Por Sandra Caquías Cruz
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Cientos de libros, muchos de ellos envueltos en el plástico en que son vendidos, estaban a la intemperie en el patio de la escuela Juan S. Mangual, en la comunidad Pastillo, en Juana Díaz, donde la palanca de un camión lo subía a su contendedor para ser decomisados.
Otros libros fueron recogidos por vecinos del lugar que llegaron y se les permitió entrar al plantel para coger lo que desearan antes de que los libros fueron llevados al vertedero, según describieron. Ningún empleado del plantel se encontraba en el lugar.
Un vídeo en las redes sociales, tomado por un ciudadano, denunció la situación como una «genocidio» de libros porque los libros estaban a la intemperie y se mojarían con la lluvia, lo que en efecto ocurrió la tarde del domingo, según vecinos del lugar.
No todos eran libros. Decenas de pupitres y de otros artículos escolares, incluyendo cajas con rollos de cinta adhesiva, eran parte de los materiales que acarreaba la empresa Alternative Exterminate Comejen (AEC), según rotulado el camión. Los empleados, entre ellos el chofer, rehusaron hablar. El chofer se limitó a decir que el portón estaba abierto, pero no precisó quién lo abrió.
El director de la Región Educativa de Ponce, Ramón Pagán Mercado, explicó que se trata de equipo y materiales para decomisar. Indicó que el mobiliario de ese plantel fue remplazado por nuevo y que los libros estaban en un área que había comején.
Aseguró que siguieron el proceso para decomisar, tal cual se exige, pero que el director de la escuela no debió sacarlos a la intemperie hasta tanto la empresa llegara a recogerlo.
«Está muy mal (lo que estaban haciendo)», expresó una mujer que rehusó hablar frente a cámaras y se identificó como Lady Rodríguez. La mujer estaba junto a un niño y llevaba en el baúl de su auto dos cajas con varias cintas adhesivas, libros envueltos en plástico y sillas plásticas de prescolar.
Indicó que la guagua de cabina abierta que acaba de salir de la escuela se llevó sillas en mejor estado, mayor cantidad de cinta adhesiva y libros en su empaque.
«Hay escuela que lo necesitan y hay muchos libros nuevos que los podían donar», comentó la mujer. «No deben botarlos», dijo.
«Yo aproveché», abundó Rodríguez mientras el camión salía del plantel. Unos 20 minutos después regresó vacío y su contenedor volvió a llenarse de libros y materiales escolares. Esta vez le tocaría el turno a los trofeos.
