Por Sandra Caquías Cruz
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PONCE – El futuro del Puerto de las Américas Rafael Cordero Santiago es incierto y así lo evidenciaron funcionarios del Gobierno que reconocieron que las costosas grúas no funcionan y el desarrollo de esas instalaciones portuarias depende de que esté atado a un plan de actividad de valor añadido que en este momento no están gestando.
El uso de las instalaciones, las cuales no pudieron ser utilizadas en la emergencia generada en los pasados días por un conflicto obrero patronal en el muelle de San Juan, no se vislumbra para carga doméstica. De hecho, la empresa que estuvo en conflicto, Luis Ayala Colón, conoce el puerto porque mantuvo parte de sus operaciones en Ponce hasta que comenzó a desarrollarse el llamado megapuerto.
“(Ponce) no es una opción”, dijo Joel A. Pizá Batíz, director ejecutivo de la Autoridad de los Puertos, en el programa Jugando Pelota Dura, cuando le preguntaron si Ponce era una opción para evitar que una situación obrero patronal se repita.
“El Puerto de Ponce tiene las grúas necesarias para bajar los contendores, lo que pasa es que no funcionan… para la emergencia no funcionaban las grúas”, afirmó el funcionario un día después que la secretaria de la gobernación, Noelia García, había expresado, en el mismo programa, que “las grúas que están en Ponce no son hábiles para mover esa carga”.
“Están sacando de contexto lo que dijo la secretaria de la Gobernación”, dijo Pizá Batíz, quien señaló que ella se refirió a que no estaban hábiles para la emergencia del conflicto obrero patronal.
“Las grúas están dañadas; estamos esperando por los fondos de FEMA”, confirmó el alcalde de Ponce, Luis Irizarry Pabón.
$300 millones y no entran ni los Jet Ski
¿No sirve para nada el muelle? ¿Ninguna grúa funciona? ¿Después de invertir $300 millones allí no entran ni los Jet Ski?, le preguntaron al alcalde ponceño.
“Es cierto”, afirmó.
“Lamentablemente este Puerto no tuvo mantenimiento. No tuvo asignado presupuesto para trabajar con esas grúas y nosotros estamos ahora peleando para que este Puerto pase al municipio de Ponce y nosotros poder administrar, arreglar y echar hacia delante el Puerto”, indicó.
Mientras, el alcalde de Juana Díaz, Ramón Hernández Torres, lamentó que «hemos invertido $300 millones y no pasó nada” en el llamado megapuerto.
Recordó que cuando la exalcaldesa María Meléndez Altieri asumió la administración municipal habían contratado una compañía para realizar un estudio de mercado, pero tampoco pasó nada con esa inversión.
“Producto de emociones y no de datos”
El Director ejecutivo de la Autoridad de los Puertos dijo que el Puerto de Ponce, el cual fue conceptualizado para un puerto de trasbordo, no ha funcionado porque pusieron “los bueyes antes que la carreta” y porque fue “producto de emociones y no de datos”.
Explicó que el Puerto de Ponce tiene dos elementos que limitan su desarrollo y mencionó: mano de obra cara y poco volumen de mercancía.
“Hay que ser realista”, indicó antes de insistir en que para desarrollar este megaproyecto hay que forzar la demanda y garantizar la carga de la actividad comercial que necesita.
“Más que el deseo, tiene que haber un plan realista”, subrayó Pizá Batíz.
La inversión en el Puerto de las Américas, cuyo estudio de viabilidad fue realizado a finales de la década de 1990 por el consultor Ernst Frankel, advertía -en aquel entonces- que el éxito del proyecto dependía de generar actividad de valor agregado, por ejemplo, traer materia prima y ensamblarla para exportar ese producto.
Empero, esa viabilidad también estaba condicionada a que avanzaran a desarrollar las instalaciones por la cantidad de puertos que estaban desarrollando en la región del Caribe, los cuales representaban una competencia que podía echar por el suelo el desarrollo del Puerto de Ponce.
No obstante, el mayor atractivo era que el Puerto de Ponce se convertiría en un punto de entrada al mercado norteamericano, lo que no le brindaban puertos como el de República Dominicana.
$300 millones echados por la borda
El Gobierno de Puerto Rico gastó alrededor de $300 millones en el desarrollo de las instalaciones portuarias de Ponce y creo, mediante Ley una Autoridad para velar y encaminar el proyecto.
La millonaria inversión, que sería pagada a largo plazo, además de mejoras a la infraestructura portuaria, la usaron para la adquisición de terreno, estudios y aumentar el calado para que pudieran llegar muelles post-panamax, entre otros gastos.
Sin embargo, el uso de esas instalaciones ha sido mínimo. La actividad comercial que allí se observa prácticamente se limita a vehículos que utilizan CODEZOL, una zona libre de impuesto que permite a los empresarios no pagarlos hasta tanto saquen del puerto su inventario.
Al Puerto de las Américas llegó uno o dos cruceros al año durante la administración de la alcaldesa María Meléndez Altieri. La actividad turística fue muy limitada y el muelle que habían destinado para recibir cruceros, lo que algunos señalaban era incompatible con el movimiento de caga, necesitaba reparaciones.
El huracán María y los terremotos afectaron la zona portuaria, de ahí que ahora esperan por fondos de FEMA.
La construcción del llamado megapuerto no ha estado fuera de controversia desde que se conceptualizó por el gobierno de Pedro Rosselló, quien apostaba a desarrollarlo en Guayanilla por entender que era más viable que mejorar las centenarias facilidades portuarias que tenía Ponce, cuya administración en ese entonces era dirigida por Rafael ‘Churumba’ Cordero.
El desarrollo inicial del proyecto tampoco estuvo exento de controversias político partidista. Cordero Santiago tenía -en ese entonces- un pleito judicial con la administración de Rosselló por paralizar las obras del llamado plan Ponce en Marcha.