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Iglesias entre organismos que más realizan las terapias de reorientación sexual

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Por Dalila M. Olmo López 〡Centro de Periodismo Investigativo

 

El primer encuentro con las “terapias de conversión” del hoy doctor en psicología, Samuel Ocasio Domínguez, fue a sus 15 años, en la oficina privada del psicólogo clínico Carlos Velázquez García.

A raíz de haberle confesado su orientación sexual a sus padres mediante una carta, Ocasio Domínguez cayó sentado en la oficina de quien se promocionaba como un experto en salud mental en la Milla de Oro en San Juan.  

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En un intento por hacer desaparecer su homosexualidad, mientras el psicólogo Velázquez García se disfrutaba una merienda reclinado desde su silla, le pidió a Ocasio Domínguez expresar intimidades sobre sus prácticas sexuales y hacer dibujos de lo que percibía como una familia. 

El menor tuvo que integrarse, por recomendación del psicólogo, al equipo de baloncesto de su escuela y sustituir a su grupo de amistades mujeres por almuerzos con los varones de su clase.  

El psicólogo clínico le preguntó sobre las niñas en su clase y le pidió que escogiese a una con la que pudiese salir en una cita al cine. No limitó los requisitos de la descripción de la niña a sus cualidades y personalidad, sino que le exigió que la objetificara sexualmente y se enfocase en los rasgos físicos de la menor que le pudiesen resultar placenteros a un hombre heterosexual.  

“Me pidió que la invitara a salir, que le comprase popcorn, que la besara y que le tocase sus senos. Verbalizó que no iba a saber si me gustaban las nenas hasta que no las ‘probase’”, explicó el sobreviviente a la violencia de las llamadas “terapias de conversión”. 

Este psicólogo, que alegadamente diagnosticó a Ocasio Domínguez como hipocondriaco y adjudicó su homosexualidad a haberse criado junto a sus hermanas, es ahora director y fundador del Instituto de Psicotraumatología en Puerto Rico. Velázquez García negó haber provisto servicios de “terapias de conversión”. Al preguntársele si Ocasio Domínguez había sido su paciente, el psicólogo no negó ni confirmó la información. 

Ocasio Domínguez abandonó sus “terapias” y comenzó a asumirse como homosexual, hasta que un domingo su hermana lo invitó a acudir a una iglesia del concilio Dios Mission Board de Puerto Rico, una organización evangélica, en el barrio Cerro Gordo 2 en Bayamón.  

Luego de pasar por alegados exorcismos y un intento fracasado de parte de un pastor por darle “terapias”, Ocasio Domínguez fue referido en los años 90 a un practicante de maestría de psicología de la Universidad Interamericana de Cupey, Héctor Louis Vargas que, en ese momento, fungía como psicólogo de la institución eclesiástica. 

“Cierra la boca, voy a besarte, pero tú no me beses. Te voy a empezar a tocar pero tú no puedes hacer nada”. Ese fue el tipo de “terapia de conversión” que alegadamente le ofrecía Vargas, quien según recuerda Ocasio Doimínguez iba al cuarto del menor para las sesiones y además lo buscaba a la escuela diariamente. Vargas negó que esto hubiera ocurrido en entrevista con el Centro de Periodismo Investigativo (CPI). 

Vargas actualmente funge como líder eclesiástico del Ministerio Proclamando el Evangelio, según sus redes sociales y el perfil de Facebook del centro religioso. Dijo que no está de acuerdo con las “terapias de conversión” y aseguró que “cada cual tiene derecho a ser libre y ser como es”. 

Ocasio Domínguez es uno de los 27 sobrevivientes de “terapias de conversión” entrevistados por el CPI. 

 

Puntos de contacto para las “terapias”  

Según las experiencias relatadas al CPI, la práctica de las “terapias de conversión” es tanto recomendada como provista por instituciones religiosas en campamentos, retiros o sesiones privadas entre los líderes eclesiásticos y los sobrevivientes.  

De un total de 27 personas entrevistadas, 25 asistieron a “terapias” de base religiosa, mayormente en congregaciones evangélicas y pentecostales. Diecisiete de los 27 casos, los servicios fueron ofrecidos por instituciones eclesiásticas. A pesar de que la mayor parte de los casos fueron en el área metropolitana, 10 casos específicamente en San Juan, también se registraron vivencias de “terapias de conversión” en Bayamón, Caguas, Trujillo Alto, Guaynabo, Jayuya, Carolina, Dorado, Cabo Rojo, Mayaguez, Toa Alta, Las Piedras y Comerío. Los entrevistados nombraron a la Iglesia Cristiana Avivamiento y Poder en Trujillo Alto, la Iglesia Senderos de la Cruz en Hato Rey, la Iglesia Casa de Adoración Triunfantes en Cristo en Guaynabo y Iglesia Cristiana el Sembrador en San Juan como instituciones que han provisto estas “terapias de conversión”. 

En el caso de la Iglesia Senderos de la Cruz en Hato Rey, la pastora y líder eclesiástica Lizbeth Guidini Rosado negó que ofreciera allí las “terapias”. Pero estableció que cuando una persona exige servicios de “terapias de conversión” los refieren a otra institución eclesiástica que los pueda asistir. Al preguntársele a dónde los refieren, la pastora indicó que el referido dependía de la situación familiar y de la persona, y luego colgó el teléfono. 

La Iglesia Casa Joven del Caribe en Dorado, ahora conocida como el Concilio Monte del Líbano, Iglesia la Senda Antigua en Toa Alta, la Iglesia Dios Hace Vasijas de Honra en San Juan, La última cosecha en San Juan y la Iglesia Adventista en Las Piedras también fueron mencionadas por los entrevistados como “centros de terapias”. 

Por otro lado, la Iglesia Pentecostal Alfa Omega en Las Piedras, Iglesia Adventista en Hormigueros, Iglesia Discípulos de Cristo en Guaynabo, Iglesia G12 en Mayagüez, Iglesia Obra Evangélica del Luz del Mundo en Bayamón, y Connected Life, también conocido como  Iglesia Cristiana el Sembrador en San Juan, fueron identificadas por los entrevistados como instituciones que promueven las “terapias de conversión”.   

La mayoría de las instituciones eclesiásticas no contestó las llamadas del CPI o colgó el teléfono tan pronto se le explicó la razón de la llamada. 

En el caso de la Iglesia Adventista en Las Piedras, el pastor y representante de la congregación, Kelvin Romero Montero, negó que allí se proveyeran “terapias de conversión” y mencionó que “el único que transforma es Dios”. Detalló que la comunidad religiosa que lidera no aprueba el “estilo de vida” de una persona homosexual y que dentro de la iglesia siguen “la palabra de Dios según la Biblia”, en un intento por justificar su postura en contra de la homosexualidad.  

Por otro lado, en el caso de la Iglesia Cristiana el Sembrador en San Juan, una representante, quien no quiso ofrecer su nombre ni confirmar la ubicación del centro de oración, afirmó que en Puerto Rico no se practican las “terapias de conversión”.

Hay campamentos y retiros espirituales que también fueron descritos por los entrevistados como espacios donde se practicaban las “terapias de conversión”.  Por ejemplo, los retiros espirituales como el de la pastora Minerva Goitiá Torres de Cabo Rojo y el de la Iglesia Obra Evangélica Luz del Mundo en Bayamón. Al llamar a esta última, la persona a cargo no quiso ofrecer expresiones sobre  las “terapias de conversión”. 

La pastora Goitiá Torres informó que su comunidad eclesiástica Movimiento Vida y Poder en Cabo Rojo hace cuatro retiros anualmente, y dijo que no están enfocados en “terapias de conversión”, pues “necesitaría traer a una persona experta en el tema”. Al pedirle ejemplos de personas a las que acudiría como recursos, dijo que no sabía, pues no trabaja el tema. 

Uno de los sobrevivientes aseguró haber asistido al Campamento Metodista Obispo Fred P. Corson en Jayuya durante Semana Santa. La práctica a la que dice que le sometieron consistió en beber vinagre, lo que le provocó problemas estomacales; escalar una montaña mientras arrastraba una cruz de madera, para emular a Jesús; y múltiples exorcismos. Esta experiencia fue validada en las redes sociales por una segunda persona que relató pasar por los mismos ritos en un campamento de Jayuya. El CPI pudo ver fotos de 2017 que constatan que el campamento se continuaba ofreciendo a esa fecha. 

De manera similar a este caso, otra víctima también fue llevada en contra de su voluntad a las “terapias”. Al momento de llevarlo, sus padres se negaron a ofrecer información sobre a dónde iba. Describió su experiencia como un secuestro de parte tanto de sus padres como de la iglesia, cuyo nombre no supo precisar. 

Al menos cinco entrevistados identificaron a la líder religiosa Wanda Rolón, la pastora Alis Aguilda Ayala Agosto, el reverendo Samuel Agosto López, el líder religioso Daniel Villegas Cotto y a la líder de jóvenes Marta Sosa como personas que han realizado “terapias de conversión”. 

El CPI intentó pedir reacción a Rolón, Ayala y Agosto, pero las oficinas de sus respectivas iglesias dijeron que enviarían sus comentarios y nunca lo hicieron. Villegas nunca respondió llamadas ni mensajes. La Iglesia Senderos de la Cruz en Hato Rey, a la cual se vinculó a Marta Sosa, fue identificada por tres personas por separado como un lugar que provee terapias de conversión.  

En un intento desesperado por buscar apoyo, Ocasio Domínguez indica que le confesó a un maestro de su Escuela Miguel de Cervantes Saavedra en Bayamón sobre su sexualidad. La respuesta del maestro, abiertamente homosexual, fue intentar agredir sexualmente al menor. 

A pesar de que el entonces menor de edad intentó denunciar al maestro a través del director y el trabajador social de la escuela, Ocasio Domínguez fue culpado por los hechos. Lo expulsaron de la institución. El joven fue cambiado de escuela superior tres veces por el repudio de sus padres a sus manifestaciones de su homosexualidad en el ámbito escolar. 

Otros dos entrevistados mencionaron al Proyecto Head Start en Manatí y Mi Pequeño Paraíso Infantil en Bayamón como lugares donde fueron discriminados y se alertó a sus padres de que su comportamiento como niños no era “normal” o heteronormativo, lo cual conllevó que fueran llevados a “terapias de conversión”.    

La directora del Proyecto Head Start, Maribel Robles Colón, expresó que las políticas del programa establecen que no se acepta ningún tipo de discrimen y aseguró que todos los empleados están orientados sobre el reglamento. Añadió que las reglas del proyecto son cambiantes según la política pública del país, y aclaró que para los años en que alegadamente ocurrió el incidente narrado al CPI (1996-2000), ella no era la directora.  

La exdirectora del programa desde el 1988 hasta el 2014, Elisiana Ortega Ramos,  dijo que en el proyecto, los niños y niñas que presentaban una expresión de género que no correspondía con sus genitales, descritos por ella como “menores con necesidades especiales”, eran atendidos por trabajadores sociales.  

Otros entrevistados sostuvieron que la Escuela Superior Vocacional Pablo Colón Berdecía en Barranquitas y la Leadership Christian Academy en Guaynabo son instituciones educativas que, como requisito para recibir el diploma, le han exigido asistir a “terapias de conversión” a sus alumnos que se identifican como LGBT+, que se refiere a lesbiana, gay, bisexual, transexual, entre otras que agrupan orientaciones sexuales e identidades de género que no son heterosexuales. 

El CPI se comunicó con la escuela de Barranquitas y, aunque dijeron que ofrecerían una reacción, nunca contestaron. 

En el caso del Leadership Christian Academy, su director Carlos Montañez Dávila enfatizó en que la institución nunca ha obligado a un estudiante a acudir a “terapias de conversión” ni están de acuerdo con las mismas. Estableció que en dicha escuela no se habla de la sexualidad, se obvian las partes de la Biblia que hacen alusión a ello tanto entre personas heteroseuxales como LGBT+ y subrayó que, aunque no discriminan ante las diversas expresiones de la sexualidad, son una entidad cristiana evangélica que practica su religión de acuerdo a lo que establece la Biblia.  

En nueve de los 27 casos entrevistados para esta investigación, la “terapia de conversión” se dio en la oficina privada de un profesional de salud licenciado. 

La neuropsicóloga Lizzie Báez Pizarro, el psicólogo Marcos García Díaz y Jorge A. Cardé Gómez fueron todos nombrados por los entrevistados como profesionales que realizaron “terapias de conversión”. La Junta Examinadora de Psicólogos y Psicólogas de Puerto Rico confirmó que de estos, solo García Díaz y Cardé Gómez son profesionales licenciados.  

Cardé Gómez, aunque validó la ubicación de la clínica privada en Bairoa donde un entrevistado aseguró haber recibido terapias de conversión de parte del psicólogo escolar, sostuvo que no ha provisto la “práctica de conversión” ni tiene “la preparación profesional para ofrecerla”. Mientras, el psicólogo del Instituto de Desarrollo Integral y Evaluación en Caguas, García Díaz, negó ofrecer una reacción. 

Por otro lado, Báez Pizarro, quien se identifica como figura pública en Facebook, no aparece licenciada como psicóloga según la presidenta de la Junta, Nydia Ortiz Nolasco. Báez Pizarro dijo al CPI que sí está licenciada por la Junta y negó haber ofrecido “terapias de conversión”. 

Los entrevistados también mencionaron a psicólogos, profesores y clubes de la Universidad Ana G. Méndez, el Recinto Universitario de Mayagüez y del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico como lugares donde recibieron las “terapias de conversión”. Asimismo, fueron mencionados sexólogos con oficinas privadas y trabajadores sociales de instituciones escolares. 

Al preguntarle al rector del recinto de Cupey de la Universidad Ana G. Méndez, Ángel A. Toledo López, sobre la entrevista con un sobreviviente que afirmó que una profesora de la institución promovió que fuese a las “terapias de conversión”, dijo que cualquier docente que le sugiera a un estudiante acudir a tales servicios, o que los provea, se aleja de los valores de la universidad. Añadió que los principios de la institución son a favor de la aceptación y que, actualmente, la institución está estableciendo un proceso de transición para hacer de su currículo y su espacio educativo uno más inclusivo.  

Otro de los entrevistados nombró el Yale New Haven Children´s Hospital como el lugar a donde su madre lo llevó para tratar su homosexualidad y mostró fotos y documentos que dan cuenta de su estadía allí. Describió la experiencia como una que recuerda con poco detalle, pues indicó que le dieron grandes cantidades de fármacos. A partir de su estadía en el hospital universitario, dice que fue diagnosticado como hipocondríaco, un cuadro clínico que lo llevó a ir a otro centro de “terapias de conversión” al regresar a la Isla. 

De parte del Hospital, el director de Relaciones Públicas, Mark D’Antonio dijo que no podía ofrecer ningún tipo de declaración ni reacción sobre el tema debido a la confidencialidad que se le asegura a todo paciente y por el testimonio haber sido provisto con condición de anonimato. Solicitó más detalles sobre la investigación para considerar enviar una reacción oficial. Se le envió información adicional, pero la reacción del hospital no llegó. 

La misma persona afirmó que como consecuencia de esa experiencia en el hospital de Yale, desde sus 15 años no ha vuelto a acudir a ayuda médica profesional, pues, luego asistir a las “terapias”, considera a los médicos como una amenaza para su bienestar.  

Las experiencias de las 27 personas entrevistadas ocurrieron entre sus cinco y 26 años de edad: 16 eran menores, cinco tenían 18 años, y otros cinco tenían entre los 21 a los 26 años cuando vivieron esa experiencia. En un caso, no se especificó la edad. Los casos documentados van desde el año 1956 hasta el 2021.  

El problema sigue vigente, según múltiples testimonios vertidos en entrevistas de prensa, vistas públicas y en las redes sociales. El CPI habló con una persona, que pidió que se protegiera su identidad, y que contó cómo sus padres le advirtieron que le llevarían a “terapias de conversión” en mayo del 2021.  

Además, al acudir a la Iglesia Cristiana Ciudad de Dios en Caguas, donde se realizaron las manifestaciones en contra del Proyecto del Senado 184 y recogido de firmas a favor de las ”terapias”, la encargada de las actividades Marielis González Quiles, explicó al CPI que, de necesitar servicios para sacar a una persona “de una sexualidad confundida” o de un comportamiento distinto a lo que se practica en la iglesia evangélica, se debería de ir a la Iglesia Senderos de la Cruz en Hato Rey.  

González Quiles subrayó luego que las “terapias de conversión” no existen en Puerto Rico y dijo que se suelen confundir con la “consejería psicológica”.  

 

La red conectiva de las iglesias y la falta de fiscalización 

En 14 de los 27 casos entrevistados, personas vinculadas al cristianismo pentecostal y evangélico fueron sometidas a las “terapias de conversión”.  

La catedrática de Teología en el Seminario Evangélico de Puerto Rico, Agustina Luvis Núñez, destacó a los neopentecostales, un movimiento dentro del cristianismo evangélico protestante, como el grupo religioso que más realiza “terapias de conversión” en la Isla. Mencionó que sus líderes eclesiásticos son independientes y no están obligados a tener un bachillerato ni una preparación académica en teología para ejercer. Especificó que, entre los grupos evangélicos en Puerto Rico, el neopentecostal es uno de los más grandes. 

El psicólogo clínico y líder de TransRicans, un grupo de apoyo para hombres trans que trabaja con sobrevivientes de las “terapias de conversión”, Miguel Vázquez Rivera, mencionó que hay líderes religiosos que se proyectan además  como terapeutas, consejeros o trabajadores sociales, pero no operan desde la ciencia. 

A su vez, el senador independiente José Vargas Vidot describió a las instituciones eclesiásticas que otorgan las “terapias de conversión” como grupos que forman sus propias reglas. Aseguró que no se les puede exigir a los líderes eclesiásticos un examen gubernamental para poder ejercer como tales. 

Luvis Núñez atribuyó la magnitud en la que se proveen las “terapias de conversión” en las iglesias a la carencia de educación de sus líderes eclesiásticos y la falta de supervisión. Adjudicó la tendencia de estos grupos de percibir la homosexualidad de forma negativa a la manera en la que sus líderes interpretan la Biblia según sus prácticas religiosas.  

“La Biblia no sabe nada de orientación de género, solo sexo, hombre y mujer, genitalia, que es de lo que se sabía en ese entonces. ¿Vamos a arrastrar todos los prejuicios por basarnos en un escrito que fue redactado por humanos de siglos anteriores?”, cuestionó Luvis Núñez. 

El pastor Luis A. Ortiz Ocasio también describió como homófobas a las iglesias que interpretan la Biblia como si fuera la palabra directa de su dios. Opinó que se deberían establecer reglas que impongan restricciones en las actividades religiosas de cada iglesia con el fin de proteger a sus seguidores de este tipo de terapias. Además, dijo que los mismos líderes religiosos deberían educar a las comunidades religiosas que lideran para que no exista el discrimen dentro de estos espacios. 

A pesar de que en Puerto Rico no hay datos que lo cuantifiquen, Luvis Nuñez, Ortiz Ocasio y Vázquez Rivera aseguraron que la práctica de “terapias de conversión” se ejerce a gran escala. 

De manera similar, todas las personas entrevistadas afirmaron conocer a otras víctimas de “terapias de conversión”, algunos incluso se han convertido en profesionales de la salud mental y han atendido profesionalmente a personas que pasaron por esa experiencia.  

 

Los testigos de Jehová 

Contrario a las denominaciones pentecostal y evangélica, donde la interpretación de la orientación sexual puede variar según la iglesia, los Testigos Jehová en la página de su organización mundial definen la homosexualidad como “una sexualidad que interfiere con la devoción a Dios” 

Aunque sus líderes negaron otorgarle al CPI una entrevista sobre el tema, el secretario de su oficina de información pública en Estados Unidos, Chistopher Pérez, refirió a este medio a la literatura de su página web, que afirma como postura de esta comunidad de fe que la homosexualidad “está mal” y que “todo el mundo debe cohibirse cuando se trata de impulsos de participar en conductas que desagradan a Dios”.  

Uno de los entrevistados relató que si la persona se identifica con un género diferente a su sexo biológico, los ancianos del Salón del Reino, en el pueblo de Dorado, donde se reúnen para ejercer sus prácticas de fe, le exhortan a asistir a las “terapias”.  

Según su experiencia, los ancianos visitaban diariamente su hogar para orar por él e insistir en que acudiese a “terapias de conversión”. Lo amenazaron con expulsarlo de la comunidad religiosa de no convertirse en una persona “asexual”. Aseguró que él no fue el único que recibió este trato, pues la homosexualidad es condenada de manera absoluta en esta denominación religiosa.  

Al cuestionarle al secretario de la oficina central sobre esto, este mencionó que no podía ofrecer información sobre sus protocolos con integrantes que “expresen tendencias homosexuales”. 

 

El negocio detrás de las “terapias de conversión” 

Ocasio Domínguez también afirmó que sus padres le mencionaron que se les hacía difícil pagar por sus “terapias”, pues suponía una inversión económica grande para la familia.  

“No aceptan planes médicos, todo era en efectivo”, expresó Aydeen Núñez Santiago, un sobreviviente de las “terapias de conversión” que actualmente funge como reclutador del grupo de apoyo TransRicans.  

Según la experiencia clínica de Vázquez Rivera, la primera sesión de “terapias” puede costar unos $100, y otras personas entrevistadas hicieron referencia a las tarifas de evaluación de $20 a $60 la hora adicionales. 

“De ser creyente y entender que tu hijo es homosexual y será quemado en el infierno, ¿tú no darías todo el dinero del mundo para salvar a tu hijo o hija? Ante la creencia de que eso es una posibilidad, el miedo que eso genera puede ser increíble”, dijo el psicólogo Vázquez Rivera al apuntar a la manipulación que se ejerce con los altos precios de las prácticas de “terapias de conversión”. 

 

Intentos por clasificar a las “terapias de conversión” como maltrato de menores 

A diferencia del Proyecto del Senado 1000 presentado en 2018, que incluía una penalidad para las instituciones religiosas que practicasen “terapias de conversión”, el Proyecto del Senado 184 presentado en 2021 exime a la iglesia de penalidades por ejercer “terapias de conversión”. 

La senadora del Partido Independentista Puertorriqueño María de Lourdes Santiago Negrón explicó este cambio al detallar que, en la mayoría de los casos estudiados por los autores del PS 184, la iglesia hace el reclutamiento, pero el servicio es provisto por un profesional de salud, no por la iglesia.  

A juicio de Vargas Vidot, eximir a las iglesias fue una concesión para facilitar la aprobación de la medida.  

El también cofundador de True Self Foundation, Vázquez Rivera, afirmó que el PS184 buscaba proteger solo a un 27% de las víctimas de “terapias de conversión”, porque la mayoría de los sobrevivientes experimentan la práctica en la iglesia.  

Apuntó a un estudio de la Escuela de Derecho de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos, que estima que unas 16 mil personas identificadas como LGBT+ recibirán “terapias de conversión” de parte de un profesional de salud licenciado antes de llegar a los 18 años en los estados en que esta práctica es permitida. Mientras, estimó que 57 mil personas serán expuestas a ello en las iglesias, lo que equivale a un 72.6% de los casos. El estudio establece que 10 mil jóvenes LGBT+, entre las edades de 13 a 17 años, viven en estados que prohíben la “terapia de conversión”. 

El pastor Ortiz Ocasio, de la Iglesia Morada de Restauración en Caguas, una institución eclesiástica inclusiva cristiano evangélica, describió el PS 184 como un subterfugio diseñado para defender los intereses de algunos sectores religiosos. 

Subrayó que la homosexualidad no es una enfermedad ni es un aspecto que se debe de corregir en una persona. Especificó que, a causa de la falta de evidencia empírica sobre la utilidad de la práctica de las “terapias de conversión” y el daño psicológico y físico que implica, la práctica debería de ser ilegal tanto para menores como para adultos. 

“El Estado tiene la potestad y la responsabilidad de proteger a los niños y a los jóvenes de la ignorancia de los padres y de los líderes religiosos”, sentenció. 

Por otro lado, en las vistas públicas sobre este proyecto, la senadora del Proyecto Dignidad, Joanne Rodríguez Veve, expuso en numerosas ocasiones su postura en contra de la prohibición de la práctica. Justificó su criterio estableciendo que la definición de las “terapias de conversión” que incluye el proyecto P del S 184 es incompleta, pues no describe a la práctica como maltrato físico ni mental, sino   como un intento por cambiar la sexualidad de una persona.  

“Si la definición provista incluyese al abuso y las agresiones que los sobrevivientes han señalado como parte de la práctica, yo aprobaría el proyecto. Sin embargo, aquí lo que se define como “terapias de conversión” es cualquier intento por cambiar la orientación sexual, lo que no implicaría un crimen, si la persona quiere ejercerlo”, dijo Rodríguez Veve al asegurar que un niño puede voluntariamente desear las “terapias”.  

Sin embargo, 18 de los 27 entrevistados establecieron que la modalidad de sus “terapias” fue verbal y lo catalogaron como abuso. Dos admitieron haber tenido   experiencias que incluyeron fármacos y siete aseguraron que incluyeron un abuso físico. 

Además, los sobrevivientes entrevistados destacaron que no es razonable pensar que los niños asistan voluntariamente, porque al tratarse de un menor, si no participan de las “terapias”, se quedan sin techo y sin padres que los apoyen económicamente.  

De acuerdo con Alejandro Santiago Calderón, trabajador social e investigador sobre la magnitud de las “terapias de conversión” en Puerto Rico, un menor que rechace las “terapias de conversión” puede quedarse sin hogar a temprana edad. Esto lo valida un estudio de la Escuela de Derecho de UCLA sobre jóvenes sin hogar, que indica que un 60.14% de los entrevistados fueron expulsados de sus hogares por su orientación sexual. 

Ocasio Domínguez fue expulsado de su casa varias veces. Se le ofreció volver a su hogar bajo la condición de ser heterosexual. Por esto, decidió vivir en ese momento con personas que había conocido en una discoteca.