Por Dr. Eduardo Colón
Médico Internista – Centro Médico Episcopal San Lucas, Ponce
El uso de sustancias como el alcohol y el uso del tabaco es alarmante en la población joven y adolescente. Durante los pasados años, se ha visto un incremento en el uso de cigarrillos electrónicos, conocido como el “vaping” o vapeo, por el cual también se han visto casos alarmantes de condiciones pulmonares severas en jóvenes y en muchos casos hasta la muerte.
El trastorno de consumo de alcohol es una condición médica caracterizada por una habilidad impedida para parar o controlar el uso del alcohol a pesar de las consecuencias adversas sociales, ocupacionales o de salud.
El desorden también envuelve el tener que tomar más alcohol para tener el mismo efecto o tener síntomas de retirada cuando disminuyes el consumo de alcohol o se detiene su consumo por completo.
El consumo no saludable del alcohol incluye cualquier uso que pone tu salud o seguridad en riesgo. Si tu patrón de tomar alcohol resulta en un distrés significativo y problemas en tu funcionamiento del diario vivir, tú puedes tener un desorden de uso de alcohol.
Algunos síntomas de retirada de alcohol pueden ser temblores, ansiedad, palpitaciones, sudoración, y algunos más severos podrían ser: alucinaciones visuales y auditivas, convulsiones y el conocido delirium tremens.
Para disminuir el riesgo de daño inducido por el alcohol se recomienda que adultos con edad legal para tomar deben elegir no tomar alcohol o limitar el consumo a 2 tragos o menos en un hombre en un día y en mujeres 1 trago o menos en un día.
A pesar de un cambio significativo en la salud pública durante los pasados 30 años, el uso de tabaco continúa siendo la causa más común de muerte prevenible en los Estados Unidos.
El uso de tabaco incrementa el riesgo de múltiples tipos de cáncer, enfermedades pulmonares, diabetes, osteoporosis y condiciones cardiovasculares.
Los beneficios de dejar de fumar comienzan inmediatamente, y al pasar las décadas, el riesgo de muchas de las condiciones asociadas disminuye sustancialmente. Un cese abrupto en dejar de fumar resulta en tasas más altas de abstinencia a largo plazo, y el combinar terapias de comportamiento con farmacoterapia es más efectivo aún.
A pesar de que el uso de tabaco ha disminuido en general, el incremento en el uso de sistemas electrónicos que liberan nicotina (como los vaporizadores o cigarrillos electrónicos), particularmente en personas jóvenes, ha creado nuevas preocupaciones en la salud.
Más del 20% de las personas que prueban el cigarrillo electrónico una vez, se convierten en usuarios habituales. Aunque los cigarrillos electrónicos pueden tener un beneficio de reducción de daño en personas fumadoras, el aerosol que contiene nicotina también contiene otros químicos que pueden ser peligrosos.
Los usuarios que no vapean y rodean a estas personas, también pueden estar expuestos a estos productos químicos dañinos a través del vapor exhalado. Se han visto casos reportados de lo que se conoce como lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos el cual resulta en una enfermedad pulmonar severa y hasta la muerte.
Además, el uso de cigarrillos electrónicos actúa como una ventana en personas jóvenes, llevándolos a utilizar productos de tabaco más tradicionales.
Del 2018 en adelante el uso del cigarrillo electrónico aumentó en un 78% en los estudiantes de escuela secundaria, y en la actualidad, 1 de cada 5 estudiantes afirman que vapean. Las implicaciones por los efectos a largo plazo aún quedan inciertas, pero sí sabemos que los cigarrillos electrónicos no deberían utilizarse o recomendarse para dejar de fumar.
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