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El brote de otra epidemia: Salud Mental

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Por Héctor Luis Coca Soto – Psicólogo

Especial para Es Noticia

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En una crisis como la que enfrentamos con el COVID-19 los asuntos que tienen que ver con el área médica son los mas importantes.  Desde cuáles son los síntomas hasta dónde acudir si se experimentan estos, pasando por protocolos de seguridad médica.

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Durante el entrenamiento que se ofrece a un psicólogo a nivel práctico se enfatiza en que el factor médico requiere de atención inmediata, por encima de intervenciones psicológicas en muchas ocaciones.

El problema es que el factor psicológico (pensamientos, emociones, conducta) no puede separarse de cualquier situación humana en especial de ninguna crisis médica, y de no incluirse en los planes de intervención terminan creándose diversidad de situaciones sociales que reducen aún más la posibilidad de salir de la crisis y sobre todo lograr recuperación económica al momento de estabilizar la crisis médica.

Puerto Rico ya tenía una serie de epidemias destrozándolo silenciosamente.  El COVID19, no podemos olvidar, llega a un país que por años ha ido aumentando en los casos de depresión, ansiedad, alcoholismo, ahora el uso de marihuana fumada, y derivados con THC en aumento, violencia doméstica, y abuso de menores, entre otros.

La depresión se dice comúnmente que es el “catarro” de la salud mental.  Prácticamente todos nosotros vamos en algún momento de nuestras vidas a experimentar algunos de sus síntomas. 

AMSSCA y otras fuentes confiables en el tema coinciden en que la depresión en Puerto Rico no parece llevar un patrón de reducción.  Donde hay depresión todos sabemos que comienza un riesgo de ver también aumento en los niveles de suicidio.

No estoy seguro que en este momento eso esté pensando en la “ola” de problemas de salud mental que se avecina. Al igual que cuando el huracán María, ya debemos haber aprendido que tu no puedes separar problemas médicos de problemas de salud mental. A esto hay que sumar la situación de encierro y pérdida económica, así como incertidumbre que crean las medidas drásticas que es necesario tomar para detener esta pandemia.

El teniente coronel Henry Escalera, comisionado del Negociado de la Policía, anunció la reducción de una serie de delitos que típicamente se cometen en la calle, así mismo el alza significativa de crímenes por violencia doméstica. 

Pensar en que esto mismo sucederá con los suicidios, maltrato de envejecientes, maltrato de menores, maltrato de animales, ansiedad, ataques de pánico, y episodios de trastorno de estrés postraumático (PTSD), es el primer paso para prevenir una crisis severa de salud mental paralela con el COVID-19.

Grupos de apoyo en línea, educación más consistente por Internet o utilizando los medios tradicionales, promover los servicios psicológicos utilizando plataformas en la red, son algunas ideas por dónde empezar. 

Establecer prioridades es el primer paso tomando en cuenta la peligrosidad. Riesgo suicida y peligro inminente por violencia doméstica deben ser los primeros en la lista.  

Una guía aprobada por el gobierno de los pasos de seguridad a seguir si se vive con un agresor y la seguridad está en riesgo inminente debe ya estar circulando.

En su libro “Sobre Conductismo” uno de los teóricos y científicos de mayor reconocimiento en psicología, B.F. Skinner, indicó que el 80% de los problemas que sufre la sociedad tienen relación con las emociones y la conducta. 

Un “Task Force” para la prevención de estos brotes de salud mental debería evaluarse.  La pronta o lenta recuperación de Puerto Rico cuando el COVID-19 se tenga bajo control dependerá de esto.