Por Sandra Caquías Cruz
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La petición gubernamental para que las personas permanezcan en sus hogares resulta imposible ser cumplida por cerca de un centenar de familias de Guánica que desde el pasado 7 de enero duermen en casetas.
El gobierno cerró el campamento base de ese municipio y para ellos no hay refugiados, Los que pernoctaban en el campamento regresaron a sus barrios a dormir en casetas que colocaron frente a las estructuras inhabitables.
También colocaron casetas en los patios o en los parques de pelota, como es el caso en la comunidad La Luna.
¿Qué vivienda le ofreció el Gobierno? Cada caso tiene una respuesta distinta.
Entre ellos hay familias que no han podido utilizar el vale de alquiler de Sección 8 porque la casa que le ofrecieron está en Maricao, ubicada en una pendiente y tienen miedo a que ocurra otro terremoto y se deslice esa casa.
Otra familia no aceptó la vivienda que consiguieron en Guánica porque esa casa tuvo grietas con el terremoto del 7 de enero y su dueño lo resolvió cubriendo las grietas con cemento, pintando la pared y ahora la tiene en alquiler. La familia teme que la estructura no resista otro sismo, los que sigue ocurriendo.
También habido familias que temen mudarse a un residencial público en Ponce, que fue la alternativa que le ofrecieron.
No obstante, los afectados esperan poder encontrar una solución a su problema y volver a tener un techo y no verse obligado a usar duchas comunales, servicios sanitarios portátiles y otras amenidades que tenían en sus respetivos hogares antes del pasado 7 de enero, cuando un terremoto de 6.4 de magnitud colapsó o agrietó estructuras.
Difícil para los refugiados de Siberia
Una de las comunidades más afectadas es Siberia. Casetas de acampar a orillas de la carretera, otras en los patios de las casas y una veintena de ellas en un improvisado campamento en un parque de pelota es la nueva realidad de una veintena de familias de esa comunidad, ubicada en el poblado Ensenada, describió la portavoz de la comunidad Teresa Soto Quiñones.
Un cubículo en madera se convirtió en el hogar de una familia que tiene a uno de sus miembros postrado en cama. Entre los que viven en casetas hay un hombre que fue operado del corazón, destacó Soto Quiñones, quien señaló que un total de 48 personas duerme en casetas que colocaron en los patios de sus destruidas casas.
Otras dos familias ubicaron la caseta frente a lo que era su vivienda, esto por falta de espacio en sus patios.
soto Quiñones explicó que, entre sus vecinos, hay algunos que tiene un vale para el alquiler de una vivienda, pero está limitado a un año, por lo que los dueños de las casas temen alquilárselas y que luego de ese tiempo no tengan con qué pagar y él no pueda dejarlos en la calle.
Esos vales, según explicó, la ofrece FEMA y no solo cubrirán un año. los dueños de las viviendas “no los quieren aceptar por miedo a que, al año, esas familias se queden ahí y nadie pague”.
“Aquí todos estamos en casetas.”
William Martínez, portavoz de la comunidad La Luna, explicó que en esa comunidad “hay más de 20 casetas” en las que duermen familias. Precisó que son unas 38 personas las afectadas y que las opciones que les ofreció el Departamento de la Vivienda “no son soluciones viables” y explicó que el caso de una casa en Maricao.
“Aquí todos (el grupo) estamos en casetas”, insistió Martínez, residente en la comunidad La Luna. “Enviar a una persona de 80 años a una casa en Caguas, Juncos, Fajardo, eso no es viable para ellos”, subrayó.
Explicó que tiene un caso en el que la opción que encontraron es una casa en Guánica, ubicada en el segundo piso, pero la familia no está preparada para enfrentar una situación similar a la que los dejó en la calle el pasado 7 de enero.
“Para ellos no es viable vivir en unos altos; emocionalmente están afectados”, describió.
Varias familias duermen en el parque de la comunidad La Laguna
Barbara González, portavoz de las familias del barrio La Laguna, explicó que en el refugio del parque de pelota tienen cuatro familias, con un total de 18 personas, entre ellos, una postrada en cama. Este refugio tiene un cubículo en madera cubierta con un toldo, en el duerme la familia de 11 miembros.
“Aquí la gobernadora (Wanda Vázquez) vino el 11 de enero y no volvió”, indicó González, quien destacó que al problema de vivienda se suma el que, debido al coronavirus, los voluntarios que llegaban con suministros no han regresado. “Los suministros no están viniendo”, dijo.
Martínez, quien perdió su mamá el pasado 7 de enero debido a que un infarto tras el sismo, explicó que en el refugio de la comunidad La Luna establecieron como norma no recibir suministros hasta tanto pase la emergencia con el coronavirus. “Estamos restringiendo la entrada para que no lleguen enfermos”, indicó antes de señalar que están “siendo bien cautelosos”.
Los líderes comunitarios destacaron que, debido a los limitados servicios que tienen, incluyendo falta de un televisor, la mayoría no conoce lo que está ocurriendo con el coronavirus y coincidieron en que nadie los ha visitado para orientarlos sobre la mortal enfermedad.
Los portavoces de los grupos se están encargando de llevar el mensaje sobre cómo se transmite el COVID-19 y las medidas de higiene que deben tomar para evitar un contagio.
El alcalde Santos Seda Nazario no había devuelto la llamada para ser entrevistado sobre el tema.