Por Miguel Díaz Román
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El gobierno tiene una importante asignatura pendiente y es que deberá decidir cuál es factor de seguridad que deberán tener las escuelas del país para garantizar la tranquilidad de los estudiantes, de sus padres y de los maestros, sostuvo Christa Von Hillebrandt, gerente del Programa de Alerta de Tsunamis del Caribe del Servicio Meteorológico de los Estados Unidos.
Von Hillebrandt indicó que tras los sismos ocurridos en el suroeste y el colapso de la escuela Agripina Seda en Guánica, se ha generalizado una noción que pone en duda la seguridad de las escuelas, aunque no hayan sufrido daños en sus estructuras principales.
“La gente ve una grieta en la pared y piensa que eso significa que la estructura está debilitada y se asustan y le da miedo y no quieren entrar. Y sucede que las escuelas están construidas según el código de construcción y eso quiere decir que están hechas para que no colapsen y resistan y salven vidas. Pero para la gente eso no es aceptable. La escuela debe resistir el sismo y tan pronto pase el terremoto la escuela no debe ni estar agrietada”, indicó Von Hillebrandt.
La científica sostuvo que esa renuencia de la comunidad escolar implica que el gobierno deberá establecer como política pública si frente a un sismo las escuelas deberán sufrir daños pero no colapsar o, si por el contrario, desean que las escuelas sufran daños menores y se puedan rehabilitar eventualmente. La tercera opción es que las escuelas superen un sismo sin sufrir daños y queden completamente funcionales.
La especialista en actividad sísmica que dirigió durante muchos años la Red Sísmica, indicó que cada una de esa opciones representan un costo distinto para el gobierno. Agregó que el estado de California adoptó un código de construcción que exige que las escuelas sean resistentes a sismos, lo que implica requisitos de construcción más exigentes que aquellos que se le pide a las residencias.
“No podemos continuar sacrificando la educación de nuestros niños porque hay una grieta en una pared de bloques. La gente tiene que entender que el código contempla que haya grietas en una estructura, pero que no colapse. Eso está contemplado en el código. Las casas que colapsaron en Guánica y Guayanilla no estaban construidas según el código. Yo vi casas de urbanización en esos pueblos que no colapsaron, aunque tenían grietas y seguramente estaban construidas según el código”, agregó la científica.
Reveló que una de las primeras medidas que han tomado sociedades que han superado con éxito el trauma de un terremoto destructivo es la apertura inmediata de sistema educativo. “Si usted no abre las escuelas para que se reinicie el semestre escolar puede causar que las familias emigren en busca de un lugar donde sus hijos puedan estudiar. En Ecuador han ocurridos terremotos fuertes y lo primero que se hace después del terremoto es abrir las escuelas, aunque sea en carpas. Las escuelas representan una fuente de actividad económica directa e indirectamente”, dijo Von Hillebrandt.
Señaló que si la Falla de Punta Montalva, ubicada en la región de Montalva en Guánica, hubiese sido investigada a profundidad y los resultados de esas investigaciones hubiesen sido incorporados al código de construcción, no se habrían registrado tantas estructuras destrozadas en Guánica y en los pueblos aledaños.
Por su parte, el doctor José A. Martínez Cruzado, profesor del Departamento de Ingeniería Civil, especializado en ingeniería estructural sísmica, en el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, indicó que tras los sismos ocurridos en suroeste se impondrá como requisito necesario que las personas que encomienden construcciones a ingenieros deberán decidir el tipo de resistencia sísmica que desean para esa estructura.
“Ese diálogo con el ingeniero estructural y con el arquitecto se tiene que dar. Normalmente ese diálogo no se daba, pero ahora será distinto”, indicó Martínez Cruzado.
Sostuvo que los dueños de la propiedad deberán decidir si desean que la propiedad resista un terremoto, pero tras el evento se deberá demoler para construir una nueva o que la estructura se mantenga útil, aunque con daños. En la tercera opción figura que la estructura ni se agriete.
Martínez Cruzado indicó que se pueden construir estructuras totalmente resistentes a sismos, lo cual significa un alza en los costos de construcción.
“Construir para resistir terremotos cuesta, pero se puede. Una vez usted tiene una estructura resistente a sismos, ¡que venga el terremoto, cual es el problema!”, indicó el profesor e ingeniero estructural.