Por Dr. Javier Morales
Sicólogo clínico
Centro de Salud Conductual San Lucas
El impacto de una experiencia traumática puede dejar heridas profundas difíciles de superar, afectando al individuo en el aspecto físico, mental, familiar y social, a través de trastornos que interfieren con su desempeño cotidiano.
Sin embargo, existen terapias conductuales que podrían ayudarle a superar los efectos de un evento que violentó su estabilidad emocional, aunque la persona no recuerde los hechos de manera consciente.
Al definir el término trauma, el doctor Javier Morales, sicólogo clínico del Centro de Salud Conductual San Lucas, explicó que, se trata de “una experiencia que se percibe como peligrosa para el individuo, que le puede crear un sentido de impotencia y causa mucho terror”.
“También se agrega que, parte de lo que diferencia el trauma de otros síntomas o trastornos es que, el trauma ocasiona en el individuo tiene una dificultad para haber procesado la experiencia. Es decir, nuestro cerebro procesó la experiencia de manera mal adaptativa o no de la forma en que se esperaba”, acotó. En tanto, señaló por qué muchas personas no pueden explicar a ciencia cierta detalles del evento que marcó sus vidas.
“Se habla mucho de la memoria, de cómo en experiencias traumáticas, las personas, cuando uno trata de abordar qué le sucedió, que le dé más detalles, ocurre que no saben explicar lo que sucedió. Se almacena más en una parte del cerebro que trabaja más con las emociones”, manifestó. “No podemos controlar cómo reacciona el cerebro a ciertas situaciones y el cerebro se quedó como si el evento todavía estuviese sucediendo. Eso se ve cuando la persona se expone a situaciones, personas o lugares que le recuerden, de manera consciente o inconsciente a la experiencia”, agregó.
Según el sicólogo clínico, la respuesta emocional a una situación que se asemeje al evento traumático genera en la persona sentimientos de ansiedad y estrés; “una respuesta desproporcionada al evento”.
“De manera general, el trauma viene acompañado por síntomas de ansiedad, depresión, disturbios en el patrón del sueño, pueden tener problemas de concentración. A nivel físico vamos a ver mala digestión, vamos a ver mucha tensión muscular, mareos, dolor de cabeza”, apuntó.
“Nosotros hemos experimentado, de una forma u otra, experiencias adversas o potencialmente traumáticas. Puede haber ciertos factores que entran en juego, como, por ejemplo, resiliencia, flexibilidad cognitiva y emocional, recursos de apoyo que tenga en ese momento. No es lo mismo pasar por experiencias solo o acompañado de los familiares, seres queridos que comprendan y ayuden en el proceso”, aclaró.
Asimismo, resaltó que, estos síntomas deben estar presentes en el paciente “por un periodo mínimo de un mes”.
“Una de las conductas clave que vamos a observar en pacientes que han experimentado trauma es la evitación. Van a evitar lugares, personas, sonidos, imágenes o cosas que le recuerden a la experiencia traumática”, mencionó. “Además, están los ‘flashbacks’. Es una memoria intrusiva que también se presenta como pesadillas en algunos casos. Otra de las cosas es que están hipervigilantes, mirando de un lado a otro, ansiosos, pendientes a su alrededor. Recordemos que el cerebro está en modo (de) supervivencia”, recalcó.
De otra parte, expuso que, existen varios modelos de terapia que están desarrollados para trabajar, específicamente, con el trauma.
Una de estas, es la terapia EMDR o de desensibilización y reprocesamiento de movimientos oculares.
“El modelo utiliza una estimulación bilateral. Puede ser a través de movimientos oculares y puede ser también a través del oído o del tacto. No es hipnosis. Esta estimulación ayuda a activar el sistema nervioso parasimpático y el estrés disminuye”, expuso.
“Nos ayuda a poder abordar la experiencia, pero no se queda ahí, sino que hay que instalar un sistema de creencias nuevo pues, estas experiencias vienen acompañadas por muchas creencias negativas que la persona tiene sobre sí misma y sobre el mundo entero”, abundó.
Entretanto, la terapia cognitivo conductual (TCC), “es una de las terapias más utilizadas en el campo de la salud mental pues es bien útil y bastante estructurada. Se enfoca en gran parte con el sistema de creencias que tenemos como individuo para transformar y restructurarlas de manera positiva”.
“Es un reto para los terapeutas porque, no tan solo las personas pueden experimentar un evento de manera repetida como escenarios de guerra, violencia doméstica, abuso de niños, pero también puede suceder que estemos trabajando unas experiencias traumáticas que no tienen que ver unas con otras”, confesó.
Finalmente, el especialista en salud mental recomendó “a los familiares que no minimicen la experiencia de la persona pues, los pacientes les afecta más que las personas cercanas le hayan dado la espalda. Que busquen ayuda profesional”.