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Bueyes en el cultivo de girasoles en Peñuelas

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Por Floridalia Cortés Arroyo

redaccion@esnoticapr.com

 

PEÑUELAS – El barrio Rucio de Peñuelas esconde entre sus montañas, su fresco y su verdor a un hermoso y colorido remanso de vida y paz. Se trata de la Finca de Girasoles del Salto; unas 13 cuerdas de terreno que logran cautivar nuestros sentidos con su impactante belleza.

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La perfección de cada surco y la delicadeza con que cada semilla es depositada en la tierra, nos transportan a un espacio de inigualable belleza natural.

Como si fuera poco, Caramelo, Melao, Rayo y Centella crean una balanceada combinación entre la ilusión y la realidad. Se trata de cuatro bueyes que forman parte importante de la finca y cuyo trabajo es vital para la siembra. En la distancia observamos a una mujer trabajando la tierra, vestida de manga larga y con un sombrero para protegerse del sol. Se trata de María Isabel Hernández De Jesús, agricultora y esposa del propietario. La fémina se subió a un vehículo todo terreno y entre subidas y bajadas de cuestas llevó a su hermano a la entrada de la finca; ya habían finalizado la jornada del domingo.

“Aquí se trabaja los siete días, pero la verdad es que yo veo mi trabajo como una terapia, me encanta”, expresó la agricultora.

“Aquí tenemos que arar el terreno con nuestros bueyes. Estos dos que están ahí son Rayo y Centella y llevan varios añitos con nosotros. Los otros dos que están allá son Caramelo y Melao. Esos los tenemos hace como dos años. Hoy están descansando porque mañana vamos a arar. Ellos trabajan como cuatro días a la semana y los otros días los dejamos descansar porque ellos también se cansan”, explicó María, mientras señalaba a los bueyes que comían del pasto.

La Finca del Salto posee como particularidad que su terreno es montañoso y en declive por lo que, a diferencia de otras fincas de girasoles en las costas de la Isla, se les imposibilita utilizar maquinarias para preparar el terreno. La práctica en esta finca es arar el terreno con bueyes.

Para Ramón Torres Marrero, agrónomo y propietario, la finca es su sueño hecho realidad. “Yo vengo de una familia de agricultores, la siembra siempre ha sido parte de mi vida. Cuando estudiaba agronomía yo estaba claro de que las hortalizas no eran lo mío, siempre me inclinaba a los ornamentales”, contó.

 

El huracán María causó estragos en la Finca del Salto y se perdieron unos 65,000 girasoles. Fotos: Tony Zayas

Aunque en la finca se han cultivado nardos, azucenas y otras flores tropicales, la siembra principal es de girasoles. Entre los colores de flores de girasol que se siembran en la finca se encuentran los amarillos, blancos, terracota y mostaza.

Según explicó Ramón, cada siembra se trabaja con mucho cuidado y dedicación. “Como a cualquier agricultor, se dificulta la siembra cuando hay mucha lluvia”, dijo.

“En cuanto a las plagas y hongos, siempre hay que estar preparados. Mis conocimientos como agrónomo me permiten contrarrestar las mismas y gracias a Dios no hemos tenido pérdidas mayores por plagas u hongos”.

“Existen diferentes hongos de temporada y cada uno se trabaja de forma diferente. También cada plaga es trabajada con un agente químico específico para poder controlarla”, detalló.

 

 

Como parte del proceso de siembra, el terreno se rompe, se surca, se ponen las mangas para que goteen agua y se tira el abono en el surco. Las semillas se siembran en pequeños tiestos que llaman “nursery” y después de ocho días se trasplantan a tierra. Se espera desde 40 hasta 65 días para que un girasol esté listo; tiempo que, según María, va a depender del tipo de semilla.

“Los girasoles se cortan dos veces en semana y luego viene el trabajo de distribución al por mayor”, explicó la agricultora. El trabajo de la finca se distribuye entre seis personas y todos participan de los diferentes procesos de la siembra.

“Esto es un trabajo duro y fuerte, pero bueno. A mí y a mis hermanos nos sacaron adelante sembrando café. Yo vengo de una familia humilde y nos enseñaron a trabajar. Eso es lo que quiero dejar a mis hijos, que recuerden que en la vida hay que esforzarse”, dijo María y añadió que su hija Itzalee Vargas Hernández, de 23 años, forma parte del equipo de trabajo de la finca.

“En la tierra hay trabajo. Yo aquí he salido bajo la lluvia a trabajar con capa. Uno no puede cogerle miedo al trabajo, hay que meter mano y echar pa’ lante”, comentó.

Como en la mayoría de los sembradíos, el huracán María causó estragos en la Finca del Salto y se perdieron alrededor de 65,000 girasoles. “El huracán arrasó con todo. Lo perdimos todo en la finca, pero nos levantamos otra vez”, dijo Ramón.

“En Puerto Rico tenemos todo lo que necesitamos. Aquí las tierras son buenas y fértiles y los agricultores trabajamos con mucho esmero y dedicación. Por eso, es importante que apoyemos lo de aquí, lo que se produce con mucho amor en nuestra Isla”, puntualizó.

La Finca del Salto no es un lugar abierto al público, pero su propietario no lo descarta para un futuro cercano.

 

 

El trabajo de la finca se distribuye entre 6 personas y todos participan de los diferentes procesos de la siembra. Fotos: Tony Zayas