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Pequeños comerciantes de Guánica tratan de levantarse solos

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Por Sandra Caquías Cruz

redaccion@esnoticapr.com

 

GUÁNICA – El terremoto no solo estremeció estructuras y amenazó vida y la salud emocional de miles de personas que residen en cinco pueblos de la región sur del país, fue más allá y abrió la grieta de la maltrecha economía del sector privado y a decenas de pequeños comerciantes ahora le resulta más difícil superar.

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La única gasolinera que había en el poblado Ensenada, en Guánica, no volverá abrir. La empresa PUMA, dueña del combustible, determinó sacar y llevarse lo que quedaba en el tanque.

La estructura donde estaba la estación de gasolina Almodóvar Service Station sufrió daños, mostró Mildred Maymi Octaviani, quien junto a su esposo, propietarios del lugar, establecido en 1967, determinaron que llegó el momento de poner candado y no volver a operar la gasolinera.

“Nos dijeron que el día 2 de junio se nos vence el contrato. Nosotros llevamos 52 años en la estación y ya no vamos a vender más gasolina, le dije (al representante de servicio) vamos a eliminar la gasolina, nos quedamos con el minimarquet y con el autopart”, dijo.

“Nos da pena con el poblado”, lamentó.   “Hasta el sol de hoy todavía PUMA no ha vuelto. No nos han dicho nada. El representante de servicio dijo que había que esperar que hicieran el informe”, señaló Maymi Octaviani.

La familia sigue vendiendo refresco y algunos alimentos en una terraza aledaña al local en el que operaban, mostró Maymi Octaviani, quien destacó que de los siete empleados que tenía cinco migraron a los Estados Unidos.

Mientras, esperan por los resultados de la evaluación que realizaron los ingenieros que envió la empresa PUMA y llevar ese resultado a FEMA para que remuevan el papel amarillo que pegaron frente al negocio y que restringe la entrada al local. 

Mildred Maymi Octaviani, propietaria de Almodóvar Service Station. Fotos: Tony Zayas

 

Contra viento y marea

Un negocio del poblado Ensenada que lucha para mantenerse en operación es la Ferretería Sagrado Corazón, única ferretería en esa pintoresca comunidad guaniqueña.

Yamil Flores Rodríguez, propietario del comercio, explicó que varias columnas se afectaron con el terremoto y los subsiguientes sismos, pero determinaron “reinventarnos” colocando contenedores en el terreno posterior a la estructura y abrirse espacio para vender mercancía.

Mucha de la mercancía está en contenedores. Una muestra está en exhibición. Empleados, amigos y vecinos de la ferretería han trabajado en levantar y acondicionar el lugar para que mantenga sus ventas.

¿Cuál, si alguna, ayuda gubernamental recibió?, se le preguntó. “¿Ayuda qué? ¿gubernamental?; cero”, respondió mientras hacía gestos de sorpresa con su rostro. Explicó que fue a una reunión en la que completó una solicitud para $2,500 que el Gobierno anunció entregaría a comerciantes afectados con el terremoto, pero no ha tenido respuesta alguna sobre el particular.

“No hay ningún tipo de ayuda real, no pretendemos estar de gratis, pero debe haber un poco más de comunicación del gobierno central hacia nosotros. Una prórroga de 30 días no es suficiente, con lo que hemos perdidos. Con lo que yo perdí en un mes, perdí la ganancia de básicamente el año. No estoy diciendo las ventas, las ganancias. Para nosotros ha sido un poco difícil, pero lo vamos a lograr”, afirmó.

“Eso no se puede dar en una reunión de comerciantes y meterlos a todos en un solo sitio, como si todos tuvieran las mismas necesidades”, dijo sobre la actividad en la que llenó la solicitud para los $2,500.

Al igual que otros comerciantes, señaló que las necesidades de un comerciante son distintas a las de otro y que mientras unos puede que necesiten inventario y mejorar la estructura otros se resuelven con prorroga en sus pagos.

Insistió en que los comerciantes que piensan reabrir están inmersos en esas labores y les cuesta que el gobierno entienda que necesitan tiempo para poder levantarse, cada uno, con sus respectivos retos. 

Explicó que, en su caso, junto al IVU de diciembre tuvo que pagar una multa porque tras el sismo no lo pudo pagar en enero y le dieron hasta el 15 de febrero y como él lo pagó el 16 de febrero le impusieron una multa de $50 que pagó para que no aumentara más.

El dinero con el que pagó esa multa, según explicó, lo pudo haber pagado a un empleado o suplidor que lo necesita para seguir moviendo la economía de ese pueblo.  

Ninguno de los entrevistados en Guánica dijo haber recibido los $2,500 que prometió el gobierno.  

“La gente, los amigos y algunos suplidores han estado presente. Algunos (suplidores) no, simplemente uno es bueno mientras paga bien, pero cuando está en problemas, muchos suplidores aguantan un poco, pero hay otros que han estado presente”, dijo.

¿Tal vez piensan que no vas a levantar? “Si, obviamente”, respondió antes de estimar que la inversión en contenedores para guardar la mercancía superó los $30,000 sin sumar los amigos y voluntarios que sin cobrar le han ayudado.

“Guánica es un pueblo pobre, hay que esforzarse mucho para hacer negocio. Hay que bajar mucho los márgenes de ganancias para que la gente llegue”. indicó antes de señalar que a los residentes le ofrecen un precio menor cuando recogen la mercancía.

Indicó que por tratarse de una ferretería necesita proveer ese servicio a la comunidad porque se trata de producto de gran demanda para los vecinos que también tratan de regresar a sus rutinas, pero antes deben reparar las contadas viviendas que tienen reparación.

El mayor reto que enfrentaban son -“las condiciones de trabajo” porque tenía mercancía en contendores, en un camión que le prestaron y otra en el exterior. “Es bien difícil trabajar y dar el servicio, es como tres o veces o cuatro más difícil que antes”, indicó.  

Explicó que espera que la estructura donde tenían la ferretería pueda ser reparada, pero están a la espera de los resultados de la evaluación de un ingeniero estructural y los seguros para conocer que harán. “Son daños que se pueden reparar”, comentó.

Yamil Flores Rodríguez, propietario de la Ferretería Sagrado Corazón.

 

Colmado en vagones

Super Colmado Mi Plaza reabrió sus puertas hace unos días en un vagón que alquiló y que ubicó en un terreno cercano a donde estuvo el negocio. Los clientes comenzaron a llegar. También los suplidores.

Ángel Vázquez Vega, propietario, explicó que ese será el negocio en lo que le entregan un vagón de mayor tamaño. Mientras, contrató cuatro de sus empleados, los que espera aumentar mientras pasen los días.

“Mis planes era hacer una estructura en cemento, pero dado por este caso (sismos) que ha sucedido, lo que vamos a hacer es trabajar en vagones”, indicó. “Aunque es pequeño, por el momento nos resuelve en lo que hacen uno más grande», dijo antes de asegurar que sus clientes «están volviendo a respaldarme”.

Ángel Vázquez Vega, propietario Supermercado Mi Plaza.