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Erosión costera golpea el sur: Arroyo pierde su complejo vacacional

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Por Sandra Caquías Cruz
redaccion@esnoticiapr.com

 

ARROYO – Lo que una vez fue el borde de arena que separaba el agua de los cimientos de una veintena de villas ya no está. Desapareció. El agua pasa por debajo de algunos de esos pilares y amenaza son hacer lo mismo en todos los soportes de las villas y arrastrarlas al mar.

La erosión costera amenaza las costas de Puerto Rico y el litoral sur no es una excepción.

La arena que el mar se lleva de las villas del Balneario Punta Guilarte, dentro de unos días, la deposita frente al Malecón de Arroyo, a una distancia considerable entre ambos lugares, mostró el alcalde Eric Bachier Román, quien narró que todo se hizo evidente tras el paso del Huracán María (2017) y Fiona en 2022.

Unas ocho villas tuvieron que ser demolidas porque prácticamente cayeron al mar. Un cocal que tenía el balneario que está junto a las villas, prácticamente va cayendo día a día. Las palmas con sus frondosas raíces están en el suelo, sobre la arena, algunas casi en el agua.

La oceanógrafa Maritza Barreto Orta explicó que las investigaciones y estudios de cambios que ha realizado le confirman que Arroyo es uno de los municipios con más erosión costera en Puerto Rico. El principal en el litoral sur.

Y aunque en la comunidad El Faro, en Guayanilla, otro municipio al sur de la isla, el agua de mar llega a los patios de las residencias, la situación es distinta. Un estudio evidenció que el desnivel en el terreno fue provocado con los terremotos.

La comunidad El Faro comenzó a ser despoblada. Los residentes recibieron ayuda gubernamental para adquirir otra vivienda.

En una visita a la comunidad se observó que las casas fueron deshabitadas, pero no fueron demolidas. Los niveles de agua no siempre afectan los patios, explicó Robin Oliveras, uno de los residentes que aguarda por ayuda para comprar una vivienda y reubicarse.

“Estoy en conversación con (el Departamento de la) Vivienda… pero yo estoy tan cómodo en esta casa”, comentó. “Después de los terremotos esto bajo, ni cuando (el huracán) María se metió el agua. Esto tiene que ser por los terremotos, porque aquí nunca se metió el agua”, dijo el hombre que hace 25 años vive en ese lugar.

Contrario a la comunidad El Faro, en Arroyo tienen la ventaja de que, donde ha ocurrido la erosión, no es zona residencial, contrario a lo que ocurre en Rincón y en San Juan, destacó la Oceanógrafa.

“Lo que está construido hay que protegerlo, pero se acabó; ya no se puede construir nada más en zona de peligro porque estamos exponiendo a la población y estamos exponiendo al desarrollo económico”, indicó.

Falta política pública

“La situación la agrava la falta de política pública para atender el problema, señaló Barreto Orta.

En Puerto Rico, según dijo, falta legislación que lleve a establecer una política pública sobre el tema. “Ahora mismo no tenemos un protocolo de erosión costera”, indicó.

Señaló que participó en un grupo de trabajo que hizo un borrador del Plan de Mitigación, esto junto a expertos en cambio climático, pero nada ha ocurrido. “Ese plan nosotros lo entregamos a la Legislatura y tenía un montón de ideas para leyes, para acciones, que no se han tomado en cuenta”, lamentó.

Citó como ejemplo la costumbre de sembrar palmas a orillas del mar provocando que sus grandes raíces, cuando caen, dejen un hueco enorme. Las palmas deben estar a gran distancia de la orilla para que no se afecten, pero no existe una política pública que así lo establezca, denunció.

El no tener ese plan, según explicó, provoca el que, tanto los municipios como el estado, estén “sin las herramientas para poder buscar fondos y manejar la situación”.

“Si nosotros planificamos no es necesario mitigar o es muy poco lo que mitigamos”, dijo antes de recomendar el “movernos a la par de la realidad del cambio climático”.

Busca reubicar las villas

Mientras, el Alcalde de Arroyo explicó que planifica demoler todas las villas y cabañas y construir nuevas facilidades en otro lugar, un proyecto que sometió para aprobación de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).

“La erosión se ha metido hasta aquí. Ya no hay forma de restaurar las villas. Esto es demoler y relocalizarla”, dijo. El balneario contaba con 32 villas de las que han demolido ocho. Además, tienen 28 cabañas que deben reconstruir.

Bachier Román explicó que al no estar en condiciones para su disfrute, no puede ofrecer el lugar como una alternativa de vacaciones y eso afecta la economía arroyana. “Nosotros quisiéramos que esto estuviese mejores condiciones. Yo no quiero tener unas facilidades como estas”, dijo.

En la visita al lugar, señaló el área en las que hubo varias estructuras, como la torre de salvavidas, lugar que ahora está en el agua. Tampoco está la cancha de voleibol.

El riesgo que hay es porque en el agua hay elementos de cemento. Puedes lastimar una persona y ¿quién va a pagar las consecuencias de una persona que se golpee?”, preguntó.

Explicó que “estas facilidades generaban un ingreso para nuestro municipio y como se ha dejado de utilizar, eso nos ha afectado”.

Señaló que el impacto económico anual ronda los $600,000 y que multiplicado por los años que llevan sin operar, esto desde el 2017, las pérdidas las estimó entre $4 y $5 millones.

Al momento, mantiene un personal en el lugar para labores de mantenimiento, en especial las áreas verdes.

“No podemos tirarlo a pérdida. Aunque no estemos operando, hay que darle mantenimiento”, dijo.

Sobre el área del Malecón explicó que en el lugar hubo un rompe ola que no terminaron de trabajar y que ha provocado dificultad para que los pescadores puedan llegar al muelle que tenían.

“La situación se agrava porque el Malecón es un área en el que desemboca las aguas de correntías del casco urbano”, señaló. Indicó que hay que desarrollar un proyecto con muelle en el que los pescadores puedan anclar sus embarcaciones.

“No queremos hacer un proyecto que sea de extracción de toda esta arena y en dos años esté igual”, dijo antes de señalar un hotel de 32 habitaciones que construyen frente al Malecón.

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