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Transforman guagua en restaurante

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PONCE – Harold Rivera Reyes es electricista, trabajador de construcción, chofer de monta carga, jardinero y handy man, pero su gran pasión ha sido siempre la cocina. El santaisabelino observaba a su mamá cuando cocinaba y de niño, visitaba una pizzería del pueblo para aprender todo el proceso de la elaboración de la pizza.

“A los 12 años yo era pizzero. Ya a esa edad yo sabía preparar las diferentes pizzas y me encantaba”, relató.

Cuando el pequeño empresario culminó su cuarto año, decidió estudiar electricidad ya que sabía que era un oficio con mucha demanda. Pero varios años después y siguiendo su verdadera pasión, decidió estudiar artes culinarias.

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“Me fui a estudiar para trabajar en lo que realmente me apasiona, que es la cocina, pero seguía trabajando en lo que apareciera, seguía haciendo de todo: trabajos de construcción, de electricidad o lo que apareciera para ganarme mis chavitos y poder obtener el sustento para mis dos hijos”, explicó.

Una nueva oportunidad se presentó a la vida del joven; un empleo como chef en un restaurante en Oregon. Se trataba de un negocio de comida boricua y tanto él como su compañera, Frances Rodríguez Robles, se lanzaron a la aventura de dirigir la cocina del lugar.

“Fue una experiencia grandiosa, pero era demasiado sacrificado y el costo de vida era muy alto. Trabajábamos todos los días y en ocasiones ni nos veíamos. Uno atendía la cocina durante el día y el otro durante la noche. Decidimos regresar. A pesar de que en Oregon hay muy pocos puertorriqueños, la comida fue muy bien recibida”, contó.

En una ocasión, la pareja vio un anuncio de venta de una guagua de chinchorreo y de inmediato se entusiasmaron con la idea de comprarla y arreglarla para un negocio de comida. “Yo estaba soñando, porque la verdad es que no teníamos el dinero. En esos días surgió una oferta de empleo para trabajar en Iowa como jardinero. Mi compañera y yo lo hablamos y decidí irme para conseguir los chavos y comprar la guagua”, relató el cocinero.

En esta ocasión, Harold regresó a la Isla con el dinero para comprar la guagua.

“Eso fue un proyecto. Ahí empezamos poco a poco a desmontar los asientos y a sacar las luces y todo de adentro y poquito a poco convertimos la guagua en una cocina industrial completa”, explicó.

Con la ayuda de Frances, quien posee experiencia de más de 20 años como gerente de restaurantes de comida rápida, Harold logró alcanzar su gran sueño: Sabores Mar y Tierra.

“La especialidad son las papas, batatas y yuca rellenas. Se preparan bien similares a los mofongos y tenemos de diferentes carnes y mariscos y con nuestras salsas especiales”, indicó Frances.

Según los propietarios del nuevo restaurante, la acogida ha sido muy buena.

“No ha sido fácil llegar hasta aquí, pero lo logramos y estamos bien felices. ¿Quién iba a pensar que nuestro sueño estaba en una guagua de chinchorreo? Tenemos un restaurante ambulante, pero nuestra cocina no tiene nada que envidiarle a un gran restaurante y el sabor de nuestra comida es exquisito”, sostuvo el empresario.

Sabores Mar y Tierra es ejemplo de trabajo y perseverancia. Gente como tú que nos recuerdan que vale la pena perseguir nuestros sueños.