Por Nydia Bauzá
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GUAYANILLA – Un sol mañanero de abril acariciaba los cuatro costados de la plaza pública Luis Muñoz Marín en la Tierra de Agüeybaná.
Los fieles, en su gran mayoría, adultos mayores, llegaban temprano a los predios para asistir a la primera misa del Domingo de Ramos. Buscaban acomodo para obtener ramas de palma bendecidas y recibir la eucaristía bajo dos gigantescas carpas blancas en sillas plegadizas de metal colocadas sobre la brea del pavimento que se calentaba por el calor y la humedad. A la derecha del improvisado púlpito, se alzan los escombros -con crecimiento de matojo- de la otrora majestuosa Iglesia Inmaculada Concepción de María, derrumbada por el terremoto de 6.4 el 7 de enero de 2020.
A las 7:30 a.m. un grupo de feligreses reza un rosario, mientras aguardaba por la misa bajo las carpas. A esa hora varias nubes se agolpaban y el calor aumentaba. Poco después de las 8:00 de la mañana, llegó el sacerdote, Carlos Román, párroco de una iglesia en Yauco para oficiar la primera misa.
El párroco de la Inmaculada Concepción de Guayanilla, padre Melvin Díaz Aponte había salido de madrugada para partir en procesión de penitencia con otros católicos desde la parroquia del barrio Sierra Baja hasta el casco del pueblo.
En el sermón de la primera misa, más de 150 personas, ocuparon todas las sillas y el padre Román aludió a la lentitud en la reconstrucción del templo guayanillense.
“Tenemos esta iglesia, Dios ha bendecido a Guayanilla, pero cuánto esto va a durar”, reclamó el sacerdote, quien pedía a los fieles que solo aquellos que pudieran hacerlo se arrodillaran sobre la brea. Les habló del misterio de la muerte y les exhortó a mantener viva la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
“En esta Semana Santa los invito a pensar en los propios pecados, no en los del vecino, no se pongan a ver novelas tontas y quédese en silencio por una hora. También, algunos sustituyen la carne por langosta y eso no es penitencia”, sentenció el padre Román, quien se disculpó por oficiar la misa sentado en una silla por razones de salud.
Poco después de terminar la misa comenzó a lloviznar y a las 9:30 a.m., un fuerte aguacero empapó algunas mesas, mientras el agua se acumulaba en las alcantarillas que bordean el púlpito, adornado por una cruz grande en madera, cubierta de flores, en la calle contigua al Colegio Inmaculada Concepción.
Llovía y continuaban llegando feligreses para la segunda misa, esta vez, jóvenes y niños con sus padres algunos bajo sombrillas. A las 10:14 arribó la procesión de creyentes junto al padre Melvin, todos ensopados y junto a ellos,tres simpáticos perros callejeros empapados también por los aguaceros, movían sus colas adentrándose en el atestado templo bajo las carpas.
“Algunos de esos perritos vienen con la procesión desde el sector San Pedro de Macorís, del barrio Playa”, dijo uno de los caminantes.
“Que viva Cristo!, ¡Ha vencido Cristo!, expresó el padre Melvin en la homilía tras proclamar el inicio de la Semana Santa. El cura invitó a los feligreses a que alzaran las ramas benditas, un símbolo de protección para los católicos de la entrada de Jesucristo a Jerusalén.
Luego del acto religioso, en entrevista con Es Noticia, el sacerdote dijo que tras vencer múltiples escollos esperan que este año comience la primera etapa de la demolición selectiva de lo que debe ser descartado de la derribada iglesia y apuntalar lo que debe ser preservado de la antigua estructura, que data de 1838. Indicó el clérigo que en esa pre subasta participaron contratistas y un grupo de consultoría de la Diócesis de Ponce evalúa las cotizaciones para hacer recomendaciones de los proponentes a ser considerados.
Agregó que “en uno o dos meses” deben firmar el contrato para que a mediados de año “podamos tener trabajo allí en la zona”.
El próximo paso, detalló, será convocar una subasta para el diseño de la obra permanente y la tercera etapa, la subasta para la otorgación de la obra de reconstrucción.
El sacerdote sostuvo que el proyecto como tal se estimó en alrededor de $4 millones, de los cuales, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) obligó el 90% y el restante 10% (unos $400,000) los tiene que parear la parroquia. Dijo que con la ayuda de feligreses, donaciones privadas e instituciones sin fines de lucro, han logrado recolectar una cantidad que no precisó, pero todavía les faltan fondos. Además, puntualizó que el alza en costos de materiales de construcción, la suma podría ser mayor.
“Desde el día uno hemos estado recibiendo donativos y aunque tenemos un fondo todavía tenemos que hacer muchas actividades. Para una comunidad modesta en sus recursos, estos son números que hay que trabajar”, afirmó el párroco.
Dijo que el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) sometió un informe de un ingeniero estructural cuyas recomendaciones se han seguido. “Todo se ha hecho en consenso, de la mano con las agencias concernidas”, expresó el líder religioso.
Sin entrar en detalles, explicó que el informe “se abre a una integración de elementos antiguos con elementos modernos para tener una estructura sismo resistente”, indicó.
El sacerdote subrayó que a pesar de los escollos que han tenido que vencer durante todos estos años para la rehabilitación del templo y tener una improvisada iglesia bajo carpas de hule, la feligresía mantiene viva su fe.
“Gracias a Dios, lo hemos trabajado. En medio de circunstancias un poco adversas hemos procurado seguir adelante. Así ha sido y así es”, sostuvo el clérigo oriundo de Orocovis, quien fue designado párroco de la iglesia guayanillense hace siete años.
La feligresa Marta Santiago de la Vega atribuyó la dilación en las obras a que el ICP “exigía que se quedara todo igual, pero FEMA reconstruye, no construye y también tenemos un grave problema porque todo esto es zona inundable”. La guayanillense dijo que para hacer las reparaciones “ hay que hacer un apuntalamiento y para dar los permisos hay que levantar un poquito la estructura si es que finalmente dan el permiso porque cada vez aparece una exigencia nueva”.
Elogió las gestiones del padre Melvin para que la iglesia sea reconstruida y dijo que el cura también realizó esfuerzos para que la Casa Parroquial, afectada también por los temblores, fuera reparada.
“El padre Melvin ha luchado como ha podido y ha mantenido la fe de la feligresía viva. Eso es importante. La fe no ha disminuido, al contrario, las dificultades nos han fortalecido en nuestra fe”, aseveró Santiago, quien dijo ser católica “de misa diaria”.
Después de la segunda misa de Domingo de Ramos, amainaron las lloviznas y los tres perritos callejeros se fueron husmeando por los alrededores de la plaza pública…