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Repica la Bomba entre los viejos hierros de la Central Mercedita

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Por Sandra Caquías Cruz

redaccion@esnoticapr.com

 

PONCE – La antigua Central Mercedita, en esta ciudad, fue el escenario de inspiración de un grupo de jóvenes, encabezado por Liz Vannette Vargas Dávila, que decidieron tomar una serie de fotos que utilizarán para educar a la ciudadanía sobre la evolución de la música y el baile de la Bomba en la región sur de Puerto Rico.

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A largo plazo, Vargas Dávila busca que el Instituto de Cultura Puertorriqueña acepte su aportación cultural y le permita exhibir su trabajo en vías de educar a la población. A modo inmediato, la joven utiliza las redes sociales y publica fotos e información sobre ese género musical.

Liz Vargas Dávila baila bomba al ritmo del barril que toca Jorge Ventura. Foto: Alis Francis García

“Queremos recoger la historia de la bomba, y las letras, para pasarlas a futuras generaciones”, describió Vargas Dávila, de 21 años. “Creo que los puertorriqueños merecen tener una educación cultural”, dijo.

El trabajo lo realiza en unión al joven ponceño Jorge Ventura, quien toca el barril. Mientras, el fotógrafo Alis Francis García procura captar con el lente el contorno del cuerpo de la bailarina mientras repica el tambor.

Vargas Dávila, oriunda de Gurabo, explicó que inicialmente pensó visitar la Central de Aguirre, pero le eran requeridos varios permisos por lo que el trio decidió llegar hasta la antigua Central Mercedita, y entre hierros corrompidos por moho, bailar Bomba. Ella ataviada de una inmaculada indumentaria blanca y él con camisa blanca de manga larga.

La joven destacó que el trabajo es uno voluntario y que el único fin es educativo con miras a realizar una exposición -el próximo año- con el auspicio del Instituto de Cultura Puertorrqueña.

“Trabajo fuerte para conseguir lo que anhelo, que es brindar esa educación”, dijo la también maestra en la academia de baile Sabor Ajeno.

En la información que adelantó en las redes sociales y que tituló “Bomba en la Central Mercedita”, la joven hace varias referencias sobre el tema de las que extrae el que:

“La bomba puertorriqueña nació en la isla en el siglo XVI con la llegada de los Negros. Entonces, la literatura sugiere que históricamente la diversidad de influencias en la música de la bomba fue continua en el archipiélago puertorriqueño por las inmigraciones forzadas o voluntarias desde África y el Caribe. A través de los siglos XVI al XIX a Puerto Rico trajeron o llegaron en oleadas inmigrantes esclavizados bozales del Continente Africano y esclavizados criollos de las hermanas islas del Caribe hispano, anglo y francés: Santo Domingo, Cuba, Jamaica, Santo Tomás, Islas Vírgenes, San Cristóbal (St. Kitts), Antigua, Dominica, Martinica, Curazao, Dominica, Guadalupe, entre otras. La región del Sur de Puerto Rico a la que hago referencia incluye a los municipios que van desde Patillas hasta Ponce, pero con la presencia constante de bomberos de Mayagüez y otros pueblos del suroeste. La Bomba puertorriqueña en el Sur de Puerto Rico en la década entre el 1954 y 1965 del Siglo XX se practicaba de manera muy distinta en comparación con la manera que se ha practicado en el periodo de los 5 años entre 2013 a 2018. Las diferencias percibidas en la práctica de la bomba entre ambas épocas son múltiples y muy significativas. Nosotros ahora lo que celebramos son bombazos, pero un baile de bomba ya ustedes no lo van a ver, y lo siento mucho, porque ya eso no existe. Eso se cayó”.

Entre la información que ha compartido también se encuentran datos sobre el desarrollo de la Central Mercedita:

“La historia de Mercedita se remonta a las primeras décadas del siglo XIX, cuando el catalán Sebastián Serrallés fundó a las afueras de Ponce el Ingenio Teresa; éste se dedicaba a la producción de azúcar moscabada. La fecha exacta de su fundación se desconoce. A su regreso a España, dejó el ingenio a cargo de su hijo Juan Serrallés Colón, el cual compró la participación de los otros miembros de la familia. También, adquirió tierras aledañas dedicadas al cultivo de la caña de azúcar. En 1861, consolidó estas tierras y fundó la Hacienda Mercedes, la cual nombró en honor a su esposa. No se sabe a ciencia cierta en qué momento comenzaron a llamarle Mercedita. Esta hacienda contaba con unas 350 cuerdas de las cuales se cultivaban cerca de 200. En 1862, la molienda alcanzó la cifra de 725,666 libras de azúcar. A partir de 1865, también, comenzó a producir ron para la venta en el mercado local. Tras la abolición de la esclavitud, en 1873, la mano de obra estaba constituida mayormente de esclavos libertos. A partir de la década 1880, Mercedita comenzó a fomentar una fuerza laboral que residiera en los terrenos del hacendado. Juan Serrallés era dueño de 139 esclavos distribuidos en varias haciendas. Mercedita sobrevivió la crisis azucarera del último tercio del siglo XIX porque había diversificado su oferta al añadir la venta de mieles y ron, con lo que complementaba los ingresos. La Bomba como la conocemos hoy nace en los ingenios azucareros, es la repuesta popular a la música y la danza de la aristocracia. A través de la Bomba se comunicaba la alegría y el sufrimiento, así como los sucesos del diario vivir”.

El joven ponceño Jorge Ventura se concentra al sacar el ritmo de la Bomba a su barril. Foto: Alis Francis García

 

Los jóvenes aportan a la cultura difundiendo la historia de la Bomba. Foto: Alis Francis García