Por Floridalia Cortés Arroyo
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GUAYANILLA – Tras nueve años esfuerzo y sacrificio, el pasado 28 de diciembre, Miguel Ángel Serrano Collado y su esposa Marianelly Velázquez Rodríguez, residentes del barrio Piedras Blancas de Guayanilla, celebraron que, por fin, habían culminado la construcción de su casa.
“Fue un día bien especial y sacamos hasta fotos de nuestra casita. Recuerdo que le dije a mi esposa: aquí tienes tu casa. Imagínate, fuímos poco a poco construyéndola y arreglándola a nuestro gusto”, relató Miguel Ángel.
Lo que nadie imaginaba es que, apenas una semana después, como consecuencia del terremoto, perderían la casa por la que tanto habían trabajado.
“Fue un golpe bien fuerte. Ahí estaba el fruto de muchos años de trabajo. No podíamos ni creer lo que estaba pasando, pero esa es la realidad que nos tocó”, expresó el guayanillense con voz entre cortada.
“¿Qué te puedo decir? Perdimos la casita, pero no perdimos nuestra fe. No ha sido fácil. Ahora vivimos en una caseta de campaña. Es curioso porque estamos frente a la casa y la vemos ahí, todos los días. La casa aún conserva hasta los adornos de Navidad, pero ya la declararon inservible. No la podemos vivir. De hecho, mi esposa no se atreve ni entrar”, explicó Miguel Ángel y añadió que se han mantenido cerca de la casa por temor a que les roben sus pertenencias.
Según el residente de Guayanilla y padre de dos adolescentes, la pérdida de su casa los ha hecho una familia más fuerte y más unida. “Nosotros no fuimos los únicos, mucha más gente perdió sus casas. Hay muchas personas que perdieron sus trabajos. Yo por lo menos sigo aquí en mi negocito y poco a poco voy a volver a empezar”.
Cada día, desde muy temprano, Miguel Ángel se dirige a su negocio Yukiyú, una guagua de frituras, ubicada en la entrada del pueblo de Guayanilla, donde vende domplines, alcapurrias y gran variedad de empanadillas para obtener el sustento de su familia.
Aunque el comerciante reconoce que, desde el terremoto, las ventas de su negocio han mermado de forma considerable, repite una y otra vez que no se va a rendir, que va a seguir trabajando y, peso a peso, va a volver a reunir el dinero para la construcción de una nueva casa.
“Yo creo en Dios y creo que nos vamos a levantar. Voy a volver a construir mi casa, pero esta vez sobre roca. Va a ser una casa más fuerte. El terremoto nos arrebató nuestra casa, pero no logró quitarnos la fe”, expresó Miguel Ángel, con una notable expresión de tranquilidad en su rostro.
“Los boricuas somos una raza buena, somos una raza fuerte y perseverante. Yo voy a empezar una y otra vez y cuantas veces sea necesario, pero no me voy a rendir. Vamos pa’ lante”, dijo.