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GUAYANILLA – Con el fin de generar un ingreso adicional y el deseo de compartir algo de sus raíces, Ivelisse Rodríguez Torres decidió vender jelly shots y “chichaíto”, una famosa bebida con base de ron y anís.
La enfermera de profesión, tras analizar que durante años ha visto que a los pacientes de los hospitales donde ha laborado le suelen servir gelatina, decidió preparar vasos con diferentes frutas y sabores para crear los nombrados jelly shots.
“Comencé a dar a probar a la familia y a algunas amistades para que me dieran su opinión. A casi todo el mundo le gustaba, pero me decían que estaba loca si me ponía a vender eso, que no iba a tener mucha salida. Pero yo decidí seguir pa’lante y no hacerles caso”, contó Ivelisse.
La trabajadora de la salud se dio a la tarea de preparar una variedad de sabores y visitó varios negocios del área sur para ofrecer y dar a probar su producto.
“Entre los sabores más solicitados están el blue curacao, uva, china y piña colada. Hoy en día, 12 negocios del sur ofrecen los jelly shots de La Jibarita”, dijo la guayanillense.
La joven decidió añadir “chichaíto” a su oferta y contó que los más jovencitos van tras la gelatina y los mayores van tras la bebida de anís.
“El chichaíto es una bebida del tiempo de mis abuelos. Yo lo que hice fue darle color y diferentes sabores, pero la base es la misma”, indicó la enfermera y enumeró diferentes sabores como: coco, café, fresa, piña, parcha, cherry, guanábana, mangó, tamarindo, pistacho, pata de gallina y guayaba”, explicó Ivelisse.
Aunque la pequeña comerciante expresó que la permisología fue lo más complicado del proceso, decidió perseverar hasta tener su negocio: La Jibarita Jelly Shots.
“Yo soy una jibarita del barrio Sierra Baja de Guayanilla y eso lo llevo siempre a mucha honra. Mi negocio es un carretón que simula una casa humilde y de campo y eso es lo que quiero proyectar. Este es el negocio de una humilde jibarita”, expresó la joven.
La Jibarita Jelly Shots ubica en la Playa de Guayanilla. Además de ser un ingreso adicional para Ivelisse, se ha convertido en un proyecto de familia y en un lugar obligatorio para los amantes del chinchorreo.
“Yo me disfruto este proyecto al máximo. Como enfermera, estoy acostumbrada a servir y es lo mismo que hago desde mi pequeño negocio. Yo disfruto cada día que atiendo a mis clientes. Me gusta hablar con las personas y sobre todo escucharlos”, explicó.
La nueva empresaria planifica llevar sus productos a otros pueblos y expandir el espacio de su carretón para atender a los clientes con más comodidad.
“El límite lo pone uno. Hay que tener el empeño y si nos gusta algo hay que hacerlo. Yo puse mis ganas y mi esfuerzo, pero lo más importante fue poner mi negocio en manos de Dios y aquí estoy”, indicó.
Aunque Ivelisse desea continuar con su trabajo de enfermera, también aspira a evolucionar y hacer crecer su pequeño negocio.