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Joven se reinventa con el oficio de su niñez

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JUANA DÍAZ – José Ramón Acosta Daleccio aprendió el oficio de la repostería a sus 12 años de edad. Un amigo de su infancia lo llevaba al negocio de su familia y José Ramón pasaba horas observando al repostero. “Yo recuerdo que me encantaba mirar el proceso de hacer el pan y los dulces y poco a poco iba aprendiendo. Yo iba a ayudar y después practicaba en mi casa”, contó.

Poco tiempo después, el residente de Juana Díaz fue contratado para trabajar en la panadería. “Me dieron la oportunidad para que pudiera ganarme unos chavitos. Me gustaba mucho la repostería, para mi era algo divertido porque era un trabajo que me gustaba. Pero, para ser honesto, nunca pensé que sería mi oficio. Yo planificaba ser mecánico”, relató el joven.

José Ramón estudió mecánica automotriz, pero mientras trabajaba como mecánico, recordaba con añoranza su trabajo de repostero. “Ahí me di cuenta que la mecánica no era lo mío, no era lo que me gustaba. Luego tuve varios trabajos y trabajaba unas horitas haciendo repostería. Siempre he tenido que hacer más de un trabajo para poder completar”, explicó.

El joven decidió viajar fuera de la Isla, en busca de mejores oportunidades. “Me fui a Utah y trabajé allá un año en una compañía de Landscaping. Fue una buena experiencia, pero extrañaba mi terruño y regresé”.

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El juanadino obtuvo un empleo de tercer turno en una reconocida tienda por departamentos y un día preparó varios postres para compartir con sus compañeros de trabajo. “Todos quedaron encantados y una de mis compañeras, Nilda Torres, me motivó a que preparara los dulces para vender. La verdad es que yo no me atrevía. Imagínate. Yo decía: ¿Pero y a quién se los voy a vender?”

Pero la insistencia de su compañera y la necesidad de buscar un ingreso adicional, motivaron a José Ramón a preparar algunas órdenes de dulces de panadería. Lo que el joven desconocía era que, en poco tiempo, iba a tener tanta demanda. “Ahí nació Entremeses Monchito. Empecé con una bandeja para un familiar y ahora las órdenes no paran. Ahora lo que necesito es tiempo”, relató entre risas.

José Ramón vende quesitos, pastelillos, tornillos, palmeras y donas, entre otros postres. “Se trabajan al por mayor y al detal. La gente puede hacer pequeñas órdenes o pueden ordenar bandejas; como mejor les parezca”, explicó.

Hoy día, Entremeses Monchito se ha convertido en la empresa del joven. “Yo nunca imaginé que el oficio que aprendí a mis 12 años, se convertiría en mi sustento y mi pasión”, sostuvo.

“Le tengo que decir a la gente que pongan todos sus sueños en manos de Dios. Yo pensaba que no tendría a quien vender mis productos y no puedo ni creer que hoy día pueda llegar a tanta gente. Yo creo que esa ha sido la mejor experiencia”, puntualizó.

José Ramón vende quesitos, pastelillos, tornillos, palmeras y donas, entre otros postres. Fotos: Tony Zayas