, entre otros artículos.

“Todo el mundo se paralizó. Los comerciantes todo el mundo se echó para atrás. Nadie quería abrir. Los únicos que podían abrir eran las farmacias, supermercados. Aquí no hay nada. (Mis) productos (son) para ayuda a la comunidad”, describió.

Su operación no careció de retos, ya que los costos de productos de esta índole estaban sumamente inflados cuando comenzó la pandemia en suelo puertorriqueño.

“Se ha dañado el negocio, en el sentido de que los precios se dispararon demasiado. Con la oferta y demanda por la pandemia, todo se fue a los hospitales, no se conseguían (los productos). Yo llegué a vender a $8 un litro de alcohol”, dijo.

Por la brevedad de existencia de su negocio, no cualificó para las ayudas de la Agencia Federal para el Desarrollo de la Pequeña Empresa (SBA, en inglés).

“Esto es a puro pulmón, a fe. No hay otra manera”, recalcó el también voluntario de la organización sin fines de lucro Team 821.

Entretanto, los clientes fieles y los empleados de Ortiz Sport’s Bar son el motor que inspiran a la propietaria del local, Sharon Ortiz a mantenerlo en pie.

“Esto era un desierto total en los primeros tres, cuatro meses. Todavía es un pueblo fantasma. La gente venía a Guánica, temblaba y se iba corriendo”, desccribió.

Ortiz ha operado el restaurante ininterrumpidamente, manteniendo los protocolos de salubridad y sufragando los gastos de los termómetros para la toma de temperatura de clientes, desinfectante de manos, pegatinas y productos de limpieza, todo desde su bolsillo.

“Uno sigue perseverando. Tenemos los clientes fijos que siempre vienen. Hay que trabajar y (asegurarle) el trabajo a las empleadas”, compartió.

El Departamento de Desarrollo Económico y Comercio (DDEC) emitió dos anuncios para incentivos de $2,500 destinados a pequeños negocios que sufrieron pérdidas por los temblores.

En la primera fase, aprobaron $1 millón en fondos para ayudar a 400 comerciantes. Luego, la Junta de la Compañía de Fomento Industrial autorizó $1.5 millones adicionales para otros 600 pequeños comercios.

Sin embargo, ninguno de los comerciantes que conversaron con Es Noticia dijeron haber recibido ese incentivo.

En cuanto a la recuperación del municipio, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) obligó $5,464,504 para 14 proyectos luego del huracán María.

Por otra parte, aún no ha gestionado la totalidad de fondos ni cantidad de proyectos de reconstrucción por los temblores que afectaron al municipio, informó a Es Noticia el oficial de asuntos externos de la agencia en Puerto Rico, Juan Andrés Muñoz.

La Junta de Control Fiscal asignó $18.6 millones para la demolición y limpieza de 120 de las más de 300 estructuras que requieren ser demolidas. Con el adelanto de $5.4 millones de esta asignación -en septiembre- el municipio solo logró la demolición de una casa ubicada en el centro urbano.

Mientras, la Oficina del Contralor reportó que, a finales del año fiscal 2018-2019, la tasa de desempleo en el pueblo era de 14.8% de los 15,383 residentes reportados por el Centro de Datos Censuales. Asimismo, indicó que el municipio contaba con un presupuesto de $9,639,982.

La oficina no tenía los datos correspondientes para reportar si existía superávit o déficit.