Por Sandra Caquías Cruz
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PONCE – Una familia ponceña narró el calvario que vivió la mañana del pasado jueves 4 de junio cuando llevaron a un hospital de la ciudad a la matriarca de la familia, una mujer de 86 años que llevaba un año encamada, con prolongadas complicaciones de salud y respiratorias.
La mujer murió en un cuarto de aislamiento, unas 10 horas después de haber llegado al hospital. Un médico clasificó la paciente como posible caso de coronavirus.
La prueba molecular de coronavirus resultó negativa.
No obstante, la familia, que solicitó no se le identificara, tiene un certificado de defunción que especifica que la mujer murió de “posible coronavirus”.
La nieta de la difunta sospecha que su abuela es precisamente la muerte por coronavirus que hoy 11 de junio reportó el Departamento de Salud.
“No tenemos el nombre, porque el Departamento de Salud no reporta nombre, pero yo sospecho que esa es ella”, indicó la nieta en entrevista con Es Noticia.
El Departamento de Salud reportó -hoy- la muerte de una mujer de 86 años ocurrida en la Región Ponce y confirmó que el deceso fue en la Ciudad Señorial. El caso fue incluido como uno reportado por el Registro Demográfico y no por el Sistema de Vigilancia, este último solo reporta casos confirmados.
“Mi mamá tenía Alzheimer. El domingo antes de morir fue dada de alta de ese mismo hospital, donde la atendieron por una bacteria en la orina”, señaló la hija, quien insistió en que no tenía sospechas para pensar que su mamá tuviera coronavirus a menos que lo hubiera adquirido en esa institución durante la hospitalización.
Explicó que se estaban preparando para la muerte de su mamá porque las complicaciones de salud cada vez eran mayores y los problemas respiratorios de la mujer se acrecentaban con el tiempo debido a los muchos meses que llevaba encamada, tenía neumonía, entre otras condiciones.
“Había dejado de comer”, describió la hija, quien recordó que en marzo pasado la tuvo 13 días hospitalizada por las mismas complicaciones de salud.
Lo más doloroso para esta familia fue que una vez el médico dijo que se trataba de un “posible coronavirus” no permitieron a los familiares acercarse a ella ni volver a verla con vida.
La nieta dijo que tuvo que enfrentarse al personal médico -hasta recibió amenazas de que le llamarían la Policía- para mantenerse con su abuela porque estaba convencida de que le quedaban pocas horas de vida.
Narró que fue encerrada con su abuela en el cuarto de aislamiento y no le permitieron salir del lugar. El hospital se encargaría de suministrarle comida.
“Lloré más cuando no me dejaban estar con ella que al momento de su muerte”, dijo. Indicó que aunque la mujer aparece que falleció a las 3:00 pm. la realidad fue que murió a las 2:41 pm., pero no fue hasta las 3:00 pm. que el personal que certificó la muerte entró al cuarto de aislamiento.
El cadáver estuvo tres horas en el cuarto de aislamiento en lo que determinaban el protocolo a seguir con el caso.
La funeraria buscó el cuerpo y le dijo a la familia que esperaría al día siguiente para comenzar el proceso, esto porque ese fue el tiempo que la Escuela de Medicina de Ponce se comprometió a tenerle listos los resultados de la prueba molecular de COVID-19. El resultado de la prueba era determinante para el proceso de las exequias.
La nieta indicó que a su abuela no le hicieron la prueba serológica. “Deben mejora los protocolos”, recomendó la hija, quien opinó que el Departamento de Salud también debe confirmar la causa de la muerte antes de expedir un certificado que luego, aun con resultados que lo desmiente, no corrige.
Mientras, la nieta explicó que en las horas que pasó junto a su abuela en aislamiento llegó un momento en que pensó que todo era cierto: que su abuela tenía coronavirus. “Llegó el momento en que me lo creí”, afirmó.
Recordó que pensó en que ella estuvo expuesta al virus. También expuso a su hijo de 5 años, una compañera de trabajo que está embarazada, el médico que visitaba a su abuela en el hogar. Todos los familiares pudieron haberse contagiado.
Todo eso la llenó de miedo mientras su abuela moría, ambas encerradas en una habitación, aisladas de todos. “Fue un calvario”, describió.