Por Nydia Bauzá
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SANTA ISABEL – La reciente eliminación de casi $30 millones a programas de incentivos agrícolas en Puerto Rico ha generado preocupación en agricultores del área sur del país, que día a día echan el resto para salir a flote con sus cosechas, amenazadas por destructivas plagas y fenómenos atmosféricos agravados por el cambio climático.
Agricultores y agricultoras entrevistados por Es Noticia repudiaron estas nuevas políticas de la administración de Donald Trump y reclaman mayor apoyo del gobierno de Puerto Rico con incentivos locales para el desarrollo y sostenibilidad de proyectos agrícolas. Tras el golpe que recibieron los sembradíos el 17 de septiembre de 2017 con el destructivo huracán María, varios de estos labradores de la tierra subsisten con préstamos, algunos han tenido que cerrar sus proyectos y otros, para seguir adelante, se han tenido que diversificar en otras actividades agrícolas.
A finales del pasado mes de abril el Departamento de Agricultura federal canceló subvenciones para proyectos agrícolas en Puerto Rico por unos $28 millones, en su mayoría dirigidos a incentivar la producción de café. Estos proyectos eran parte del programa Alianza para Productos Básicos Climáticamente Inteligentes (PCSC, en inglés), impulsado por la administración del ex presidente Joe Biden, con el objetivo de incentivar prácticas agrícolas climáticamente inteligentes en comunidades desventajadas.
Para el agrónomo, Miguel Antonio Berdiel Torres, quien ha dedicado 20 años a la agricultura, el panorama es preocupante.
“Todas las ayudas, todo lo que programan para beneficio de la agricultura y la conservación en Puerto Rico se ve afectado. Ahora mismo, empleados del National Conservation of Natural Resources (NRCS en inglés) que estaban por contrato han sido eliminados. En la Oficina de Utuado solo quedan dos empleados”, cuestionó Berdiel, de una familia de agricultores en Adjuntas.
El agroempresario explicó que el NCRS brinda servicios y programas a los agricultores mediante los cuales reciben paga por conservar los recursos naturales en las fincas. Añadió que hay temor entre los productores agrícolas de que otros programas federales se vean afectados o sean cancelados.
Graduado en agronomía del RUM en 2005, maneja actualmente dos fincas: una en Adjuntas de 152 cuerdas -de chinas, café, guineo, plátanos y limones- y otra, de 105 cuerdas en Santa Isabel, -dedicada al cultivo de plátanos, calabazas, papaya, berenjena, yuca y batata-. También es chef y propietario de un restaurante Adjuntas; hace un par de meses lanzó al mercado su propia marca de café (Don Miguel Berdiel) y su próximo proyecto es desarrollar una torrefactora.
Reclamo de incentivos locales
“Hay muchas maneras de incentivar a los agricultores dentro de los programas que maneja el Departamento de Agricultura. Hace mucho tiempo, cuando solicitaba sembrar una cuerda de café con mil doscientos arbolitos de café, me pagaban $500. Cuando se completaba la primera siembra me daban el primer abono, herbicida, las semillas libre de costo o a bajo costo, más te pagaban por sembrarla. Eso ya no es así”, recapituló Berdiel.
Dijo que durante la emergencia que provocó el huracán María ni el Departamento de Agricultura ni el Servicio de Extensión Agrícola tenían reservas de semillas de café del país para levantar esa industria. “Ahí es que entra la gente de Puerto Rico Coffee Roasters con la gente de Starbucks que trajeron 2.5 millones de semillas de café de otra parte para poder levantar la caficultura en Puerto Rico”, acotó.
Berdiel detalló que se importaron semillas de Colombia, pero sostuvo que en algunos lugares no han rendido frutos.
“No lo estábamos sembrando a la altura que se experimentó en Colombia. Puerto Rico es totalmente distinto. Yo tengo sembrada una cuerda, tuve que sembrarla, pero la voy a cortar. Ahora mismo, no tiene un grano de café”, ilustró el agrónomo.
A futuro, sostuvo, que se debe contar con reservas de semillas criollas y mencionó que en la Estación Experimental Limaní, en Adjuntas, se han desarrollado unas cuantas variedades resistente a plagas, una de ellas es la variedad Limaní, resistente a la roya.
“No tenían un inventario de semillas. Si pasara cualquier cosa aquí no lo hay. Ahora mismo en Santa Isabel tenemos problemas con las semillas. Subieron de precio. Las que sembramos en Santa Isabel vienen de Arabia, Israel, de cualquier parte. Hace dos meses mil semillas de papaya nos costaban $500 y ya están en $625 y vienen por $750”, dijo
Subrayó que también han aumentado los costos de fertilizantes, el plástico que se utiliza para las siembras y mangas de riego.
El agricultor contrastó los cultivos y cosechas en sus dos fincas, una en las montañas de la Cordillera Central y la otra, en terrenos llanos cercanos a la costa caribeña.
“Para sembrar mil plantas de plátanos en la montaña me tardo un mes y para sembrar dos mil plantas de plátano en el Sur me tardo una hora y 45 minutos porque el terreno es llano, puedo usar tractores para surcar el terreno, tiro la semilla, uso otro implemento para taparla y le pongo riego. En la montaña la producción puede tardar de 12 a 14 meses, dependiendo cuándo se siembra y en el Sur, estamos hablando de ocho a nueve meses y máximo 10 meses para poder producir. En la montaña todo es manual y dependemos de que llueva. La producción es artesanal”, describió.
Mayor apoyo a lo local
“En la producción y cultivo de plátanos, entiendo que el gobierno puede ser más efectivo en materia de investigaciones. Tienen el Colegio de Mayagüez (RUM) y no están maximizando sus recursos. Se pueden hacer investigaciones agrícolas en el mismo sistema de la Universidad de Puerto Rico. Eso lo vimos en el huracán María cuando el ciclón arrasó con las cosechas de plátanos y los tuvieron que importar de otros países como la República Dominicana y de Centro América”, recordó.
Durante el paso del huracán María, Berdiel reclamó pérdidas por más de $800 mil en la finca de Adjuntas. Con las lluvias que dejó el huracán Fiona dijo que en la finca de Santa Isabel tuvo pérdidas por $1.2 millones en siembras de pimientos, ajíes y yautías. Por los estragos de María recibió una ayuda federal de $10,048 y por Fiona, la Corporación de Seguros Agrícolas le reembolsó unos $12 mil, mientras, el gobierno federal (Farm Services Agency) le otorgó otros $8 mil. “El seguro lo que me pagó fue la semilla y lo que pagué por germinarla”, reclamó.
“Esta semana sembré una calabaza, sale en producción para agosto siempre y cuando el tiempo me lo permita, las lluvias y el calor me lo permita. Semanalmente van subiendo los precios, necesitamos del Departamento de Agricultura mucho más incentivos, una proyección de la producción local, de nosotros como productores. Necesitamos apoyo a lo local para que en realidad nos vean como un sector que contribuimos al ingreso neto del país. Hay que diversificarse porque como agricultor (solamente) no se puede vivir en Puerto Rico”, dijo Berdiel.
“No se pueden poner todos los huevos en la misma canasta, hay que ponerlos en diferentes sitios porque Puerto Rico es susceptible a lluvias, sequías, huracanes, temblores, a diferentes fenómenos en los que la agricultura se afecta completamente”, sostuvo.
Del baloncesto a la labranza
La ex baloncelista Carla Escalera, quien también tiene una finca agrícola en Santa Isabel dijo que por el impacto del huracán Fiona, el 18 de septiembre de 2022, sufrió pérdidas por unos $300 mil y en este 2025 espera recibir ayuda federal a través de Farm Services Agency. Reconoció sin embargo, que las nuevas políticas de la administración Trump podrían afectar los desembolsos federales.
“Según la pérdida que yo tuve ellos te dan un 80 a 90%, pero con el cambio de la presidencia en los Estados Unidos, todo está tan inestable”, indicó la agro empresaria, baloncelista por 25 años, jugó en la Selección Nacional de Puerto Rico y en 2025 se lanzó a la agricultura.
“Con el huracán María apenas yo estaba empezando con seis cuerdas y no tuve pérdidas a gran escala. Con Fiona sí, debido a la mucha lluvia que cayó. Perdí como 30 o 40 cuerdas que tenía sembradas con calabaza, pepinillo, papaya y melón de agua”, expresó. Dijo que pudo recuperarse un poco de las pérdidas con un préstamo de Farm Credit.
“Se pierde cuando vienen tormentas. La agricultura es de personas resilientes”, indicó Escalera, cuyo padre Orlando Escalera Alamo,agrónomo de profesión, levantó un hogar de tres hijos con la agricultura como sustento.
“Desde pequeña me paseaba por los campos de la finca de mi padre en Santa Isabel y así fue creciendo mi amor por la tierra”, narró Carla, quien estudió un bachillerato en Administración de Empresas y hace unos meses comenzó también a estudiar agronomía.
En su finca, Tierra Santa Farm, cosecha, berenjena, pepinillo, calabaza, plátanos, zucchini, papaya y pimientos, pero el producto fuerte es la sandía (melón de agua),
También evalúa sembrar piña
“Como ya estamos en temporada de huracanes, lo que se siembra ahora tiene que ser un cultivo de dos o tres meses. Hay que sembrar cosas para que si hay una pérdida no sea tan grande. Donde hay más pérdidas es en el plátano y la papaya. Con una brisa platanera se puede ir a pique toda una siembra de plátanos o de papaya”, aseguró la agricultora. Comenzó con seis cuerdas de calabaza y actualmente se expandió a 95 cuerdas mediante un contrato de arrendamiento con la Autoridad de Tierras.
¿Se puede vivir de la agricultura?
“Muchas personas ven la agricultura como si fuera menos que cualquier otro oficio. La agricultura fue el sustento de nuestro hogar, con eso mi papá nos sacó adelante, con la agricultura hemos podido ser unos profesionales. Cuando jugaba baloncesto me quería retirar porque yo quería tener mi casa, mi carrito, quería tener mis cosas y el baloncesto no me lo daba, no podía. Gracias a la agricultura he sido bendecida, tengo mi casa, mi techo, mis cositas y puedo vivir. Esto no es para hacernos de millones, simplemente es para vivir. Es gratificante que personas que consumen tus productos, te envíen fotos y te digan: ‘wao, sabe delicioso’. Trato de enfocarme en brindarle a las personas un producto de calidad”, sostuvo.
Con estatura de 5 ‘10 “, en el quinteto del básquet jugó la tercera, cuarta y quinta posición. En la agricultura Carla Escalera aspira a estar en la primera posición.
“Ese nivel de competitividad que uno desarrolla en el deporte lo lleva al field y para mí la competitividad es contra mi misma”, dijo la joven agricultora, que opera la finca con cinco empleados y vende sus productos a supermercados y detallistas.